WTTF | ❝Ven a volar conmigo hasta una fantasía, donde tú puedas ser lo que sea que quieras ser. Ven conmigo, caminaremos a través del fuego❞
Donde dos futuros jefes se encuentran de una manera inesperada y se dan cuenta que tienen demasiado en común...
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╭══❅•°•CAPÍTULO XXVII•°•❅══╮ ASESINO DE FURIAS NOCTURNAS.
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❝Los fantasmas del pasado la arrollaron como una bola de demolición❞
Temprano al otro día se había despertado con dolor de espalda al notar que se había dormido recostada por la pared mientras Astrid la usaba de almohada, no recordaba cuando había quedado dormida. La noche anterior, luego de hablar de lo sucedido con Hipo y despedirse de él, había corrido hasta su habitación para contarle a la rubia lo que habían visto. Se sentaron en la cama de la berkiana mientras la pelirroja le explicaba y dibujaba a la Furia Luminosa para dar más detalles, supuso que en algún punto ambas cayeron dormidas sin darse cuenta por lo que quedaron abrazadas.
Rió levemente al notar lo revuelto que estaba el cabello de su amiga, quiso salir de su agarre sin querer perturbar su sueño —estaba segura también que si era al revés hace rato la hubiera despertado posiblemente con un golpe—, pero fue imposible ya que Astrid la tenía fuertemente agarrada de la cintura. Bufó intentado nuevamente más volvió a dar el resultado anterior aunque si causó que cayeran a la cama totalmente, finalmente el golpe suave despertó a la rubia aunque siguió sin moverse.
— Pobre de quien sea tu futuro esposo, Hofferson —murmuró burlona escuchando el gruñido de la otra chica, alzó la cabeza antes de sentarse nuevamente apretando el estómago de la pelirroja para impulsarse, la fairiana se quejó.
— Eres buena almohada, te usaré más de seguido —habló con la voz adormilada antes de bostezar—. Antes de que ya no pueda más de tu esposo —la miró con una sonrisa divertida, Idunn frunció el ceño antes de rodar los ojos, claro que sacaría ese tema a relucir.
— Buenos días para ti también y no, no nos vamos a casar —negó antes de sentarse en el borde y estirar sus extremidades.
— ¿Pero no lo quieres? No sé, tal vez solo puedan comprometerse y ya —se encogió de hombros.
— Astrid, no quiero hablar de eso, no quiero casarme aún y ya —imitó sus movimientos antes de intentar pararse pero la rubia la detuvo al agarrar su cintura y tirar de ella hasta la cama, Idunn rió al ver su ceño fruncido—. Ow, no te pongas celosa, hay Idunn para ambos.
