Capítulo 27: "Sin aliento"

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Rami.

Hoy era la noche, y se suponía iba a ser una noche en donde Jean y yo protagonizaríamos algo muy bueno, pero lo arruiné. No sé cuándo se habían complicado tanto las cosas, lo que sí sé es que, todo era culpa mía, nunca debí caer a los pies de Jean. Debí controlar un poco más mis impulsos y mis deseos, ahora por eso, ambos teníamos problemas que resolver con nuestras parejas, aunque Portía actuaba normal y más cariñosa e interesada que nunca, no había mencionado ya nada al respecto de Jean y eso me hacía sospechar.

Juntos nos preparamos para el baile y llegamos a él. El salón era uno de los más grandes de la ciudad, perteneciente a un hotel cinco estrellas que estaba repleto de todo tipo de turistas todas las temporadas del año. Las asistencias fueron un éxito, la comida, la bebida y la música, pues el artista contratado era un británico con discos de oro y dos álbumes completos número uno en todo el mundo.

Busqué a Jean por todos lados, y al encontrarla, sentí una mezcla entre enojo y preocupación al ver de quien estaba acompañada. Ella estaba tomada del brazo de James, y vestía un bello y largo vestido rojo, que le quedaba tan perfecto, que logró dejarme sin aliento por lo menos durante un minuto.

—Ben—lo llame en cuanto lo encontré junto con Kat—Dile a los chicos que estén atentos con James, vino con Jean y estoy muy... preocupado.

—Claro, amigo. Estaremos vigilando—le agradecí con un asentimiento de cabeza y me marché junto con Portia a nuestra mesa, quien no logró escuchar nada por la música.

—Ese chico que canta es muy guapo—comentó cuando nos sentamos—Pero escuché que es gay—mantuve mi vista perdida entre el gentío.

Pronto, la música paró un momento y Jean tomó el micrófono. Las miradas de todos en el lugar, incluso la del cantante, se posaron en ella, de una forma no muy gay.

—Buenas noches—comenzó a hablar—Gracias a todos por asistir a esta velada. El propósito de nuestro trabajo es luchar por la justicia de los más vulnerables, así que cada moneda recaudada esta noche, será donada a los casos de familia en riesgo y con múltiples discapacidades. A nombre del señor Malek y su servidora, Jean Bradley, les deseamos una noche estupenda. Gracias—habló con tanta seguridad y con una sonrisa impecable, que fue despedida con aplausos eufóricos y chiflidos por parte del público. Al desaparecer del escenario, el chico volvió a cantar.

Yo seguía preocupado porque Jean se encontraba en el lugar con James. Aquel bastardo tomaba ventaja de cualquier momento y de cualquier lugar para salirse con la suya, y ya lo ha hecho más de diez veces, y me daba rabia que siguiera impune.

Llegó el momento que no pude resistir más la incertidumbre, y me levanté de mi asiento en su búsqueda. Crucé varias mesas y la pista de baile también. Cuando la encontré, ella estaba bailando junto con James.

—Jean, ¿podemos hablar un segundo?—ambos me miraron—Es sobre el proyecto, hay algunos detalles—miré a James y este la soltó. Ella se alejó de inmediato y caminamos en dirección contraria.

—¿Qué haces aquí con James?—pregunté cuando salimos por una puerta del salón hacia un jardín de césped, donde ya no se escuchaba la música.

—Tengo que ser honesta contigo, Rami. Toda la noche he estado incomoda con él, y es porque... él sabe lo nuestro y... me amenazó con decirle a Portía—abrí los ojos sorprendidos.

—Creo que ella ya lo sabe—respondí.

—¿Qué?—exclamó sorprendida.

—Puso cámaras en mi oficina—suspiré—Tenemos que terminar esto ya.

—¡Espera!—me detuvo jalando mi brazo. —Tengo algo que decirte—dijo con seriedad llamando mi atención.

—Jean, hola, Jean, ¿Dónde estás, perrita?—se escuchó la voz de Portía desde dentro, pero no nos había seguido, la voz se dirigía desde el micrófono. Nos dimos cuenta que la música había cesado, cuando volvimos, y Portía estaba subida en el escenario, con el micrófono en su mano y una botella en la otra.

—¡Oh, ahí estás!—exclamó al verla—Y con mi prometido—se río—Déjenme decirles quien es en realidad Billie Jean Bradley. Primero, tienes un nombre horrible, y si, haces buenas demandas, dices estar en contra de las injusticias y haces este teatro para esconder la verdadera persona que eres. Segundo, me chantajeaste, me amenazaste para estar cerca de mi prometido, y luego te acostaste con él. ¿Crees de verdad que nadie en la oficina lo sabe?—volvió a carcajearse.

—Portía, basta—me acerqué intentando calmarla.

—Tú no te me acerques, ella también te mintió a ti, nos mintió a todos, no tienes una vida perfecta. Obtuviste tu puesto abriendo las piernas, no solo con mi prometido, con mi hermano también. Y luego, tu padre es un alcohólico drogadicto, tu madre está en coma por una sobre dosis, tu hermana es una prostituta y te metiste con el profesor de tu pequeño hermano retrasado.

—¡Portía, basta!—me subí al escenario y le arrebate el micrófono—Cruzaste la línea—reclamé molesto. Ella forcejeo conmigo tratando de quitarme el micrófono sin éxito. La gente comenzó a ser barullo y a gritarle cosas ofensivas a la rubia, otros comenzaron a irse.

—¡Me las vas a pagar, maldita zorra!—gritó hacia ella, quien se encontraba en el mismo sitio, con su rostro hundido en lágrimas, dio la vuelta y salió corriendo.

—¡Jean!—grité, deteniendo a Portía. Pronto, Ben y los demás llegaron ayudándome a detenerla. En cuanto la sostuvieron, corrí atrás de Jean. 

Déjame adorarte 《Rami Malek》Where stories live. Discover now