Capítulo 16: "Enamorada de mi jefe"

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Jean.

Mierda. No puede ser. Lo besé. Lo besé. Y estaba lucida, consiente y completamente despierta. No sé si fue el día en particular, su voz o si ya llevaba tiempo muriéndome porque este momento sucediera. Y no logré recordar exactamente en qué momento, con solo verlo a los ojos me invadían unas fuertes ganas de besarlo.

Me arrepentí en el momento que lo hice. Quise separarme y decir que lo sentía una y otra vez. Tomar mis cosas y huir de ahí como en las películas, pero me quede estática, cuando Rami, me sujetó de igual forma del rostro y continuó el beso.

Carajo, él estaba besándome, y besaba realmente bien.

De un momento a otro, alguien a nuestra espalda, abrió la puerta del departamento con tanta brusquedad que me fui de espaldas en el banquillo de madera, cayendo al suelo dejando mis piernas al aire.

En la puerta, logré ver a un hombre muy parecido a Rami, quién aguantaba reírse a carcajadas.

—¿Por qué entras sin tocar?—reclamó Rami.

—Tú me diste una llave, hermano—respondió el hombre mientras Rami me ayudaba a levantarme—Lo siento—se carcajeo—Pero tengo que preguntar.

—¿Qué haces aquí, Sami?—pregunto Rami acercándose.

—Logan olvidó su casco de bicicleta la semana pasada, y sabes que Meredith no lo deja subirse sin él y el chiquillo esta devastado. ¿Vas a presentar?

—Oh, sí. Jean, él es mi hermano gemelo, Sami. Sami ella es Jean, pasante en la firma.

—¿Qué tal?—saludé con el rostro enrojecido ya de pie frente a él.

—Mucho gusto, Jean. Lamento haber interrumpido su...--Observó alrededor—Trabajo. Buscaré el casco y me iré para que continúen—dio media vuelta dirigiéndose a lo que yo creía era la habitación.

En seguida, comencé a tomar mis cosas. Me coloqué mis zapatos y mi chaqueta.

—Jean—nombró Rami.

—Lo siento, señor Malek, tengo que irme—murmuré buscando mi bolso. Suspiré de alivio al encontrarlo en la encimera de la cocina.

—Te llevaré a casa.

—No es necesario. Lo lamento, señor, esto no debió pasar.

—Jean—nombró con voz fuerte obligándome a mirarlo—Yo te traje y yo te llevaré. Además ya anocheció y sabes los riesgos—me era difícil no mirarlo sin sentir vergüenza. Así que solo asentí y salí al pasillo.

El trayecto a casa fue el más incómodo y silencioso momento que hemos pasado. Cuando paró frente a la morada, agradecí y salí casi corriendo. Entré en la casa y cerré la puerta a mi espalda.

—Ahí estás—me sorprendió mi hermana—He estado llamándote toda la maldita tarde.

—¿Qué ocurre?

—Mamá se puso mal, la ambulancia se la llevó hace unos minutos. Necesito que te quedes con John.

—No, yo iré con mamá.

—Te quedarás con John, Billie Jean. Le prepararás cena y si no vuelvo para la mañana, también prepararas desayuno y lo llevaras a la escuela. Es momento que aportes algo aquí en casa—exclamó molesta. Muy molesta. Tomó su bolso y salió de la casa.

Una vez me quedé sola, comencé a llorar.

***

Al día siguiente, me levanté temprano, hice de desayunar y mientras John degustaba ya duchado y cambiado, llamé a Kat.

—¿Qué sucede, Jean? Llevas media hora tarde, el señor Malek está preguntando por ti.

—No iré hoy, Kat, algo se complicó en casa, Noelia esté en el hospital...

—Oh por Dios, Malek viene para acá. Creo que sabe que hablo contigo—el corazón me tronó al imaginarlo.

—¿Jean?—escuché su voz por el auricular y en seguida colgué la llamada. El corazón comenzó a latirme tan deprisa que sentía retumbar todo mi cuerpo.

Minutos después, tuve que obligarme a tranquilizarme. Salí de casa junto con John y esperamos el autobús en la avenida principal y logramos llegar a tiempo.

—¡Hola!—saludó Bill desde lejos al vernos llegar—¿Cómo estás, campeón?—saludó al chico y chocaron los puños—Ayer olvidé darte esto—dijo hacia mí—Es un permiso para los chicos, irán a ver una obra de comedia con la maestra de artes—me extendió el papel y un bolígrafo—Si lo firmas ahora ambos son libres—bromeo y John se río.

—¿A qué hora terminará?—pregunté mientras firmaba.

—A la misma hora que terminan las clases. Descuida, yo lo llevaré a casa—le devolví el papel y el bolígrafo después de firmar.

—Bien. Diviértete—le di un beso a John en la frente y entró corriendo con sus amigos, dejándome a solas con su profesor.

—Vuelvo a disculparme por lo de la otra noche, Jean—mencionó.

—Descuida, Bill. Me pareció un gesto muy sobre protector pero tierno. Y no debes preocuparte, no tienes que hacerlo de nuevo con cualquier chico que se me acerque.

—¿Podemos vernos está noche?

—Realmente me serviría mucho verte, pero me sería difícil esperar hasta esta noche—me sonríe.

—Los chicos estarán todo el día en el teatro. Puedo decir que me enfermé—sonreí y asentí con la cabeza.

****

Me sentía terrible, no podía sacar a Rami de mi cabeza y la situación de mi madre, la cual no tenía respuesta alguna. Estaba igual desde hace dos años y Noelia parecía estarse rindiendo, no la culpaba, era demasiado para ella. Trabajaba todas las noches sin descanso para pagarnos la escuela a John y a mí. Lo único que la consolaba, era que mi graduación estaba cada vez más cerca e iba poder tener un empleo. Añoraba mucho ese día.

Después de ver a Bill, regresé a casa y decidí hacer un poco de limpieza. Comencé con la sala, la cocina y luego la habitación. Aquello me servía mucho de distracción.

Cuando me subí a una silla limpiando el closet de nuestra habitación, un bolso cayó de arriba y su contenido botó de él. Me bajé y observé con atención y confusión aquellas cosas; una peluca rubia, unos tacones enormes, de una plataforma casi de veinte centímetros. Un paquete de condones, y lencería. ¿Qué mierda era esto?

El sonido de la puerta me distrajo de mi descubrimiento. Dejé las cosas en el suelo, ya que me dio pavor siquiera tocarlas, entonces abrí la puerta sin cuidado y sin percatarme primero de quien se trataba.

—Señor Malek—nombré al verlo parado detrás de la puerta.

—¿Podemos hablar, Jean?—pidió, y sus ojos parecían tener un poder sobre mí que decidí no mirarlo.

—Iba camino al hospital, mi hermana...

—Bien, yo te llevo.

—No, yo... no es su obligación llevarme, señor.

—Solo quiero saber por qué estás evitándome—lo miré.

—¿Evitándolo? Mi hermana está en el hospital y tengo que hacerme cargo de la casa, no todo se trata de usted, señor—fingí indignación.

—Lo sé, lo lamento. ¿Ella está bien?

—Lo veré mañana en la reunión, señor Malek—articulé casi con un nudo en la garganta y cerré la puerta. Me sentí terrible al hacer aquello. Nunca quise que las cosas terminaran así.

Yo, enamorada de mi jefe que estaba comprometido, y al mismo tiempo, enamorada del profesor de mi hermano. ¿Cuándo mi vida se me fue de las manos?

Déjame adorarte 《Rami Malek》Where stories live. Discover now