Capítulo 21: "Paraíso"

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Rami.

No podía resistirme más a Jean, a su mirada, a su voz, a su piel, pero sobre todo a sus labios. Besarla se sentía tan bien y tan correcto. Cuando ella me correspondía y me abrazaba también de repente sentía que mis pies dejaban de tocar el suelo y ambos estábamos volando. ¿Eso podía ser amor de verdad? Estaba experimentando sensaciones y acciones nuevas y eso me hacía preguntarme si era la primera vez que me enamoraba de verdad.

Al separarnos, ninguno dijo nada. Mi familia nos gritó desde la casa para que entráramos a comer pastel de cumpleaños. Era mi cumpleaños número treinta y ocho y apenas estaba recibiendo el mejor regalo de todos. A Jean.

Volvimos a casa en silencio y pasamos la siguiente hora conviviendo con mi familia y los pequeños. Los dos chicos de Sami y una niña de Jasmine, buscaban constantemente a Jean para jugar hasta que lograron llevarla a la acera de la casa para prestarle sus juguetes. Ella se miraba tan fresca, relajada y sonriente. Se reía con los niños y jugaba, brincaba y corría detrás de ellos.

Nunca añoré tanto tener hijos como en ese momento.

Pronto, Jean y yo nos despedimos para volver a casa, y mis hermanos también hacían lo mismo. Jean se despidió de todos con un abrazo y volvimos al auto. Una vez en el, lo encendí y conduje por la entrada hasta tomar la carretera.

El trayecto fue muy silencioso y cada minuto me ponía más y más nervioso. Me sudaban las manos sobre el volante y miraba de reojo a Jean tratando de ser lo más discreto posible.

—Fue una linda tarde—habló ella llenado el vacio entre el cambio de canción de la radio—Tiene una familia hermosa—sonreí.

—Sí lo fue. Y Gracias por compartir este día conmigo—comenté sin mirarla todavía, aunque me moría por hacerlo—¿Cuándo es tu cumpleaños?—cuestioné.

—Diez de junio—respondió—Y la edad me la reservaré—solté una risita.

—Es justo pero fácil adivinarla.

—¿Ah, sí?

—Veintidós—la miré con una sonrisa de satisfacción.

—No responderé—negó sonriendo de igual forma.—Y también puedo adivinar la suya.

—¿Ah, sí?—río.

—Treinta.

—Siga participando—ambos reímos, y en ese momento, aparqué el auto frente a su casa, donde, todo pareció llegar a su fin. Un lindo viaje y una perfecta compañía estaban terminándose por ahora, y de cierto modo, me afligía.

—Gracias por el regalo, Jean—exclame mirándola. Sonrió, y la luz de la calle iluminó su sonrisa. Era de noche, y nada a mi alrededor tenía mi atención completamente, solo ella.

—No fue nada, señor—sonrió.

—Creo que tenemos que hablar ahora de eso.

—¿Qué?—se sorprendió.

—Nos besamos, Jean—recordé—Y para mí no es cualquier cosa.

—Lo lamento, señor. Lo último que quiero es causarle problemas—tomo el mango de la puerta para salir, rápidamente la detuve y la volví a besar un momento. Cada rocé y cada movimiento, se sentía como el primero, mágico, encantador, único.

—Estoy enamorado de ti, Jean—confesé al separarnos, ella abrió un poco los ojos de asombro, mientras seguía sujetándola del rostro sin apartarme de ella.

—Pero usted está comprometido—murmuró con la garganta obstruida.

—Sé que esto está mal por eso, pero se siente tan bien. Besarte se siente bien. tocarte, abrazarte, admirar tu existir, Jean...--suspiré—Si tu no sientes lo mismo no tendré que hacer otra cosa más que alejarme y casarme con una mujer que no amo, en cambio si me correspondes, lucharía por nuestro amor.

—Oh, Rami—susurró y me besó está vez—También estoy enamorada de ti—dijo al alejarse un poco. Sonreí enormemente y en mi pecho, corrió un escalofrió fugaz que erizo toda mi piel—Pero ambos tenemos mucho que perder con esto, ¿Crees que vale la pena?—preguntó preocupada.

—Claro que sí, tú vales la pena.

—Me refiero al tratamiento de tu madre, tu trabajo, mi carrera...--la miré en silencio. Tenía razón, esto era muy precipitado y le caería como bomba a Portía.

—Por mí no te preocupes—hablé—Pero...

—Quizá debamos esperar un tiempo, hasta que termine la pasantía y tú puedas hablarlo con ella—asentí con la cabeza.

—Eres muy sensata y razonable—elogie—No dejas que tus sentimientos te cieguen, eres una mujer muy inteligente—sonrió ruborizada.

—Que tú lo digas me alaga muchísimo—acaricié su mejilla con mi pulgar y la besé de nuevo.

*****

Así pasaron algunos días. Jean y yo seguíamos trabajando como de costumbre y luego congeniamos en no decirle nada de lo que pasó esa noche a Ben y a Kat, ya que conociéndolos, podían ser bastantes indiscretos, y el rumor se correría como pólvora en todo el edificio. Por suerte, Portía no se encontraba en la ciudad todavía, y su largo viaje me dejó pensando.

Mi consciencia a veces me traicionaba. Yo era un hombre que odiaba las mentiras y el engaño, pero justo ahora, con esto, me sentía un hombre diferente, un hombre nuevo. Jean me hacía sentir así, y lo que sentía por ella, me hacía romper todas mis reglas, mis principios y mis valores. No era bueno, pero se sentía bien.

Verla cada mañana, sentada en ese sofá a unos cuantos metros de mí, mientras leía, tocaba su cabello o se acomodaba en su asiento, sentía que me perdía viendo el paraíso.

—¿Todo bien, señor Malek?—preguntó hacía mi después de mirarme.

—Ven aquí—sonreí. Ella respondió el gesto, dejo los papeles que leía, se levantó y caminó hacia mí. Rodeo el escritorio, y una vez frente a mí, la sujete de la cintura suevamente y la besé. Ella se hizo para atrás sentándose en el escritorio, subió sus manos a mi cabeza y tiro suavemente de mi cabello.

—Pueden vernos, señor—dijo entre beso.

—Me encanta cuando me dices señor—confesé y ella se enrojeció del rostro hasta las orejas. Me reí y la sujete de las mejillas para verla mejor.

—Quiero ser el único que provoque eso en tu rostro—susurré.

—Ya lo haces, Rami—masculló, y mi nombre en sus labios se escuchaba como un éxtasis total.

—¿Terminarás con Bill?—pregunte un poco impaciente.

—Lo haré pronto—me incline al escritorio y del cajón saqué una rosa que compré para ella esta mañana.

—Esperemos que no note esto—ella miró la rosa un tanto fascinada, me besó, para después tomarla.

En ese instante, tuvimos que separarnos de inmediato, ya que alguien había irrumpido en la habitación. 

Déjame adorarte 《Rami Malek》Where stories live. Discover now