Capitulo 31

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Los dias corrían lentamente, Susan estaba exasperada. Caspian no la dejaba ni ir al baño sin un guardia o, dama de compañía. Al tercer día lo envió al infierno y, regreso a su habitación. Su enojo duro una semana, hasta que una noche los antojos de su bebe la arrancaron de la cama y, al abrir la puerta de la habitación, se encontró al muchacho durmiendo junto a su puerta con una espada en la mano. Con cariño, se inclino junto a él y, beso sus labios. El rey, abrió rápidamente los ojos, con una mano en la espada, al ver a su novia, relajo su postura.
-¿Que haces aquí, Caspian?- susurro acomodando los mechones de su cabello.
-¿Por que estas levantada a estas horas?
-Es descortés responder una pregunta con otra- rebatió la muchacha levantando una ceja, dejándose caer a su lado.
-No puedo dormir sin ti, necesito saber que seré el primero en llegar a ti si necesitas algo- bufo molesto mirando al piso.
-Tengo antojos- respondió sonrojada- realmente me estoy muriendo por helado de vainilla.
El muchacho sonrió con cariño besando su frente. No podía evitar el deseo de tocarla al tenerla cerca.
-¿Qué estamos haciendo Cas?- Suspiro resignada la muchacha, apoyando su cabeza en su hombro. Si alguien los viera, creería que estaban locos, sentados en el pasillo en el medio de la noche.
-Lo siento, yo se que me he estado excediendo pero, realmente estoy aterrado de que algo pueda pasarles de nuevo- respondió acariciando su vientre, por primera vez en toda la semana, sintiendo la patada de su bebe en respuesta a su voz. El joven sonrió sin poder evitarlo.
-Lo se, Rillian te necesita. Me ha estado pateando realmente duro desde que tu no estas cerca, creo que intentaba atravesar mi vientre, e ir a buscarte.
El joven rio y, beso su estomago- Papá esta aquí amiguito, ya deja de lastimar a mami. Papi fue un idiota y, hizo enojar a tu hermosa madre, te prometo que no lo hare de nuevo. Te amo mi chiquitin ...
Cuando miro a su novia, las lagrimas caían por su rostro y, un tierno puchero tironeaba de sus labios.
- Lo siento, no quise apartarlo de ti. Yo solo ...
-Ven aqui- respondió rodeándola con sus brazos- yo lo siento mi princesa, los amo mas que a nada en el mundo ...
- Y nosotros a ti ...
-Ahora, ¿Dijiste helado de vainilla?
Ambos caminaron rápidamente por los pasillos de la mano, intentando no hacer ruido para no despertar a nadie. Susan se sentía como una colegiala, con el corazón desbocado ante ser reprendida en una travesura con el chico malo de la escuela.
Cuando llegaron a la cocina, Caspian la tomo de la cintura y, la levanto cuidadosamente, besando su boca para silenciarla, ante su jadeo de sorpresa, depositándola en la encimera.
-Quédate quieta princesa- susurro sobre sus labios. La muchacha se estremeció, recordando la ultima vez que el muchacho le dedico esa frase.
Caspian caminaba en la cocina como un bailarín, sus movimientos eran agiles y, preciosos, como si se deslizara sobre las nubes. Todo lo contrario a ella, que con aquel embarazo se habia vuelto una patosa.
El muchacho se paro frente a ella con una dulce sonrisa, Susan sintió la boca seca mientras el joven le tendía el plato de helado. Fue consiente rápidamente de los primeros botones abiertos de su camisa y, no quiso nada mas que verla tirada al otro lado de la habitación.
En silencio, tomo una cucharada y, antes de que el muchacho lo previera, la deslizo por la pequeña abertura entre su pecho y, su cuello. El rey la miro con el ceño fruncido, pero nuevamente, antes de que el muchacho pudiera hablar, la joven deslizo la lengua por su pecho. Definitivamente, comer sus antojos de aquella forma, era mucho mas placentero. No volvería a mirar un helado de la misma manera.
-¿A que estas jugando Susan? - respondió el muchacho con voz ronca. La joven lo miro con una leve sonrisa mientras tomaba otra cucharada de helado, dejándola caer sobre su pierna desnuda. Levanto una ceja en su dirección, sin emitir palabra, mientras se metía lentamente otra cucharada de helado en la boca. El joven sonrió con picardía, y se inclino para pasar su boca retirando lenta y, tortuosamente el helado. La joven jadeo, cuando sintió sus frías manos frotando círculos en su entrepierna.
-¿Quieres jugar preciosa?- susurro el joven mordiendo el lóbulo de su oreja. La muchacha asintio, no confiando en su voz para ayudarla en la situación.
-Debes mantener esa boca cerrada princesa- susurro besando su cuello- ¿Lo entiendes?
La chica asintio lentamente, mientras miraba sus bellos ojos marrones volverse mas oscuros.
-Esa es mi chica- sonrió besando sus labios. Con una sonrisa malévola, tomo la cuchara en sus manos y, dejo escurrir el helado entre sus piernas. Con sumo cuidado, beso sus muslos mientras la chica se estremecía. Su boca estaba fria, por lo que su rose enviaba escalofríos por todo su cuerpo. Estaba torturándola, sintió sus dedos jugar con el encaje de su ropa interior, deslizándolo por sus piernas.
-Temo que tendré que confiscar estas- exclamo en un susurro ronco sobre sus piernas, guardando su ropa interior en el bolsillo trasero de sus pantalones.
Sintió su lengua pasar por toda su intimidad, mientras mordía sus labios en un intento de guardar silencio. Uno de sus dedos se coló  en su interior, la joven dejo caer su cabeza hacia atrás. "No hagas ruido" se repetía una y, otra vez. Cuando sintió sus dedos rosar aquel punto que la volvía loca no pudo resistirlo mas y, tiro del joven a su altura. Con torpeza, tiro de su pantalón, mientras lo besaba con desesperación. El muchacho acaricio su rostro, rosando con sus dedos su labio maltratado. La muchacha lo miro, la suplica en sus ojos.
-Mi princesa rebelde- susurro contra su cuello antes de tomarla de las caderas con delicadeza- Si es demasiado, solo dímelo
La muchacha asintio nerviosa, Caspian se habia portado errático desde que el doctor Cornellius le habia dado aquel sermón. Según él, no debía ser tan brusco con ella en ese estado, la muchacha le respondió que no creía que el hombre hubiera estado con nadie en aquel estado. No habian vuelto a hablar del tema desde entonces.
Caspian se adentro en ella con delicadeza, mientras la joven volvía a tirar la cabeza hacia atrás, era un ritmo lento y, agónico, se percato que una de sus manos se escabullía bajo su camisa hacia su pecho, el joven los masajeo mientras mordisqueaba su cuello. La joven no pudo evitar dejar salir un gemido ahogado. Sintió todo su cuerpo vibrar en anticipación, mientras el muchacho variaba el ritmo entre estocada y, estocada. Se dejo caer hacia atrás, mientras el muchacho sostenía rápidamente su espalda evitando que se golpee y, antes de que lo anticipara, su cuerpo exploto al sentir el liquido caliente proveniente de él.
La joven respiro con dificultad, mientras su vista se aclaraba. Caspian beso con ternura su frente sudorosa.
-Salgamos de aquí princesa, ven arriba
Susan sintió sus frías manos sobre su trasero, mientras se aferraba al plato de helado. La joven escondió el rostro en su cuello, mientras sentía su caminar rápido y, elegante.
El joven abrió la puerta de una torre despues de un rato, la muchacha insegura permaneció con los ojos cerrados mientras sus pies tocaban el piso. Estaba temblando de pies a cabeza.
-Desnúdate para mi princesa- susurro el muchacho abrazándola por detras para tomar el pote de helado en sus manos. La joven llevo sus temblorosas manos a las cintas que amarraban la camisa y, de un leve tirón, lo dejo caer al piso.
-Eres la criatura mas perfecta que ha pisado esta tierra- susurro el muchacho acariciando sus caderas- Abre los ojos cariño, no me prives de esos hermosos faros azules.
La muchacha abrió lentamente los ojos, se encontraban en un invernadero. Era uno de los lugares mas bellos que habia visto. Caspian la miraba con media sonrisa frente a ella.
-Allí esta mi chica ¿Estas asustada de mi cariño? ¿O es que ya te arrepentiste?
Susan sonrió con ironía negando con la cabeza- Temo mi rey, que de hablar demasiado, recapacites y, me encierres en mi habitación.
Caspian río, con esa risa melodiosa y grave que la muchacha tanto amaba.
-Puedo encerrarte en tu habitación, pero solo lo haría para escucharte gemir mi nombre.
Las mejillas de la joven se tornaron rosadas ante sus palabras.
-¿Qué es este lugar? - cuestiono recorriendo todo con la mirada. El rey la miro con simpatía, colocando un mechón rebelde detras de su oreja.
- Este, es tu santuario personal mi reina. Se que es injusto que te aleje del mundo, así que creí, que podría darte un lugar donde poder apartarte de todo. Además, tarde o temprano nos veremos obligados a salir, lo que me ayudara con mi irrefrenable deseo de no soltarte jamás.
La joven lo miro sintiendo su rostro de todos los colores. Estaba inexplicablemente tímida, algo que al muchacho le fascinaba.
- Ven- le dijo tirando de ella. La condujo al centro de la habitación, donde una pérgola de arboles trenzados se alzaba. En el interior habia un colchón alzado en un atril, con almohadones de todos los colores. Flores caían aquí y allá.
Con cuidado, la ayudo a subir los escalones. Una vez que la muchacha estuvo sentada, el juego volvió a iniciar.
-Recuéstate princesa ¿Te sientes cansada?
La muchacha negó con la cabeza, sintiendo la cuchara recorrer su torso desnudo. El príncipe la beso, con cariño y cuidado, queriendo mimar un poco a esa adorable chica que tanto amaba.
Cuando fue su turno, la chica dejo caer el helado restante en su abdomen, haciéndolo saltar de la impresión. Paso su lengua de arriba hacia abajo, gimiendo de vez en cuando. Realmente esta hambrienta y, ese helado era un manjar de los dioses. Con picardía, deslizo su lengua hacia sus pantalones. Se decido del resto de su ropa en un santiamén y, con la boca completamente helada, llevo a sus labios su miembro.
No hace falta decir que despues de un rato de besos y, caricias, la muchacha cayo profundamente dormida sobre su pecho.
" Nada cansada" penso el muchacho con diversión. Con cuidado de no despertarla, volvió a colocar su ropa y, la condujo silenciosamente hacia su habitación.
-Descansa princesa- murmuro besando su frente. La muchacha se acomodo inconscientemente a él, pasando sus piernas encima de las suyas y, rodeándolo con sus brazos. Caspian estuvo mas de una hora admirándola dormir antes de caer en los brazos de Morfeo. Las pecas que adornaban su rostro, la marca casi invisible de la traqueotomía, sus blancas y, torneadas piernas y, su encantador abdomen. No habría mujer en el mundo que lo trajera tan loco como ella. La vio suspirar en sueños, aferrándose mas a su pecho y, supo al mirar esos lindos y rosados labios que era el hombre mas suertudo del mundo.
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- El muerto se levanta de la tumba- exclamo su hermano menor cuando se sentó a su lado en el almuerzo- Rillian realmente te ha hecho dormir hoy.
La joven asintio adormilada, mientras comía con desgana un plato de sopa.
-¿Te sientes bien?- la muchacha asintio, colocando la cabeza en su hombro y, cerrando los ojos mientras acariciaba su vientre.
-¿Donde están los chicos?- susurro a su hermanito intentando no dormirse.
-Hay una reunion del consejo como hace una hora, están discutiendo estrategias de batalla.
La muchacha asintio con una mueca- estaré en la biblioteca.
Susan camino a paso lento, su embarazo la tenia realmente agotada aquellos dias, sus pies dolían como el infierno y, parecía que debía caminar como una anciana por los pasillos a causa de lo resbaladizos que se habian vuelto el piso.
Busco en libros elficos de historia antigua, debía haber algo que le indicara que estaba pasando. La muchacha esta inquieta, tenia el presentimiento de que algo no era lo que parecía en aquellas situación, pero la información no parecía querer presentarse.
Dejo otro libro con desgana en la creciente pila y, se levanto con desgana a buscar otro. Hizo una mueca al sentir un golpe sobre sus costillas, Rillian estaba realmente inquieto aquel día.
-Esta bien bebe- susurro acariciando su abdomen. Aquella se habia vuelto su rutina desde que habia despertado, sus parpados estaban quemados de lectura tras lectura. Sabia que estaban pasando por alto algo de vital importancia.
El libro que necesitaba estaba demasiado alto, recorrió el lugar con la mirada tratando tratando en encontrar a alguien que le ayudara pero el lugar estaba completamente vacío.
Sintió una lagrima recorrer se mejilla, se habia vuelto una inútil sentimental. Frustrada, golpeo la estantería con frustración. No previó que un libro le diera en la cabeza, no supo si fue suerte o destino, pero cuando leyó lo que en el habia escrito, no dudo en salir del lugar lo mas rápido que sus piernas le permitían.
Lo sabia.
Estaba apunto de llegar a la oficina de Caspian, cuando una voz la dejo helada en el lugar.
-Susan querida- murmuro con burla aquella voz saliendo de las sombras. La chica sintio como su corazón se paralizaba al ver a su amigo transformarse en aquella mujer. Con paso elegante, camino a su encuentro- siempre supe que eras la mas inteligente de tus hermanos.
-Aléjate de mi- dijo la joven protegiendo su estomago. Mientras retrocedía a la puerta del estudio de su futuro esposo, su cuerpo se sentía de plomo, como si cada paso le doliera.
La mujer rio con su risa estridente mientras se acercaba a paso firme a la muchacha y, clavaba sus uñas en su estomago. La muchacha gimió en agonía, perdiendo la clarides de su visión.
-Saca tus sucias manos de mi hermana bruja- grito una voz a lo lejos. Susan solo podía contemplar los fríos ojos de la mujer. Era como si estuviera abajo del agua, perdida en la quietud del océano.
Como si solo existieran ambas en el mundo.
Caspian salió rápidamente, seguido de su hermano y los señores, sentía gritos a su alrededor, pero era como si nada la perturbara. Sintió a la mujer retirar una de sus manos, mientras lamia la sangre que se escurría de sus dedos.
Susan la miro curiosa, sin comprender sus actos. Su bebe la pateaba con todas sus fuerzas, pero solo parecía algo lejano.
-Susan- escucho una voz profunda rompiendo su calma- Susan despierta.
La muchacha parpadeo aturdida, sintiendo como sus rodillas cedían bajo su peso.
-ASLAN- Grito con todas sus fuerzas por instinto, protegiendo su estomago.
Su grito se escucho en cada rincón del castillo, cada antorcha del lugar estallo en llamas y, el potente rugido de un león lo colmo todo.
Lo ultimo que sintió antes de caer en la inconciencia, fueron unas suaves manos sosteniendo su espalda y, su cabeza.

Las Crónicas de Narnia: MarcadoWhere stories live. Discover now