Asim finge pensarlo y solo se encoje de hombros.

―Lamento decirte que no he sentido algo distinto, tal vez estoy defectuoso.

―Confirmo que no es tan rápido.

―Y no sé si el hecho de que hayas escuchado sobre mí me hace sentir importante o raro. Lo cierto es que me gustaban las entregas, pero como bien dicen, ahora ni siquiera estoy seguro de que vaya a tener algo que entregar. Y, por otro lado ―me mira―, alguien me dijo algo importante. Es mejor hacer el intento, que limitarte a mirar.

Le dedico una ligera sonrisa. Olvidaba que él tampoco tiene demasiada experiencia y aun así se quedo con nosotros en aquel momento. ¿Cómo estarán Koller y Kyla? No hay a quien preguntar por ellos, tal vez Liel haya escuchado algo. Pensar en él me hace sentir extraña, si quiera sé a donde fue.

―Supongo que no todos llegamos por voluntad aquí.

Todos ven a Bek, que simplemente sonríe.

―¿Qué puedo decir? Quería algo de diversión, además de las damas, claro.

―Vaya diversión.

La conversación no dura mucho más y unos minutos después me encuentro caminando rumbo a la habitación que comparto con Liel. No estoy segura si él está ahí, no volví a verlo.

Empujo la puerta, pero no hay nadie dentro, lo que en cierta forma me alivia un poco, así que dejo mi ropa sobre la cama y empiezo a despojarme del traje de entrenamiento, cuando la puerta se abre a mi espalda.

Liel es un desastre, tal como lo vi en la sala de entrenamientos. Pareciera que ha cruzado el desierto y ni él o su vestimenta han tocado el agua en días. Su aspecto debería ser desagradable, pero el aire salvaje que le confiere solo acentúa sus rasgos varoniles.

No estoy segura sí debería decir algo, aunque él tampoco habla. El silencio es incómodo mientras cierra la puerta y su mirada cae sobre mi hombro descubierto.

―Yo... ―No es como si no me hubiera visto desnuda antes, pero de alguna forma de siente distinto.

Se pasa la mano por el pelo, del que veo caer restos de polvo.

―Lo siento.

―Solo estoy cambiándome ―digo apresuradamente, acomodando el traje.

―No te estaba ignorando. ―No es lo que esperaba que dijera.

―¿Qué? ―Mi confusión debe reflejarse claramente en mi rostro.

―Tenía que ocuparme de algunas cosas antes de verte, especialmente porque estoy tratando de arrojarle sobre ti.

Esa declaración hace cosas curiosas en mi estomago y más abajo. El aroma de mi excitación perfuma la habitación y veo como sus fosas se dilatan, captando lo que debería hacerme sentir avergonzada, pero solo consigue que la humedad impregne mi parte más íntima.

Dejó caer la parte superior del traje, como una clara invitación, que acepta, poniendo su boca sobre mi hombro. Él gruñe y se separa un poco.

―Necesito un baño ―consigue decir, pero veo el deseo crudo en sus ojos, así que, poniendo una mano en su pecho, lo empujo hacia la ducha. Él parece entender lo que pretendo y nos conduce al interior del pequeño espacio.

Nos toma unos instantes deshacernos de la ropa, que termina sobre el piso, es posible que alguna no pueda volver a usarse, estoy casi segura de haber escuchado un par de rasgones. Eso no importa.

Nos miramos de frente, mientras el agua es helada cae sobre nosotros, pero ninguno parece tomarle importancia. Tomo el jabón y lo deslizo por su pecho desnudo y por otras partes, tomándome el tiempo en cada espacio. Liel se deja hacer, pero parece tan tenso, como si estuviera luchando por no tocarme, al menos hasta que tomo su miembro, en segundos, el baño queda de lado y todo lo que importa es tocarnos.

Nuestras bocas se encuentran, con urgencia y poca delicadeza. Siento la punta de sus colmillos rozar mi lengua, así que lo hago intencionalmente, provocando que la sangre envuelva nuestro beso. Sus brazos me rodean, los míos van a su cuello y a su cabello.

Eleva una de mis piernas, llevándola a su cintura, mientras se conduce dentro de mí, me apoyo en su pecho sin dejar de besarlo, mis caderas buscando la fricción de nuestros sexos.

―Necesito alimentarme ―murmura en medio de nuestro beso.

Asiento, empujando su boca en mi cuello y alegrándome de haberme alimentado.

Reparte una cadena de besos por mi garganta, antes de que su lengua encuentre el punto correcto y cuando sus colmillos perforan mi piel, parece ser justo lo que necesitaba para correrme. Gimo en voz alta y me entrego al placer, al éxtasis. Él acelera el ritmo de sus acometidas y no demoro en estar de nuevo deshaciéndome entre sus brazos. 

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⏰ Última actualización: Jun 25, 2023 ⏰

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La guardia (Saga la Donante #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora