―No, probaremos algo de combate cuerpo a cuerpo. ―Eso capta la atención de todos y me hace gemir, provocando que todos me miren―. ¿Algo que compartir? ―podría estar equivocada, pero casi puedo ver la diversión en los ojos de Fabien.

―Soy mala con los combates ―admito.

―Ese es el punto, mejorar. Vayan a cambiarse. Formaran parejas y veremos que tanta practica necesitamos.

Titubeo, viendo como todos entran al pequeño vestidor, donde usualmente siempre soy la primera en vestirme y claro, a solas. Liel siempre lo considera, pero Fabien no dice nada.

―¿Pasa algo?

―Nada ―murmuro, no queriendo llamar más la atención y resignada a dejar de lado el pudor.

Varios traseros y espaldas desnudas me saludan cuando entro, pero ninguno parece alarmado por mi presencia. Asim me llama y me entrega un conjunto.

―Cámbiate ―dice usando su cuerpo para cubrirme y dándome la espalda, mientras ajusta su camisa.

Genial.

Me paso la camisa por la cabeza y cambio mis pantalones. Si hubiera sabido me habría vestido en mi habitación.

―¿Lista? ―pregunta aun de espaldas.

―Si, vamos. ―Le doy un golpecito en el hombro.

Cuando volvemos, Fabien no ha cambiado su postura, pero si ha llamado a otro de los guardias, nos da indicaciones de formar pareja y aunque Asim me elige, termino emparejada con Karam. Me saca unos 30 centímetros y algunos kilos, pero no me muestro intimidada y eso lo divierte.

―Prometo ser suave. ―Le dedico una mirada sospechosa, que hace que sonría.

―Lo haremos por turnos ―Fabien explica señalando a su compañero, que flexiona los brazos y los pone sobre su pecho―. Primero uno tendrá que bloquear los golpes de su compañero ―mientras lo dice, golpea al guardia, que ni siquiera se mueve―, deben arrojar los puños con velocidad moderara. Y antes de que pregunten, si, iremos acelerando gradualmente la velocidad, pero no quieran correr antes de probarlo. ¡Comiencen!

Me toca cubrir e imito la postura que nos mostró Fabien, pero Karam va tras mi rostro, así que obtengo un par de golpes en un costado y los hombros. No me quejo, solo lo miro con promesas de venganza.

―No deben retroceder ―grita Fabien, cuando mis piernas ceden y trastabillo―. Separa las piernas, apoya con el estómago y equilibra con los hombros.

Suena más fácil hacerlo que hacerlo, especialmente cuando la velocidad de los puños de Karam aumenta.

―Oye, ¿Dónde quedo lo de encerar y pulir?

Hay un par de risas, pero Fabien solo sacude la cabeza y sigue dando instrucciones.

No tengo problemas para seguir la trayectoria, pero si para esquivar o bloquear y no retroceder. Es casi instintivo.

Sus nudillos rozan mi barbilla un par de veces, hasta que consigue darme en la frente. El golpe me toma por sorpresa, pero no caigo.

―¡Cambio!

Le dedico una sonrisa perversa mientras dejo caer los brazos y empuño las manos.

―Mi turno.

Karam sonríe de lado y se pone en posición.

Para cuando terminamos, tengo un par más de golpes en la cara y bastantes en los brazos y hombros.

―No tienes mala mano ―Karam se frota la barbilla.

―La próxima conseguiré darte en el ojo ―amenazo, provocando que se carcajee.

―Bien hecho ―Fabien nos observa, su expresión pensativa―. Tenemos algunos buenos elementos. ¿Qué tipo de arte marcial practicabas? ―le pregunta a Karam. Él se encoge de hombros.

―Ninjutsu y Hapkido.

―O sea que también eres ninja ―murmuro un poco indignada―. No tenia oportunidad.

―Juro que no saque ventaja. ―Levanta las manos―. Y me diste algunos buenos.

―Recuerda que eres un vampiro, Mihan. La fuerza no tiene nada que ver si eres mujer o hombre, mas bien se trata de habilidad.

Me gustaría señalar que tampoco tengo nada de eso, pero asiento.

―Esta por amanecer, por hoy es todo. Descansen. ―Hay un coro colectivo de asentimientos―. Lo digo en serio, mañana será contra mí, así que tómenlo con calma.

Recojo mis cosas, sin molestarme en cambiarme, con la idea de devolver después el traje, pero Fabien me detiene antes de que abandone el lugar.

―Ya sé que soy mala ―comienzo imaginando por donde va el asunto―. Antes no podía ni matar una mosca, conseguí darle dos en la barbilla y uno en la mejilla. ¿Eso no cuenta?

―No era por eso, pero es bueno saberlo. ―Si, se ríe de mí―. ¿Qué tan buena eres con las armas?

―¿Pistolas?

―No, espadas.

―Salvo Karam, creo ninguno tenemos pinta de samuráis, pero...

―Creo con tu tamaño y velocidad, podrías inclinarte con las cuchillas. No siempre se puede competir con los puños y sacarías algo de ventaja con un arma.

―Creo que Abiel dijo algo de eso.

―Si, pero la mayoría ha tenido un entrenamiento, necesitas ponerte al corriente.

―Lo sé.

―Tienes lo básico, pero si llegaras a enfrentarte a alguien que conoce de armas o combate, estarías en el suelo en un segundo.

―Gracias, eso es motivador.

―Yo podría enseñarte con las espadas. ―Lo observo con sospecha―. Sé que Liel es tu entrenador, pero soy mejor con la espada que él. Lo suyo son las estrategias y suele ser mas de combate a puños, imagino que te ha mostrado algo de eso.

―Si. Pero ¿Por qué quieres enseñarme?

No me ha pasado por alto que Fabien no parece la persona favorita de Liel y tengo curiosidad.

Fabien sonríe de lado y resulta simplemente impactante.

―Necesitamos buenos elementos y podría tomar algo de tu tiempo para enseñarte, pero...

―¿Pero?

―Liel no estaría muy contento. ―Ahora eso no tiene sentido.

―¿Qué quieres decir? ―Se encoje de hombros y ladea la cabeza.

―Él ha dejado claro que eres suya, así que a menos que él autorice, no debo acércame a ti.

Tengo la respuesta en la punta de mi lengua, pero negar la propiedad de Liel, podría ponerme en la mirada de algunos.

―Si es sobre combate, no debería haber problema. ―Hago énfasis, midiendo su reacción. Fabien no parece una mala persona, pero no estoy segura―. Preguntare.

―Hazlo. Creo que las cuchillas son lo tuyo. ―Se gira y me deja pensando sobre su propuesta. 

La guardia (Saga la Donante #4)Where stories live. Discover now