65. 𝗕𝗢𝗚𝗚𝗔𝗥𝗧

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.capítulo sesenta y cinco

                   MALFOY NO VOLVIÓ A LAS AULAS hasta última hora de la mañana del jueves, cuando los de Slytherin y los de Gryffindor estaban en mitad de la clase de Pociones, que duraba dos horas

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                   MALFOY NO VOLVIÓ A LAS AULAS hasta última hora de la mañana del jueves, cuando los de Slytherin y los de Gryffindor estaban en mitad de la clase de Pociones, que duraba dos horas. Entró con aire arrogante en la mazmorra, con el brazo
derecho en cabestrillo y cubierto de vendajes, comportándose, según le pareció a Harry, como si fuera el heroico superviviente de una horrible batalla.

—¿Qué tal, Draco? —dijo Pansy Parkinson, sonriendo como una tonta—. ¿Te duele mucho?

—Sí —dijo Malfoy, con gesto de hombre valiente. Pero Harry vio que guiñaba un ojo a Crabbe y Goyle en el instante en que Pansy apartaba la vista.

—¿Lo has visto? —le susurró Harry a Lucy, la cual estaba sentada a su derecha. La pelirroja solo giró los ojos y siguió escribiendo.

  No le hacia falta ver a Malfoy, ya sabía que podría inventar cualquier cosa.

—Siéntate —le dijo el profesor Snape amablemente.

  Harry y Ron se miraron frunciendo el entrecejo. Si hubieran sido ellos los que hubieran llegado tarde, Snape no los habría mandado sentarse, los habría castigado a quedarse después de clase. Pero Malfoy siempre se había librado de los castigos en las clases de Snape. Snape era el jefe de la casa de Slytherin y generalmente favorecía a los suyos, en detrimento de los demás.

  Aquel día elaboraban una nueva pócima: una solución para encoger. Malfoy colocó su caldero al lado de Lucy, Harry y Ron, para preparar los ingredientes en la misma mesa.

—Profesor —dijo Malfoy—, necesitaré ayuda para cortar las raíces de margarita, porque con el brazo así no puedo.

—Weasley, córtaselas tú —ordenó Snape sin levantar la vista.

  Ron se puso rojo como un tomate. Lucy levantó un poco la mirada para ver la sonrisa arrogante de Malfoy.

  Había prometido a sus padres tener calma, para ir practicando para su reinado. Pero no podía con Malfoy, pronto gritaría de histeria.

—No le pasa nada a tu brazo —le dijo Lucy a Malfoy entre dientes.

  Malfoy le dirigió una sonrisita desde el otro lado de la mesa, pero la misma se borró cuando Rawraq—, que de había hecho costumbre wue anduviera en el hombro de Lucy,— abrió su boca, mostrando todos sus filosos colmillos. Malfoy dirigió su mirada hacia Ron.

—Ya has oído al profesor Snape, Weasley. Córtame las raíces.

  Ron cogió el cuchillo, acercó las raíces de Malfoy y empezó a cortarlas mal, dejándolas todas de distintos tamaños.

—Profesor —dijo Malfoy, arrastrando las silabas—, Weasley está
estropeando mis raíces, señor.

  Snape fue hacia la mesa, aproximó la nariz ganchuda a las raíces y dirigió a Ron una sonrisa desagradable, por debajo de su largo y grasiento pelo negro.

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