c.003: Al tanto.

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—¡Dejen de seguirme! —ordenó la pelirroja por quinta vez, refunfuñando

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—¡Dejen de seguirme! —ordenó la pelirroja por quinta vez, refunfuñando.

Lucy se dirigía a el muro que la llevaría a King's Cross, la estación de tren y de allí iría a tomar el expreso de Hogwarts por el andén 9 3/4, como lo decía en la carta.

Cuando había llegado al Callejón Diagon había tenido la suerte de toparse con Sara McGregor, Marcus McGregor (su padre) y Andrew Lanfert (su asistente personal), la rubia niña le había dado sus cosas, gracias al cielo, porque Lucy no tenía ni un Galeón, Sickle o si quiera un Knut. Por lo tanto tenía la varita que su madre le había dejado y llegó a ella a través de la profesora McGonagall. Lucy había pensado que esi era de su madre, ¿qué tan difícil podía ser manejar?

Pero el problema era que Sara había enviado a Andrew a comprar todo otra vez, mientras ella y su padre seguían a Lucy por todo el callejón. Lucy sólo seguía caminando por allí para perder a la niña y a su padre, pero aquello se le complicó cuando el asistente personal de la niña McGregor las encontró y ahora los tres seguían a la pelirroja hacia el muro.

La rubia no para de hacerle preguntas y si quería algo.

Lo que Lucy descubrió de Sara McGregor aquella vez, fue que la niña era millonaria, incluso diría que es billonaria.

«Debí seguir de largo aquél día». Pensó Lucy, soltando un suspiro cansado en cuanto los cuatro llegaron al muro.

El señor McGregor sacó su varita y tocó el mural de ladrillo con ella. Los ladrillos comenzaron a moverse, dejando a la vista otro Callejón, pero éste del mundo Muggle.

Lucy se quedó impresionada.

—¿Verdad que es emocionante y sorprendente? —preguntó Sara, respirandole en el cuello.

Lucy se apartó rápidamente. Aquella niña necesitaba un psicólogo con emergencia.

—Deja de hacer eso —dijo Lucy cruzándose de brazos.

—Adelante, jefa —dijo Sara, ignorando la petición de Lucy. La rubia le señaló el callejón para que cruzara primero.

Lucy soltó otro suspiro y arrastró sus valijas—, por las cuales Sara había insistido más de una vez en qué la cargara Andrew. Pero Lucy se compadecía del chico que al parecer tenía veinte años,—caminado hacia el callejón muggle.

Los tres cruzaron luego de la pelirroja. Lucy se impresionó más cuando vio el mural cerrarse otra vez tras de ellos.

Cruzaron la calle, mientras Sara le preguntaba cosas personales a Lucy. La pelirroja le hablaba cortante, pero de buena manera. Después de todo, Sara había sido amable con ella.

Cuando llegaron a King's Cross, ambas habían puesto sus maletas de dos carritos.

—Andén 9¾..., andén 9¾... —murmuraba Lucy, mientras observaba los carteles colgados en las columnas de ladrillos y caminaban entre las personas.

✓ DRAGONS, harry potter [#1]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz