Capítulo 6

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Suspiré. Mi mente estaba inundada de las palabras de JungKook, de su mirada decidida y de su semblante neutral; estaba inundada de esa mirada tranquila y llena de admiración con la que me miró; inundada de sus facciones, de la manera que movía sus labios al hablar, de sus manos en cuando ejercía un suave golpeteo en la mesa y yo no sabía en cuando mierda me había fijado tanto en los mínimos detalles de él, pero no podía sacarlos de mi cabeza.

No entiendo, no me entendía ni lo entendía a él, su repentina confianza y esa jodida belleza que traía bajo ese cabello perfectamente peinado, para nada a la moda y esos estúpidos lentes que solía utilizar. Estaba por volverme loca, por volverme jodidamente loca, ¡apenas lo conocía hace unos días! ¿qué está pasando específicamente conmigo?

Suspiré nuevamente y me desordene el cabello con frustración al mismo tiempo que dejaba mi espalda recargarse en la pared. Estaba afuera del instituto esperando a JungKook antes de siquiera notarlo, ¿por qué? No lo sé en lo absoluto. Probablemente él haya llegado más temprano, pero no me permití pensar en esa posible opción pues estaba demasiado sumergida en mis pensamientos. Pensé en llamarlo, pero en ese instante me dí cuenta que no tenía siquiera su número de teléfono. Bien hecho, tarada, ¿un chico del cuál siquiera tienes el número está en tu mente constantemente? Dios, debía estar enloqueciendo.

—Pero miren a quién tenemos por aquí. —esa voz, esa grave voz es más que reconocible: TaeHyung, su nombre se había quedado grabado en mi retina luego de lo que le había hecho a JungKook—. ¿Te gustó el regalo que te hice?

Le miré al instante ante sus palabras, percatandome de esa burlona sonrisa que mantenía en el rostro y luego, en que estaba completamente solo. Mal ahí, quería moler a golpes a él y sus secuaces.

—Claro, me encantó, tanto así, que también preparé uno para tí por la consideración que tuviste. —le regalé una sonrisa llena de cinismo y le enseñé el dedo del medio de mi diestra. TaeHyung no tardó en reír y dar lentos pasos hacia mí.

—Qué lindo regalo, ¿puedo consérvalo? —murmuró una vez frente a mí.

—Claro, si te lo metes por el culo. —entonces me dispuse a irme, pero este apoyó ambas manos a los costados de mi cabeza contra la pared con fuerza haciéndome pegar un brinco ante la sorpresa—. ¿Qué creés qué hac-...

—Escuché de Jin que el otro día viste algo muy interesante en la enfermería, ¿qué no te cansas de meterte con nosotros? —entonces lamió sus labios y se inclinó hacia mí—. ¿JungKook no te dejó el mensaje? Si quieres, puedo recordárselo.

Y esa fue la gota que rebalsó el vaso para mí y sin siquiera procesarlo, alcé la pierna dándole otra patada en la entrepierna. Si bien no me caracterizo por ser una persona agresiva, este tipo de situaciones me descolocaba y como antes tolere este tipo de situaciones, no dejaría que JungKook ni nadie pasara por lo que alguna vez me tocó.

—Si vuelves a ponerle un dedo encima no solo vas a conocer las estrellas.

Lo empujé hacia atrás, liberándome al fin de la prisión que había creado con sus brazos y bajo la mirada de todos los presentes, me fui caminando hecha una verdadera furia.

(...)

Estábamos en la esperada hora del almuerzo, yo estaba sentada frente a el adorable JungKook quién entre jalones intentaba que su cabello se mantuviera donde quería, después de todo, luego del corte que la había hecho, su cabello ya no estaba tan largo como antes y no podía acomodarlo como solía hacerlo. Por suerte, no había visto a TaeHyung ni al dúo de tarados que suele andar detrás de él.

—JungKook. —murmuré al notar como optaba por dejarse el cabello desordenado para agarrar sus palillos y comenzar a comer.

—¿Mhn? —se llevó una porción de arroz a la boca y entonces levantó la mirada para observarme. El cabello cubría parte de sus ojos y el hecho de que lo tenía alborotado lo hacia ver realmente bien.

—¿Cómo están tus heridas? —ahora mi mirada recorrió su rostro que aún conservaba las marcas de los golpes de los estúpidos y TaeHyung.

—Ah, eso. —tragó el arroz y yo me dispuse a comer también—. Pues están bastante bien gracias a tí, las curaste y desinfectaste bien.

Sonreí de costado, después de todo tenía experiencia curando heridas, aúnque, no me convencía mucho la idea de que JungKook anduviese por ahí con el rostro sin ninguna venda en específico, pues al parecer se las había quitado ayer. Estaba apunto de abrir la boca para decir algo respecto a las vendas, pero el sonido de las sillas moviéndose alrededor de ambos y la expresión tensa de JungKook me hizo cambiar mi foco de atención.

TaeHyung, el chico con rostro de angel y un chico de piel lechosa tomaron asiento a nuestro alrededor, siendo TaeHyung quién se sentó a mi lado derecho y los otros dos a los costados de JungKook. Miré al de sonrisa de conejo un instante, percibiendo el temor en sus ojos, esto no era bueno.

—Vaya, que lindo corte de pelo, rata. —murmuró el de rostro de angel, tocando algunos cabellos del de ojos temerosos.

—No lo toques. —gruñí y esto pareció llamar su atención, porque desvió su mirada hacia mí y apoyando ambos codos en la mesa y su mentón en sus manos, me prestó su atención total y absoluta.

—¿Hay qué ponerle bozal? Me parece que esta perra muerde. —mencionó el de piel lechosa y yo tomé los bordes de la silla, dispuesta a pararme e irme, pero una mano me detuvo.

—Siéntate si es que sabes lo que te conviene. —la grave y demandante voz de TaeHyung invadió mis canales auditivos y con recelo, obedecí. No por miedo, sino, porqué sabía muy bien lo que podían hacer con JungKook luego—. Hemos venido a negociar.

Fruncí el ceño, ¿negociar sobre qué?

—Estoy consciente de lo que viste en la enfermería y si te mantienes en silencio, entonces no será necesario que tomemos medidas. —el de rostro de ángel volvió a hablar y yo rodé los ojos, ¿a esto le llaman negociar?

Entonces fue cuando entendí algo. Uno de los chicos que estaban a los costados de JungKook se había follado a la enfermera, eso quiere decir que es una información más que importante y por lo tanto, podría chantajearlos con eso. Soy una genio.

—Si es así, entonces iré ahora mismo a hablar co-...

—Dejaremos de molestar a JungKook —habló TaeHyung, apoyando uno de sus codos en la mesa para apoyar su cabeza en su mano y mirarme—, por un mes.

Un mes es realmente injusto, pero me daba el tiempo suficiente como para enseñarle a JungKook a no volver a mirarlos con ese temor que hace segundos vi en su mirada y la próxima vez que se atrevieran a tocarlo, esperaba que JungKook les pateará el culo. Sonreí ante mis pensamientos, el plan perfecto.

—Acepto. —sonreí de costado.

Editado.

Mi mascota; JJK (en edición) Where stories live. Discover now