💙 Capítulo 27 💙

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XVII: La feria

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XVII: La feria.

Narra Lucas.

Toco el timbre.

Me es inevitable pensar en los archivos que aun no podemos terminar de inspeccionar por completo, son demasiados los que hemos revisado y aun así continuamos en el punto de partida.

No escucho cuando se acerca solo el momento en que la puerta hace un ligero sonido para abrirse. Elisa sale con unos pantalones que remarcan sus piernas arqueadas y una blusa blanca con chaqueta de mezclilla encima, lleva unas zapatillas planas y a pesar de verse arrebatadoramente bella, su carita delata que no se encuentra bien.

—Hola, bonita —no dejo que responda, al inicio se sorprende por lo repentino del beso pero no tarda en acariciarme con sus labios a un compas lento y pausado, disfrutando del momento. Cuando nos separamos ella tiene una linda sonrisa en el rostro, de esas que solo me enamoran más.

—Hola —dice con las mejillas completamente rojas siendo uno de los actos más tiernos que he visto. Cierra la puerta tras ella.

Tomo su mano y la jalo con delicadeza a mí para sujetarla con firmeza de la cintura y emprender camino, la feria está relativamente cerca por lo que no creí necesario pedirle el auto a mamá.

—¿Me dirás que tienes? —pregunto con cautela cruzando una calle.

Hace una mueca extraña.

—Mejor hay que divertirnos —pide como una niña pequeña y no puedo negarme.

—¿A qué hora nos vamos a ir mañana? —mañana cumple años y estoy un poco nervioso por no saber si le va a gustar mi regalo, incluso le pedí ayuda a mamá tragándome la vergüenza y las burlas del idiota de Robert. Quedamos en que iría en mi auto con Julieta y Raquel ya que su hermano se llevaría a varios amigos, una oportunidad casi perfecta.

«Que mal que el auto de Erick no tenga dos asientos extras»

—A las siete —contesta con cierto pesar. Detesta levantarse temprano pero sé que se muere por ir.

—Te puedes dormir de camino —consuelo. Vislumbro unas luces de colores y a más personas dirigiéndose en la misma dirección que nosotros.

—¿Y perderme la compañía? Ni hablar —sonríe hacia el frente pero yo no me pierdo ningún gesto que hace— Tal vez convencí a Raquel de llevarse el auto y así solo ir tú y yo —dice con complicidad, como si hubiese hecho una travesura.

Me rio, la detengo y la beso sin poder controlarme un segundo más. Es que solo la veo y esos labios me piden a gritos silenciosos ser besados; comienza siendo un roce dulce pero ella marca un ritmo más acelerado lleno de frenesí que sabe a gloria por lo que no tardo nada en igualarla y aumentar las sensaciones. Es como si algo explotara dentro de mío, siempre es así pero no por eso deja de ser mejor. En este contacto hay demasiadas emociones por parte de ambos, hay ternura, amor, dolor, secretos, heridas sin sanar. No nos detenemos hasta que nuestros pulmones nos lo exigen. Jadeamos en medio de la calle importándonos un bledo quien podría estar observándonos.

No soy ciega [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora