XLII: VIVIR
NARRA ELISA
Ir a una nueva escuela es difícil.
Compañeros nuevos.
Maestros nuevos.
Entorno desconocido.
A mi paso los cuchicheos vienen incluidos.
No sé cuántas veces tropecé el primer mes a pesar de no soltar el bastón. Tampoco de las veces que llore en el baño de la escuela queriendo esconderme, muchas de esas veces les llame a Raquel y Julieta que desde el otro lado de la línea me animaban a salir.
Me armaba de valor apretando demasiado el bastón que se me resbalaba de los dedos por el exceso de sudor causado por los nervios. Intentaba caminar derecha aunque sentía una presión dentro de mi pecho que me comprimía; al inicio estaba confundida, jamás me había pasado eso y entonces entendí que jamás había estado sola.
Siempre conté con Erick...
Con el tiempo y ayuda de mi hermano comencé a interactuar más y conocí a mis amigas pero yo ya estaba en terreno firme.
Siempre en una zona de confort.
Nunca buscando más allá de lo conocido.
Lo único a lo que me aventure, con lo único que me atreví, fue a sentir tanto por un chico de cuyo proceder no sabía mucho. Lucas ha sido lo único que no estaba en mi zona segura.
Con el pasar de las semanas y ayuda de la psicóloga a la que mamá me llevaba una vez por semana, fui sintiéndome más segura de mi misma.
—¿Le has dado una oportunidad? —preguntó Helen después de mi primera semana de escuela, ya llevaba con ella tres sesiones.
Busque de entre mis recuerdos... esos días prácticamente me la pase del salón al baño y apenas sonaba la campana de salida volvía al baño esperando la marcha de los demás para después de algunos minutos volver a salir.
Negué avergonzada por mi cobardía.
—¿Te han tratado mal? —cuestionó cautelosa.
Hice una mueca.
—Mal no... pero es difícil, cuando llego no hay... no están —me trabe intentando explicarle algo que ni yo entendía por completo.
—No están tus amigas.
Suspire.
El proponerme ser fuerte no lo cumple por arte de magia.
—Hay dos opciones —la escuche atentamente—. En la primera, te lanzas al vacío esperando no morir con la caída y disfrutando del trayecto. O la segunda, te quedas en el precipicio, segura pero sola.
Me lance al vacío... figurativamente hablando.
No enseguida. El lunes próximo de esa conversación intente hablarle a alguien de mi derecha en clase de cálculo. Me arrepentí antes de siquiera abrir la boca.
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No soy ciega [✔️]
Teen FictionElisa Montero es una chica que desde muy pequeña quedó ciega, fue difícil aceptarse y acostumbrarse a lo que es. Gracias a su familia y amigos puede tener una vida normal de adolescente, asiste a la escuela, va a fiestas y sale con chicos... bueno e...