29: Borrachera Destructiva. Parte 3.

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Las palabras de Shane me dejaron en shock unos segundos. Mis ojos se quedaron abiertos de par en par, la sonrisa de Shane no tardó en aparecer.

¿Escuche bien lo que me dijo?

—Shane.

—No te atrevas a decirme que yo a ti no. Porque me estarías mintiendo y no sabes cuánto lo odio —su mirada se tornó sería. Puso de pie quedando frente a mí, incline un poco mi cabeza para encontrarme con sus ojos color miel, su mano se elevó hasta que llego a mi cabello y comenzó a acariciarlo.

Mi corazón está latiendo demasiado rápido.

Él sabía perfectamente que yo no necesitaba responder. Él sabía cómo me ponía con mirarme, él sabía leerme tan bien. Bajó hasta mi estatura. Entonces me besó, sus carnosos labios rosados estaban sobre los míos tan pronto como pude se lo devolví, esto sabe tan bien. El beso era tierno, pero tan pronto como todo sucede se comenzó a tornar en un beso lujurioso, se dejó caer sobre la silla en la cocina colocándome sobre el regazo. Estaba acariciando mis piernas yo lo tenía por el cuello. No podía dejar de saborearlo, lo necesitaba.

La manera en que su boca era satisfactoria, éste beso era tan perfecto como el que nos dimos en nuestra habitación, cómo los dos que nos dimos en Europa, sin embargo, éste llevaba ese sentimiento de mira cuanto me gustas, mira cuánto te deseo.

Pero entonces la puerta se abrió haciendo que nos sobresaltáramos. Shane me apretó contra el para que no me levantará debido a su erección, escondí mi cara en su cuello.

—¿Qué se te ofrece? —le preguntó Shane a la persona que estaba en la puerta.

—Estoy buscando el baño —dijo entre risas. Es una chica.

—Aquí no es —le dijo de mala gana.

Escuche a la chica salir, mire a Shane y solté la carcajada. Mis mejillas estaban de rojo intenso. Me levante de él.

—Vamos —se levantó y me extendió su mano.

La tomé, Shane comenzó a subir las escaleras hasta llegar a la habitación que estaba al final del pasillo. Esta era enorme, pareces blancas con detalles azules, se notaba que era de hombre. Detrás de la cama estaba la gran ventana que daba vista al mar. Es tan hermoso. Me recargue en la ventana a observar un poco. Desde aquí se podía ver toda la gente que estaba en la playa. Y por si no lo mencioné, Shane nunca encendió la luz.

Suspire por la tranquilidad que había en esta habitación. No se escuchaba nada de música, nada de gente borracha, era solo silencio absoluto. Sentí los grandes brazos de Shane rodear mi cintura pegándome a su cuerpo. El calor de él me hizo estremecer un poco. Comenzó a depositar suaves besos en la curva de mi cuello. Suspiré y me gire frente a él me regaló una sonrisa pase mis manos por su cuello él me pego más contra él. Comenzó a dar pasos hasta que mi espalda chocara con la fría pared. Se inclinó para besarme de nuevo.

Era la sincronía perfecta, me encantaba tenerlo tan cerca. ¿Cómo es que nunca antes acepté que Shane Evans me gustaba tanto?

Porque tienes un orgullo de mierda, Támara.

El beso se tornó intenso, sus manos bajaron a mis glúteos subiendo su sudadera para luego cargarme, rodeé mis piernas a sus caderas, me presionaba más hacía él como si no quisiera que me alejara nunca. Se movió de la pared dejándome sobre la cama. Comenzó a besar mi cuello. No lo soporte y le saque la camiseta.

Me miró con una sonrisa pícara. Nadie decía nada, pero con una mirada, nos decíamos todo. Shane me sacó su sudadera quedando mi cuerpo con sólo mi bikini rosa.

Mi inmaduro favorito. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora