2: Así que... ¿eres tú?

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Chocolates, soledad, paz y tranquilidad...

Claro todo era producto de un sueño hermoso, hasta que...

—Támara, quiero que abras los ojos. Ahora —ordenó Jason en tono demandante.

5 minutos de paz... solo eso pido, pero los dioses decidieron mandarme a un Jason bastante jodón—. ¿Qué quieres? —gruñí.

—Van a ser las doce del mediodía.

Ingatú roña.

Me levanté de a golpe, ambos bajamos a la cocina, unos comían y otros veían televisión.

—¿Qué haremos hoy? —pregunté tomando un pan tostado.

—Aidan y tú están castigados, nos quedaremos aquí —dijo Amber bebiendo de su café.

Agh, lo había olvidado—. Maldito Dallas llorón —rezongue.

—¿Por qué entraron a su fraternidad?
—preguntó Jason finalmente mientras se sentaba frente a mí y apoyaba su mentón sobre el dorso de sus manos.

—En mi defensa entre a su habitación —recalqué.

—Es lo mismo Támara —me miró con sarcasmo.

—No lo creo —arrugue la nariz.

—¡Al fin despiertas! —exclamó Summer entrando por la puerta de la cocina con ropa deportiva.

—Ya desperté —reí.

—Támara —me llamó el señor Jackson —Aidan y tú irán a por el campus regando flores y árboles —hice una mueca de disgusto—. Ahora —ordenó.

Rodé los ojos y subí a cambiarme.

Me puse unos shorts, una camiseta básica roja y un par de tenis negros, bajé, Aidan estaba listo, salimos.

—Supongo que esto, no les vendría mal —dijo el señor Jackson montado en un carrito de golf —¿Sabes conducir Aidan?

—Si —sonrió.

—Todo suyo, lo dejan por allá cuando terminen —señaló el estacionamiento donde había más carritos de golf.

Ambos subimos, de lo que no tuve certeza es de que si Jackson la había cagado en darle el carrito de golf a Aidan.

Recuerden esto: Si un chico guapo, con rizos de oro, ojos azules precioso, sonrisa encantadora, labios rosados y gruesos... amiga, ¡huye! Porque se trata de Aidan y es amigo mío, y mis amigos no son normales.

Recuerda esto también: ¡Nunca te subas a un auto con el!

—¡Aidan cuidado! —grité tan fuerte como pude, pues éste idiota no tenía cuidado al conducir.

Aidan dio una vuelta de bombera haciendo que yo saliera disparada al césped.

Ambos reímos a carcajadas.

—¿Estás bien? —me preguntó entre risas. Me levanté del césped y volví a subir.

—Me duele un poco el brazo.

—Era para grabarse —rio.

—Ya terminamos —dije mientras le daba un suave empujón.

Fuimos a dejar el carrito donde nos indicó Jackson.

Suspiré y bajé, entre a casa y percaté la presencia de dos chicos.

—Al fin llegan, esperaba a Aidan —dijo el Sr. Jackson.

—¿Eh? —frunció el ceño confundido.

—Támara, Aidan. Él es Joe Jones y él Taylor Mason —nos lo presentó al par de chicos frente a nosotros.

Mi inmaduro favorito. ✔Where stories live. Discover now