23: Eres uno de ellos Támara.

3.3K 233 28
                                    

Vi sus ojos rodar por todo el suelo con algo de timidez, esos peculiares ojos verdes que te dejan paralizada, estaba verdaderamente sorprendida.

—Yo, yo, no sé qué me pasó, solo... Lo hice —dijo Lucía nerviosa mientras jugaba con sus manos. Su tono de voz ahora era vulnerable y nada intimidante.

¿Kastapasanda?

—Lucía, no puedes hacer eso —le dije con calma para no hacer esto incómodo.

—¡Te dije que no pensé, es que te odio tanto que no sé! —exclamó.

Abrí grande los ojos por el impacto. ¿Qué diablos?

Ella se fue molesta, entré a mi habitación totalmente desconcertada, las chicas estaban como si nada, evadí el tema ya que a Lucía quizá le incomodaba.

Y repito, no tengo nada contra las personas homosexuales, al contrario, los respeto. Y respeto a Lucía, pero ella no me respeto a mí.

A la mañana siguiente, ya tenía mis maletas listas y preparadas para partir. Y no volver a ver nunca a Lucía y su asqueroso reptil.

Cuando salí de la habitación vistiendo mis pantalones negros rasgados, mi camiseta blanca acompañada de mis zapatos y mi peinado súper casual. Un gato sin pelo pasó frente a mí.

Me bajé a su mínima altura. Y le susurré:

—Eres más feo que en las fotos —bufé—, pareces una rata.

Le sonreí y cuando iba a ponerme de pie, el gato se lanzó sobre mí y mi cara, comencé a gritar quería quitarme a esa rata de la cara, me daba un asco que... ¡Ay Dios mío!

Shane salió de su habitación, lo logré ver antes de que el gato me aruñara el ojo.

—¡Maldito gato de mierda! —grite con rabia.

Vaya que su arañón me dolió hasta el alma, como odio a esa cosa sin pelos.

Shane me lo quitó, el gato quería morderlo, ahora hasta se cree perro. Él lo dejó caer, el gato nos mostró sus colmillos, hice lo mismo que él y seguido de eso desapareció de nuestra vista.

—Yo también tengo garras, maldita gata —musité.

Támara... Es un animal, te vez patética diciéndole esto, pero de verdad me partió el alma.

Shane me hizo entrar a su habitación, quería curarme las heridas.

Cuando entré no había nadie, me dirigí al baño, me senté junto al lava manos, mis pues colgaban y me ardía toda la cara, Shane sacó el botiquín colocándolo a mi lado, y él se posicionó frente a mí.

—Ambas se odian —rio por lo bajo mientras sacaba unas cuantas cosas.

Reí—. Es una maldita gata inmunda.

Me sonrió y analizó mi rostro dando suaves palpaciones—. Uh, te arañó el párpado —dijo acariciando junto a mi ojo.

—Me duele de aquí a Japón —suspiré dramáticamente.

Porque si no hay drama, no soy yo.

—Me imaginó —rio—. También te arañó el labio inferior —lo acarició con su dedo pulgar. Y fue un acto que me dejo paralizaba y por leve segundo unas miradas se conectaron.

El mojó un algodón con alcohol.

Esto me va a doler hasta la galaxia.

Él estaba por pasar ligeramente el algodón por mi labio, pero yo sabía el grado de dolor al que me iba a someter, estaba siendo cobarde y me importa poco, me duele.

Mi inmaduro favorito. ✔Onde histórias criam vida. Descubra agora