6: Sabe a café.

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—Alumnos, les pondré algunos ejercicios —avisó el profesor con su voz cargada de hastío.

Sí, cálculo, la clase favorita para algunos y la clase menos esperada para otros.

Yo soy parte de los otros.

—Jason, estas tremendamente loco — dije mientras reprimía una carcajada y miraba a Jason con extrema extrañez.

—No es que este loco, solo dice la verdad —comento Amber mientras se apoyaba sobre sus antebrazos y sonreía.

—¡No tengo los dedos chuecos! —exclamó en susurro Jason.

—Amber, Jason y Támara. ¿Tienen algún problema con mi clase? — preguntó el profesor haciendo que nuestras risas cesarán abruptamente y ahora fueran reemplazadas por caritas cagadas de miedo.

—No —dijimos al unísono.

Asintió y se acomodó las gafas, pero continuaba manteniendo una actitud que me invadió de desconfianza, se va a vengar—. Excelente, si todo está claro, Jason, pasa al frente y contesta éste ejercicio.

¡Ja, ja! Idiota.

La boca de Jason estaba temblando estaba nervioso porque no entendía nada. Amber y yo cubrimos nuestra boca para no explotar a carcajadas.

—De ahí, Amber y al final Támara —finalizó.

Maldita sea.

Nota: Nunca cantar victoria primero.

Cuando Amber terminó se volvió a sentar, suspire tenía un impulso iba a ponerme de pie cuándo alguien me detuvo.

—Yo paso —dijo un chico a mis espaldas, quería voltear, pero la gran cabezota de Jason me lo impedía.

¿Y éste quién es?

—No, no se moleste, se lo pedí a ella —dijo el profesor mientras hacía ademanes con sus manos.

Mierda, era James Dallas.

—No es molestia —sonrió. Sus ojos marrones y cabello oscuro eran inexplicables. Pero lo que me revolvió el estómago fue su amplia sonrisa cargada de aires de grandeza.

El subió y resolvió el problema sin titubear.

—De nada —dijo, bajo maso menos a mi altura—. Tu lápiz —me lo entregó.

Lo mire confundida y se fue a sentar.

¿Qué fue eso?

¿Cómo sabía tanto de cálculo?

Y la más importante... ¿¡A qué hora se me cayó el lápiz?

Cuando la clase terminó Summer y yo nos dirigimos a deporte.

—Este maestro me cae mal —rodé los ojos.

—A mí también —dijo acomodando su coleta.

Ambas salimos de los vestidores y nos dirigimos al campo.

—Hora de voleibol —dijo el maestro de eso soplo por el silbato.

El juego comenzó bien, una del otro equipó saco el balón, pero lo lanzó muy lejos, y ¿A que ni saben que idiota fue por el?, si exacto ¡adivinaste! Yo.

Iba caminando por el balón de mala gana, y maldiciendo por lo bajo, entonces levanté la mirada después de haber pateado unas cuantas rocas y me topé con James, jodida maldita suerte, lo miré y resoplé. Tenía el balón entre sus manos.

—Dámelo —ordené y me obligué a frenar.

—Se dice gracias —me dijo sonriendo un poco.

Rodé los ojos de mala gana, pues sinceramente no me apetecía hacer esto, era como dar un giro de 360°, siempre volvíamos a este punto, toda la vida pelearíamos y éste jodido era un pesado que solo agotaba mi paciencia—. Si, como sea —lo tomé de un arrebato.

Mi inmaduro favorito. ✔Where stories live. Discover now