Capítulo 7

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La noche anterior había terminado casi de día y María, fiel a su buen hacer, había permitido que todos se marchasen a casa sin montar ningún número. Pero la tarde siguiente ya había sido otra historia. Lo primero que había hecho era enviarle un mensaje a su hermana después de comer para pedirle que se pasase un ratito antes por el Kings, tenían que hablar y no quería que nadie oyese la conversación que iban a tener, por lo menos no durante la primera parte. María había aprendido con los años que la clase la demuestra quien la tiene y si eso, además, suponía proteger a Luisi, no había más cuestionamientos.

Luisita había estado esperando aquel mensaje y fue al Kings aquella tarde sabiendo perfectamente lo que iba a suceder, conocía bastante a su hermana, de casi toda la vida para ser más específicos, y asumía que merecía ese rapapolvo. Sin embargo, iba en contra de su naturaleza quedarse callada y no defender sus motivos, cosa que María también había esperado porque sabía cómo era su Luisi.

—Esta vez te ha salido bien, sí —le dijo la actriz, sentada tras la mesa de su despacho—, has tenido suerte. Pero no puedes continuar tomando decisiones sin pensar, porque pueden tener consecuencias graves. Y, sobre todo, lo que me ha dolido ha sido que hayas actuado a mis espaldas.

—Pero, María, tú ya me habías dejado claro que no me apoyabas en esto, ¿qué esperabas que hiciese?

—No, Luisi, no confundas las cosas. Te voy a apoyar toda la vida cuando tomes tus propias decisiones, aunque no esté de acuerdo con ellas, porque te quiero y deseo que seas feliz. Y estaré en todo lo que pueda para ayudarte a levantar cuando te tropieces.

—Gracias... —susurró Luisita, emocionada.

—Pero esto no era una decisión tuya, sino mía y te dije que no —el dedo de María reafirmó el tono tajante de su voz.

—Pues, te equivocaste.

—Sí, pero era mi error y tú no supiste respetarlo.

—No es justo que me digas eso —Luisi habló medio enfurruñada, sabía que su hermana tenía razón.

—Lo que no es justo es que haya confiado en ti para darte más responsabilidades como encargada y tú me correspondas a eso desobedeciendo una orden directa y actuando a mis espaldas.

—Bueno, sí... No estuvo bien, pero mira la recaudación, María. —La rubia señaló las bolsas con cremalleras que su hermana usaba para llevar el dinero al banco—. ¡Que tuvimos que cerrar las puertas por dentro para que no entrase más gente!

—Ya lo veo, Luisi, ya lo veo —respondió mientras miraba el reloj de su móvil, se les había ido el tiempo sin darse cuenta—. En fin, suficiente.

—¿Suficiente?

—Los chicos ya deben de estar preparándolo todo desde hace un rato y a nosotras todavía nos falta por negociar una cosa.

—¿Negociar? —dijo Luisi y, acto seguido, escucharon unos golpes en la puerta, hacia donde ambas dirigieron su mirada —. ¡Gustavo, que ahora, no!

—¡Adelante! —La puerta se abrió y asomó una cabeza morena, de nuevo con los rizos recogidos en un moño alto—. Pasa, Amelia, pasa.

—Hola —dijo esta y a Luisita se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja que no pudo disimular, su hermana no había llegado donde estaba por simple suerte.

***

Una hora después, con el local todavía despertando de la resaca de la noche anterior, la rubia había invitado a Amelia a una copa para brindar por el contrato que habían firmado esta y su hermana para otras seis actuaciones más, con las fechas todavía por concretar porque María se había tenido que marchar con prisas para atender otro compromiso.

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