37- Crueles realidades.

Comenzar desde el principio
                                    

-¿Tom? -pregunto, pero ni si quiera tengo que hacerlo porque es demasiado obvio que es él a pesar de lo diferente que se ve en comparación a mis recuerdos de la última vez que lo vi.

Tom Guillory, el primer presidente estudiantil con el que tuve sexo y también la única persona con la que tuve sexo durante un año después de que Bryan -mi ex maestro de piano- se mudara y decidiera experimentar en otros lugares. No puedo decir que no me sorprende verlo pero si que -si el tuvo algo que ver- me haya dado el trabajo porque no parecía muy feliz cuando le dije que me iba a cambiar de escuela porque quería tener sexo con otras personas... me da vergüenza de tan sólo pensarlo pero supongo que gracias a esa incontrolable lascivia -y terrible fetiche que nació gracias a él- fue que pude conocer a Stephen varios años después.

Lo miro para analizarlo sólo en caso de que no me esté equivocando pero -después de todo ese tiempo que pasé junto a él- es imposible no darse cuenta que es él.

Su cabello negro ha crecido. Ahora lo lleva divido por la mitad y largo hasta la altura de sus orejas, se ha hecho aún más perforaciones de las que tenía en sus orejas e incluso ahora lleva una sobre su labio. Su piel parece un poco más blanca de lo que recordaba pero sigue contrastando con sus ojos azules a pesar de que está usando las mismas gafas de montura negra que nunca supe si realmente necesitaba o eran simplemente un complemento a su estilo.

Él se levanta. Se acerca a mí hasta el punto en el que rompe mi espacio personal y yo retrocedo instintivamente porque la persona que tengo cerca no es Stephen.

-¿Qué? -pregunta, algo atónito pero divertido por mi reacción- ¿No me vas a saludar con un beso? Antes, cuando teníamos sexo, solías pedirlos todo el tiempo.

-Eso fue hace mucho -digo- Muchas cosas han cambiado desde entonces.

Él sonríe, tal vez no dándose entendiendo a lo que me refiero cuando digo que muchas cosas han cambiado porque conoció la fase en la que no quería nada más que sexo de las personas que me rodeaban pero ahora es diferente. Ahora tengo a Stephen.

-¿Ah, si? -pregunta con voz baja al mismo tiempo que pasa los dedos de su mano derecha por mi pecho con una intención de la que ni si quiera toma la molestia de ocultar.

Le agarro su mano antes de que pueda tocar más de lo que debería y él es incapaz de ocultar su sorpresa cuando niego con la cabeza.

-Tengo novio -informo.

Espero una reacción sorprendida, tal vez hasta una decepcionada, pero lo que sale de él no es nada más que una estruendosa carcajada que toma lo que acabo de decir como un chiste.

-Si, claro -dice aún entre risas al momento en el que se impulsa hacia adelante, hacia mí.

Insinúa besarme pero yo le cubro la boca con mi mano antes de que pueda si quiera acercarse para intentarlo.

-Hablo en serio -lo miro directamente a los ojos para dejarle claro que no estoy jugando con esto y cuando se da cuenta, me hace apartar la mano de su boca y frunce el ceño.

-¿Desde cuándo? -pregunta, no creyéndome en absoluto y no puedo culparlo.

Si mi yo del pasado se encontrara conmigo y le contara sobre Stephen seguramente tendría la misma reacción que él en este momento.

-Desde hace dos años y tres meses -respondo, sonriendo inevitablemente como cada vez que alguien me pregunta cuánto tiempo llevo saliendo con Stephen- No es algo nuevo.

Él hace una mueca. Me mira como si acabara de oler algo que huele terrible pero eso no elimina mi sonrisa ni evita que comience a pensar en la forma en la que ese par de hermosos ojos verdes me miró esta mañana antes de darme un beso y despedirse de mí para entrar al hospital a hacer sus prácticas.

Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora