Capitulo XXXlV

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Naturalmente que las fiestas no le gustan, pero la compañía Stratford dará una y aunque no represente mucho para la obra es su debe ir, Candy le acompañara pues no podría dejarle, también se ha asegurado de comprarle otro vestido para que vaya a la par con las otras actrices e invitadas.

La conoce y sabe cuánto se esmera en lucir lo mejor posible, a veces con lo poco que tiene, y no debería ser así, no si él está ahí, tal vez los Ardlay ya no provean para ella, pero es por eso que él debe hacerlo, por eso y porque es su deber, es aún muy joven y no quiere que la devore la amargura como le ha pasado a él.

La ha visto mirar los aparadores cuando cree que él no se da cuenta, los ojos de Candy se quedan en los vestidos de volantes ribeteados y las cintas de colores, los guantes de botón de perla y los sombreros vistosos que coquetean con sus flores y plumas desde la vitrina.

Algún día Terry va a tener su propio dinero y podrá darle muchas cosas. Desde luego que lo primero que hará será llenarle el armario con vestidos.

Si Candy tuviera un sueño para compartir, si fuese así, él se esforzaría en ayudarle a que se hiciera verdad, así como ella lo ha hecho por él, lo reconoce y está agradecido y quien sabe, tal vez no llegue a ningún lado, pero al menos podrá decir que lo intento.

Podría sonar a que tiene poca fe en sí mismo, pero el teatro es una eterna competencia, hay una fila con personas esperando por ocupar tu lugar, actores de verdad, que sin titubear aceptarían gustosos su posición como remplazo en la compañía Stratford, para esto se necesita suerte y talento, la pasión también es importante porque la recompensa nunca es segura, esto es todo lo que ha querido desde que tiene memoria, ¿pero porque habría de sucederle a el?

A menudo compara los sueños con las anclas que ayudan a los barcos a no ir con la corriente, él tiene el suyo, la cadena es fuerte, pero a veces quiere desistir cuando recuerda el pasado, aunque es todo lo que tiene por el momento, y no es un bien que le pueda ofrecer a Candy. Es algo demasiado personal y cree que tal vez podría ser lo único que ha quedado de él que sigue siendo puro.

—¿Me veo bien?

Le pregunta de Candy lo saca de sus pensamientos, al fin ha terminado de cambiarse en el cuarto de baño y ahora está dando vueltas con su vestido guinda, después finge caminar como si fuera una dama muy sofisticada, parece todo una señorita con su cabello en un moño alto y los hombros descubiertos, la chica hace toda clase de tonterías para entretenerlo y el ríe de buena gana al verla tan contenta con tan poco, pues ha sido el vestido de noche más barato que han encontrado y lo ha conseguido en una tienda de segunda.

A Terry le gustó Candy desde el primer día que la vio, no por su aspecto, claro, es bonita, pero hay algo más en ella y sabe que no va a encontrar alguien así en otra parte.

Cree que el sentimiento ahora es más fuerte, la niña que le seguía con la mirada se ha convertido en una joven hermosa. Pero se pregunta si algún día tendrá algo más que ofrecerle, algo que no sean los traumas del pasado y vestidos viejos.

Ambos salen del edificio un poco tarde, Candy se ha cambiado el peinado a ultima hora y también ha sido difícil encontrar un cochero que les lleve pues no es cualquier día. La fiesta de año nuevo de la compañía Stratford toma lugar en una enorme mansión ubicada en la 840 de la quinta avenida, en el Upper East Side de la ciudad, al parecer pertenece a uno de los dueños de la compañía y para la mayoría es como un sueño el solo poner sus pies en una casa así.

Hay muchos impresionados, otros fanfarronean alardeando fortunas perdidas y un pasado con mansiones como esta, aunque solo se ha usado el salón de baile para dar lugar al evento, y este es apenas del tamaño de cualquier gran salón, casi el tamaño de un teatro pequeño, y es lo mismo que lo hace con la necesidad de luz, justamente esa luz se la dan cuatro arañas de cristal bastante grandes como pesadas, al extremo del salón una enorme chimenea de mármol calienta a sus invitados, en las mesas la gente se ve ocupada platicando, también se observan personas descansando en los sofás, hay tanta gente que es imposible que todos pertenezcan a la compañía.

Si fuéramos mayoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora