Capítulo 21

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Los guardias la arrojaron con brusquedad a los brazos de Lay, quien esperaba junto a los demás en la puerta, ansiosos, nerviosos y compungidos. Él la sujetó con firmeza y su mirada se clavó en ella, no buscándola, sino buscando un rastro de que Chanyeol estaba bien, pero sus ojos llenos de lágrimas y remordimiento no le dieron la respuesta que el chino buscaba. Bajó la mirada, apartándose levemente de ella tras ayudarla a estabilizarse. 

Todos los miraban en su conversación silenciosa de miradas. Baekhyun bajó la mirada, desconsolado por la pérdida de su mejor amigo y Sehun no pudo reprimir unas lágrimas que se deslizaron por su mejilla disimuladamente, las limpió rápidamente con sus manos, fingiendo simplemente rozar sus mejillas. Todos estaban tensos, tristes, rotos. 

–Largaos ya–gruñó un guardia, molesto por tener que soportar más a los engendros de Lotto. 


Suho condujo por una larga y sinuosa carretera, negra en la oscuridad que se cernía sobre ellos como un manto de tristeza. _____ no sabía a dónde se dirigían, pero tampoco hizo preguntas, su mente se encontraba divagando entre Chanyeol y en volver el tiempo atrás para impedir todo aquello. Pero ya no tenía solución, ya no había vuelta atrás. Tenían a Chanyeol y nadie podía evitarlo.



Luhan se estremeció, con las manos fuertemente apretadas a su espalda, custodiando junto con Kris y Tao la puerta que daba a la sala donde el jefe se había encerrado con Chanyeol. 

Gritos de dolor y angustia escapaban del interior de la sala, acompañados con unas risas sordas. Los tres en la puerta se estremecieron una vez más con cada grito y gemido. El jefe les había ordenado quedarse custodiando ellos mismos la puerta, para que escucharan cómo se divertía con Chanyeol y pensaran con cada grito, que fue culpa suya. El jefe de los Leones no solo se había encargado de tener su venganza hacia Chanyeol, sino también a los traidores del mismo. 

–Aguanta un poco más, Luhan–murmuró Kris casi inaudiblemente a su lado. Luhan negó con la cabeza, angustiado y al borde de entrar en la habitación él mismo y hacer gritar de esa forma al jefe de los Leones. 

Los tres aguardaron en silencio junto a la puerta, erguidos y aparentando normalidad, cuando sus interiores iban pudriéndose en remordimientos cada vez que oían a Chanyeol gritar. 


–Chanyeol, ¿no te aburres?–preguntó el jefe sarcásticamente mientras le miraba a milímetros de su rostro.–Llevamos así un buen rato y solo sabes gritar, pensaba que ibas a decirme algo ingenioso, algo sarcástico o arrogante. Tienes fama de ser un grosero, ¿sabes?

Chanyeol le miró, esbozando una pequeña sonrisa socarrona a pesar de todo. 

–Eso está mejor–dijo el jefe complacido mientras hacía otro corte en el cuerpo del más alto, quien emitió un pequeño gruñido mientras el jefe sumaba otra herida más a su cuerpo. El torturador introdujo su pulgar en una de las heridas que hizo al mafioso de Lotto en el abdomen. Se oyó un grito sordo y el ruido metálico de las cadenas al resistirse.

–Aún ni siquiera sé por qué viniste si sabías lo que iba a pasar–dijo el León mientras sujetaba su rostro entre una de sus grandes y callosas manos. –¿Tanto aprecias a esa chica?

–¿Acaso sabes tú lo que es el aprecio?–preguntó Chanyeol a su vez. El Jefe le miró con una amplia sonrisa de diversión, se notaba que estaba disfrutando de todo eso. 

–¿La amas?–preguntó inesperadamente. Chanyeol le miró sorprendido y bajó un poco la mirada. 

–¿Acaso importa ya?–preguntó con indiferencia. 

–Cierto, los dos sabemos ya que no vas a salir de aquí con vida–la voz cruel del Jefe denotaba expectación, quería ver cómo reaccionaba, su expresión al afirmarle en alto lo que ambos sabían ya. Pero la expresión de Chanyeol no cambió, se mantuvo firme e indiferente, casi arrogante, como siempre. De nuevo estaba vistiendo su máscara en un último intento de no darle placer a su verdugo en los últimos momentos de su vida. Al menos se consolaba con saber que moriría y que no lo torturaría durante toda la eternidad. Ahora, en esos momentos quería morir literalmente. 



–Las sirenas–exclamó alguien en el recinto. 

Luhan, Kris y Tao se volvieron en la dirección, el rostro de Luhan se contrajo en expectación, atento y alerta. 

–La policía viene hacia aquí–el guardia que los alertó venía dando la alarma por todo el establecimiento y poco a poco el aviso de que la policía estaba de camino se extendió por toda la base. 

Luhan, Kris y Tao, entraron por fin en la sala que llevaban horas custodiando, donde el jefe y Chanyeol se encontraban en un "juego" muy divertido. 

–Jefe, viene la policía–avisó Kris simulando urgencia. El Jefe le miró, contrariado por haber sido interrumpido y al mismo tiempo estupefacto. Apenas tardó unos segundos en salir de la habitación, dejando todos sus artilugios de tortura en el suelo. Fuera comenzaba a cundir el pánico, un ruido ensordecedor llenaba los pasillos, mezcla de miedo y urgencia. Se escuchaba la voz áspera del jefe gritando órdenes a sus subordinados.

Tao cerró la puerta de la sala mientras Kris y Luhan se acercaron a Chanyeol.

–Cabrones–murmuró Chanyeol sin fuerzas apenas, una vez que el Jefe se fue, su fachada se derrumbó, dejando de él un rostro surcado de heridas y dolor y un cuerpo demacrado. 

–Te he visto mejor–bromeó Kris, sacándole una sonrisa a Chanyeol inesperadamente. 

–Deprisa, chicos, no tenemos tiempo.–apresuró Tao mientras buscaba las llaves de las esposas que aprisionaban al mafioso. 

–Ese cerdo seboso se las ha llevado con él.–gruñó Kris mientras buscaba algo afilado con lo que poder forzar la cerradura. 

Encontró un gancho metálico ensangrentado tirado en el suelo. No quiso saber para qué servía, pero lo usó para forzar la cerradura de las esposas y dejar a Chanyeol libre, quien casi cayó al suelo de no ser porque los tres lo sujetaron. Kris se quitó su cazadora de cuero y se la colocó a Chanyeol sobre los hombros, ya que su camiseta había sido desgarrada en algún momento de la noche. 


Salieron de la sala, camuflándose entre el caos de la gente yendo y viniendo a toda prisa por los pasillos. Se mantuvieron ocultos entre las sombras, deslizándose suavemente por los pasillos. Un guardia los miró detenidamente unos instantes, observando a los tres chicos cargando el peso casi muerto de Chanyeol, que no tenía buen aspecto. 

Los pasillos parecían interminables, parecían ser oscuros, sin fin, sin sentido, como un laberinto lleno de gritos y confusión. Las luces fosforescentes solo les nublaban la vista y las sirenas que se escuchaban estridentes por todo el pasillo no ayudaban al ambiente. Chanyeol sentía que en cualquier momento iba a desvanecerse, todo se volvía oscuro a su alrededor, acechando como la muerte misma.

La entrada trasera estaba abierta, pero curiosamente no había nadie custodiándola, tenían vía libre. Corrieron lo más rápido que pudieron hacia la oscuridad de la noche, pero a apenas unos pasos de la salida, se cruzaron con un joven mafioso que iba a salir. Se miraron detenidamente unos instantes hasta que el joven los reconoció. Era uno de los guardias que escoltó a Chanyeol hasta la sala donde se encontraba _____.

–¡Jefe!–gritó mientras seguía mirando a los cuatro fugitivos. Salió corriendo pasillo arriba, tratando de alertar al Jefe de los Leones de que su prisionero se estaba escapando. Tao se dispuso a salir corriendo tras él, pero Kris lo detuvo.

–No tenemos tiempo–advirtió y salieron por la puerta trasera, donde tenían una furgoneta esperando escondida entre los arbustos. Se subieron a ella con urgencia. Kris arrancó la furgoneta y salieron todos de allí. 

–Ten, Chanyeol, ponte esto–dijo Luhan mientras sacaba un collar metálico de debajo de uno de los asientos.

Chanyeol se colocó el collar alrededor del cuello mientras Kris pisaba el acelerador, dejando atrás la maldita base de una vez por todas. 



Lotto (EXO)-ChanyeolWhere stories live. Discover now