CAPÍTULO 27 PROPUESTA

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Damián se pasó la mano por entre el cabello alborotándolo, estaba tenso, había dormido poco y trabajado mucho, ya estaban de regreso en su rancho a las afueras de la ciudad. Habían permanecido dos días más en el rancho de Santiago, solo hasta constatar que él estuviera totalmente restablecido.

Habían regresado en el helicóptero de Gustavo, junto con él, Roberth y Justin.

De no haber sido por ellos hubieran permanecido durante varios días más, hasta que fuera seguro viajar por esos caminos.

En esos momentos, se encontraba en su oficina de la ciudad, había vuelto a su actividad habitual, aunque ahora en lugar de llegar a su departamento después de un día laboral, manejaba o dejaba que su chófer lo hiciera hasta el rancho, en donde lo esperaba Laura.

La situación se había vuelto un poco tensa.

Después de haber convivido con ella en el rancho de Santiago y después de que le robara aquel beso, las cosa no habían vuelto a ser como antes. Él entendía que se había aprovechado de un momento de debilidad de ella, un momento en el que ella había estado muy vulnerable, sin embargo, no había podido resistirse. No había sido su intención hacerlo, él no era de los hombres que se ataban a una sola mujer, y sinceramente en estos momentos no estaba pensando en iniciar ningún tipo de relación, y ella no merecía que jugara con sus sentimientos, no merecía ser lastimada, y si la seducía seguramente la lastimaría, porque estaba seguro de que no sería algo permanente, a pesar de que todo había sido tan especial con ella, tan diferente a cualquier relación que hubiese tenido en el pasado, las sensaciones que su sola presencia le hacía sentir, sin embargo, todo eso pasaría, estaba seguro, como pasaba todo lo bueno que lograba tener, no quería perderla, de eso estaba seguro y la mejor forma de que eso no sucediera era no tenerla y para ello necesitaba mantenerse alejado de ella, aunque doliera.

*****
Laura paseaba por los alrededores del rancho, empezaba a oscurecer y esperaba con ansia a que Damián regresara de su oficina.

Estaba por concluir el mes de permiso que había solicitado en su trabajo, era hora de tomar una decisión, no podía permanecer eternamente en ese lugar, tenía que retomar su vida y continuar con ella, aunque no se sintiera preparada aún para hacerlo, y sobre todo porque no estaba preparada para alejarse de Damián, se había acostumbrado tanto a él, que con sólo verlo un momento en la mañana y otro en la noche le era suficiente, ella no era tonta y sabía que él se mantenía distante de ella. Su actitud había cambiado después de aquel beso en el rancho de Santiago, seguía siendo amable y tierno, pero había puesto una barrera entre ambos. En el fondo lo entendía, sabía que él no era hombre de compromisos y temía que ella malinterpretara su actitud de ese día, quizás le asustaba que ella se hiciera ideas equivocadas y le exigiera algo más, pero ella estaba consciente de quien era él, sus vidas y su nivel social eran tan diferentes, él se movía en niveles tan altos que sería imposible que ella encajara en ellos, sin contar con el tipo de mujeres a las que él estaba acostumbrado a tratar, tan diferentes como el día y la noche de ella, ellas eran hermosas, sofisticadas, educadas y muy ricas, ella no contaba con ninguna de esas características, salvo que tenía una carrera la cual aún no había desarrollado a su nivel máximo y tenía un trabajo que era bueno pero nunca se compararía a lo que podía aspirar si se le diera la oportunidad.

Sabía que el beso que él le dio, para él no había significado nada, cuando para ella lo había significado todo, le había dejado marcada de por vida y aunque se alejara y aunque jamás lo volviera a ver, ya había quedado grabado en su corazón.

Su corazón estaba triste y un poco asustado. Había regresado a la casa y desde el gran ventanal de la terraza miraba con desolación el hermoso paisaje que ya pronto no vería más.

_ ¿En qué piensas?

Sobresaltada lo escuchó detrás de ella. No lo oyó llegar, pero si sintió su presencia, su aroma... su voz... Un escalofrió la recorrió.

_ Hola. - se volvió hacia él. _no sabía que ya estuvieras aquí.

_ Regrese un poco más temprano. - dijo sin confesarle que se moría de ganas de verla y estar cerca de ella, que la extrañaba como loco y que durante todo el día no había podido sacarla de sus pensamientos.

_ Yo también. - dijo con sinceridad. _que bueno que estas aquí, necesito que hablemos.

Él se puso tenso, eso no le sonaba a nada bueno.

_ ¿Debo de preocuparme? - preguntó en alerta.

_ ¡No! - se apresuró a contestar. _en absoluto, es solo que, he estado pensando y sé que ha llegado el momento de que me marche de aquí.

_ No veo el motivo de que lo hagas. Yo no tengo ninguna prisa en que te vayas de éste lugar

_ No digo que me estés corriendo. _le dirigió una sonrisa tímida. _pero ya voy a cumplir casi el mes, necesito regresar a mi trabajo y mis actividades.

No sonó muy convencida, y no lo estaba, aún se encontraba muy temerosa, sobre todo sabiendo que su principal enemigo andaba suelto y que tarde o temprano se enteraría de que ella estaba libre, ya no podía seguir engañando a su hermana, no era justo para ella, Damián mantenía contacto con ella regularmente, pero todo tenía que terminar ya. Ella también merecía paz.

_ ¿Crees que podrás estar segura en tu casa? - la cuestionó. Él tenía aún la firme sospecha de que su secuestrador era alguien de su entorno, ya fuera familiar, del trabajo, o algún vecino. Y no, no creía que estuviera segura aún.

_ En ningún lugar me sentiré cien por ciento segura. - admitió. _pero no me puedo quedar aquí por siempre, tengo una vida que retomar.

_Si ellos te encuentran. - la miró con aprehensión. _seguramente no vas a tener ninguna vida que retomar. - fue duro con ella. No quería, por ningún motivo que se fuera.

Ella lo miró con angustia, tenía razón. Pero ella también la tenía, no podía depender siempre de él.

_ ¿Tienes algún lugar a donde ir?

_ Aún no, pero buscaré.

_ ¿Por qué no regresar, a tu casa? - inquirió. Sospechaba que ella sabía más de lo que quería decir acerca de su secuestrador.

Ella guardo silencio, no podía decirle que su hermano era quien la acosaba ni que estaba aterrorizada de salir al exterior y enfrentar la vida cotidiana, y que no sabía de qué forma decirle a su hermana que ya no se encontraba en las manos de los secuestradores, que ya era libre pero que no podía volver con ellos, ¿cómo le explicaría por qué no podía volver a su propia casa?

_preferiría no hacerlo. - dijo por fin. _le diré a mi hermana que me escapé y que tengo miedo de volver.

Damián suspiró intranquilo no quería dejarla ir, había pasado los últimos días tratando de alejarla de él, pero ahora que era ella la que se quería marchar y que era tan real su separación, no quería.

Pensar la vida sin ella, después de tenerla tan cerca, le parecía imposible.

_ No tienes por qué buscar. - la enfrentó. _puedes seguir aquí el tiempo que desees, esté yo o no esté, o puedes quedarte en mi departamento en la ciudad. Incluso no tienes que regresar a tu antiguo trabajo, puedo buscarte uno en una de las compañías que manejo.

Ella posó sus expresivos ojos celestes en los grises de él. No se esperaba esto, pensó que él se alegraría de que por fin se marchara, después de todo había notado su gran distanciamiento de ella.

_ Si no te agrada la idea. - se apresuró a decir. _ entonces buscaremos otras opciones, siempre hay otras opciones. - se acercó a ella mirándola con anhelo. _no hay necesidad de que te expongas.

Por un momento pensó que él la besaría, estaba tan cerca de ella, tan a, su alcance, su aroma embriagaba sus sentidos.

_Por favor, dime algo. - suplico él ante su silencio. La tenía tan cerca que solo tenía que inclinar unos centímetros su cabeza y le robaría otro beso, lo deseaba con toda su alma, lo necesitaba con desesperación, pero se controló. Si la asustaba ella jamás aceptaría su oferta, y podría marcharse, quizás la perdería y no quería hacerlo.

PERDIDO EN SU MIRADA No. 4️⃣ //SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora