CAPÍTULO 25 NO SOY BIENVENIDA

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Gustavo Contreras bajo de prisa del helicóptero de su propiedad, junto con Roberth su jefe de seguridad y Justin el médico que siempre los acompañaba.

El día anterior había llegado al pueblo y había estado supervisando el enorme y prestigioso centro turístico que había construido por esos lugares. El fin de semana había quedado de reunirse con su amigo Santiago, pero éste había cancelado su cita, debido a que <<traía algunos pendientes que no le iban a permitir atenderlos debidamente>> le había dicho.

Esa mañana, había estado dando una vuelta por los alrededores del centro turístico, cuando recibió la llamada. Era Bruno la mano derecha de Santiago, necesitaban un helicóptero con urgencia, algunas personas habían caído al río y necesitaban atención médica. Él pensó de inmediato en enviar a Justin junto con el helicóptero, pero cuando se enteró que una de las personas que necesitaba de atención era Santiago, de inmediato decidió ir con él seguido de Roberth que generalmente lo acompañaba. El y Justin más que sus empleados eran sus amigos, más que eso, eran como sus hermanos.

Al llegar, al lugar, observó a dos hombres tendidos a la Rivera del río, ambos sin sentido, uno de ellos era Santiago, sus hombres les daban los primeros auxilios, más alejados de ellos otro grupo de hombres tenían en brazos a un bebé que no dejaba de llorar.

Justin de inmediato tomó control de la situación, reviso a Santiago, seguía inconsciente pero fuera de peligro, así que se dirigió de inmediato a atender al otro hombre, los hombres de Santiago le practicaban RCP, cuando él llegó y sacó su equipo ellos se hicieron a un lado y esperaron instrucciones.

*****
Santiago despertó adolorido y cansado, le costaba trabajo respirar.

Al abrir los ojos lo primero que vio fue a Gustavo frente a él,

_ ¿A dónde me han traído? - fue lo primero que preguntó mirando a su alrededor.

_Estás en la clínica más cercana que encontramos. No es como la tuya de la ciudad, pero cuenta con lo suficiente para no dejarte morir. - lo miró con diversión.

Santiago sonrió a pesar del dolor.

_ Creo haberte dicho que no nos veríamos el fin de semana. - le reprochó en son de broma.

_ Lo siento, pero no pudiste deshacerte de mí. - se acercó a él. ¿Cómo te sientes?

_ Como si una locomotora hubiese pasado por encima de mí. - dijo con voz cansada. ¿Cómo están los demás? ¿En dónde está Bruno? ¿Damián?

_ Bruno está haciendo lo necesario para que sean bien atendidos, Damián, se quedó en el rancho cuidando de tu familia y de su damisela. - sonrió. _ Los demás están aquí si te refieres a la familia que rescataste, la mujer y su hija están bien, no sufrieron ningún daño, el chico solo el susto, el padre fue el más grave, pero se pondrá bien. También tiene varios golpes en el cuerpo al igual que tú, así como un grado bajo de hipotermia. Tanto tu como el ya están fuera de peligro.

_ Me alegra que todos estén bien, ¿qué me dices de los hombres que los atacaron?

_ Fueron seis, dos están muertos y los otros cuatro que fueron sometidos por tus hombres, en vista, de que no los podíamos llevar ante las autoridades, porque ya sabes, en unos días estarían de nuevo haciendo lo mismo, los enviamos de regreso con sus nuevos jefes, tu sabes lo que les espera a los traidores. Los otros dos se perdieron en el río.

Santiago asintió. Sabía lo que sería de ellos y no sentía compasión por el final que tuvieran, gente como esa no podía andar libre por ahí, no se lo merecían. Pero no sería el quien les diera su castigo.

Hacía poco Rigoberto Salas se había enfrentado a Aureliano Montero, había estado a punto de destruirlo y tomar posesión de su territorio, pero al final había sido derrotado por Aureliano, otro jefe del crimen organizado en retirada, y tuvo que huir para no ser asesinado por los hombres que durante tanto tiempo fueron su mano derecha y sus más cercanos colaboradores, los que lo seguían incondicionalmente y hacían todo cuanto él les ordenaba. Esto fue hasta que él intentó asesinarlos a sangre fría, cuando estaban atados al tronco de un árbol indefensos y sin oportunidad, al caer prisioneros en manos de Aureliano.

Aureliano le había dado un ultimátum, si se deshacía de sus hombres lo dejaría vivir, si no moriría ahí mismo.

Rigoberto por supuesto escogió vivir y sin siquiera esperar a que le dieran la orden empezó a disparar sobre sus asustados y sorprendidos matones, que esperaban que al menos intentara negociar por sus vidas, lo malo de esto, fue que el arma que le había sido entregada estaba descargada y Rigoberto quedó descubierto ante sus hombres, mostrando su cobardía y su deslealtad hacia ellos. Los había traicionado, así que tuvo que huir de ellos antes de que lo mataran.

A raíz de eso todo se volvió un caos, muy pocos de sus hombres lo siguieron a donde quiera que hubiese ido. Los que habían sido su principal grupo de apoyo habían tomado el control de su territorio, esperando volverlo a encontrar para tomar venganza. Quienes nunca habían querido pertenecer a ese grupo delictivo y que estaban ahí obligados, habían huido durante el caos y los que no querían estar bajo las órdenes de quienes se quedaron al mando también huyeron, con la diferencia del primer grupo de que éstos eran delincuentes que se dedicaban a robar, destruir y asesinar a gente inocente. Y aunque eran maleantes, como los nuevos jefes, al huir eran considerados como traidores y a ellos sólo les esperaba la muerte.

*****
Damián llamó a la puerta de la habitación de Laura, era media tarde y acababa de recibir noticias de Santiago y de la familia que había sido atacada. En estos momentos Gustavo se encontraba con él, así que estaba seguro, el equipo de seguridad que él manejaba al mando de Roberth, era muy competente. Se esperaba que esa tarde regresaran al rancho.

A la familia ya se le estaba buscando un lugar en donde reubicarlos para que estuvieran seguros, mientras se recuperaban sus propiedades y se aseguraban de que pudieran volver sin correr ningún riesgo de un nuevo ataque.

_Adelante. - escucho la voz apagada de Laura.

El abrió con cuidado, temía asustarla, había estado muy sensible por todo lo sucedido, aun se sentía culpable, no podía entender que su acción de escapar, aunque imprudente había salvado a esa familia y que, aunque ella no hubiera desobedecido la orden, de no moverse de su lugar, las cosas hubieran sucedido de todas formas, tal y como sucedieron, con la excepción, de que ella y Santiago no hubieran estado en peligro de que les dispararan.

_ Acabo de recibir noticias. - se acercó a ella, que observaba el paisaje a través de la ventana.

No se volvió.

_ Todos se encuentran bien, quizás Santiago regrese esta tarde. - continuó a pesar de que ella parecía no escucharlo.

_ Quizás deba marcharme antes de que él llegue. - dijo intentando no llorar.

_ ¿Por qué tendrías que marcharte? - se acercó más.

_ Después de lo sucedido no creo que sea bienvenida en este lugar. - se volvió para enfrentarlo. _creo que no hago nada bien, me siento como un pez fuera del agua. - un sollozo escapo de sus labios.

El la abrazó.

PERDIDO EN SU MIRADA No. 4️⃣ //SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora