VII (recuerdos)

2.4K 319 153
                                    

Joaquín no quiso leer más, registró el código de la bolsa de evidencia y cerró el expediente, continuó con su trabajo concentrando su mente para no pensar en la foto de la víctima, para no pensar en los rizos del chico ni en sus labios azules ni en las marcas de su cuello roto, para no pensar en la imagen de su cuerpo sin vida.

Cuando logró dejar de pensar en él y en la narración policíaca de su muerte, su jornada laboral había terminado, y agradeció que el día siguiente fuese domingo y que tenía el privilegio de que fuera su día de descanso.

Joaquín llegó al departamento cansado, cuando abrió la puerta todas las luces estaban apagadas, revisó su reloj y se dio cuenta de que aún no pasaba de la media noche, Emilio no solía dormir tan temprano. Se quitó los zapatos y caminó con ellos en una mano hacia la habitación mientras se deshacía la corbata y el fajado de su uniforme, entró a la recamara que compartía con su novio, soltó sus zapatos sin fijarse dónde caían y evitó encender la luz para no despertarle, se sentó en la cama y entonces notó que estaba vacía.

Encendió la lámpara que estaba sobre la mesita de noche y miró a su al rededor, Emilio no estaba, sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y con dos movimientos rápidos sobre la pantalla marcó el numero de su novio, sonó dos veces y se escuchó la voz de Emilio.

—Hola amor– contestó, Joaquín notó que su voz sonaba entrecortada —¿pasa algo?– preguntó.

—Nada, llegué a casa y no estabas ¿todo bien?– preguntó, frunciendo el ceño.

—Vine al estudio, chiquito– explicó —tenían problemas con la canción pero ya los resolvimos– le dijo, Joaquín soltó un suspiro —pero ya voy en camino– dijo, se escuchó la puerta del coche cerrarse y Emilio soltó el aire, Joaquín cambió el teléfono de mano.

—Te espero, entonces– dijo Joaquín, dejándose caer en el acolchado, sintiendo los huesos de su espina dorsal acomodarse —¿me traes la cena?– preguntó, Emilio soltó una risa del otro lado de la línea que le hizo a Joaquín sonreír.

—Claro, cariño, te llevo la cena– y Emilio colgó, Joaquín frunció el ceño y se alejó el teléfono de la oreja para ver la pantalla, Emilio le había colgado, inmediatamente después el teléfono sonó, Joaquín sonrió de lado cuando vio el contacto de Emilio, deslizó el dedo para contestar y se llevó el aparato al oído —te amo– y volvió a colgar.

-

Era domingo, Joaquín despertó gracias a las cosquillas que los labios de Emilio le hacían en la piel de su cuello y su clavícula, sin abrir los ojos sonrió hasta que los besos del rizado se abrieron camino hasta su boca, disfrutando de una sesión matutina de besos flojos y adormilados.

—¿Tienes hambre?– le preguntó, Joaquín negó con la cabeza y se permitió abrir los ojos, Emilio le sonrió, sus rizos estaban húmedos indicando que recién se había bañado —¿no quieres desayunar?– volvió a preguntar, Joaquín negó de nuevo, Emilio entrecerró los ojos y se incorporó en la cama, Joaquín notó que solo llevaba puesta la ropa interior y sonrió ante la vista de su espalda y los músculos de sus brazos —¿quieres ir a ver a papá?– preguntó en un murmuro, Joaquín le miró el rostro, Emilio no le miraba, Joaquín asintió con un sonido y se incorporó en la cama para desperezarse, antes de levantarse para ir hacia el baño y ducharse le dio a Emilio un beso en el hombro y una caricia dulce en el cabello, recibiendo una sonrisa del rizado.

Joaquín abrió la regadera y comenzó a lavarse pensando en el rostro de Emilio cuando mencionó ver a su padre; recordó lo que su novio le había contado sobre la relación con su padre; siempre llevaron una relación armoniosa y cuidadosamente amorosa, de la madre de Emilio supo muy poco, debido a que la mujer desapareció cuando Emilio era muy chico y su novio poco recordaba de ella. Juan, su padre, se hizo cargo de Emilio desde entonces y siempre fueron muy unidos, Joaquín recordaba cómo antes de que él y Emilio comenzaran su relación, Juan trataba a Emilio como si fuera un niño, le cuidaba, le procuraba y se preocupaba por él, y el rizado siempre recibía los cariños de su padre con gusto, su relación se fisuró un poco cuando Emilio decidió estudiar música y dedicar su vida a ello, y fue rompiéndose con el tiempo debido a que Juan comenzó a desarrollar alzheimer y para Emilio era muy difícil hacerse cargo de él, mantener su relación con Joaquín y además terminar su carrera con su promedio honorífico; así que Emilio tomó la decisión de internarlo en una clínica de cuidados, dónde había residido ya por cinco años, Joaquín y Emilio le visitaban constantemente, pero para Emilio la enfermedad de su padre le era dura, y Joaquín notaba cómo su novio, a pesar de tener junto a él seis años, aún sentía nervios de preguntar si quería acompañarlo a visitar a su padre, aún sabiendo que Joaquín siempre le diría que sí, y aún no entendía porqué, pero sabría que no lo entendería si quisiera, él no tenía padre.

Carnada (Emiliaco)Where stories live. Discover now