VI (similitud)

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Joaquín entró a la comisaría con un café en la mano, dio los buenos días a Sofi.

—Hola, Joaquín, buenos días– le contestó la mujer —oye, que ¿te cambiaron a evidencias?– murmuró, Joaquín sonrió y asintió, la mujer sonrió y aplaudió varias veces con sus manos —excelente, cariño, te va a ir muy bien– le animó.

—Muchas gracias, Sofi, eso espero– le dijo caminando hacia los elevadores, cuando las puertas se abrieron entró y antes de que se cerraran entró Diego tras él —hola, desconocido– le dijo, tomando de su vaso, Diego le miró, llevaba un periódico doblado en la mano y se veía agitado y desconcertado —¿qué tienes?– le preguntó, comenzando a preocuparse por su amigo.

Diego negó con la cabeza, Joaquín se sintió extrañado, conocía a Diego desde hacía años, se conocieron en la universidad, entraron juntos a la academia de policía y habían sido los mejores amigos, se contaban todo, Diego había estado para él durante muchas cosas y él había estado para Diego, se conocían de los pies a la cabeza, conocían sus gustos y aficiones, y Joaquín no pudo recordar un día en el que Diego se negara a hablar.

—Wey, ¿qué tienes?– repitió Joaquín, Diego le miró y Joaquín notó un atisbo de duda en la forma en la que le veía, el chico soltó un suspiro y le extendió el periódico doblado sin decir nada, Joaquín lo tomó, lo extendió y en primera plana, con gran tipografía negra el titular narraba "¿El Estrangulador Solitario ha vuelto?", Joaquín miró a Diego confundido, el chico señaló el papel, incitándole a seguir leyendo, las puertas del elevador se abrieron y los dos salieron, quedándose de pie en el pasillo mientras Joaquín reanudaba su lectura;

"¿El Estrangulador Solitario ha vuelto?"

Durante la pasada semana en los rincones menos esperados de la Ciudad de México se han encontrado, hasta ahora, los cuerpos sin vida de tres personas de sexo masculino, los tres, con la misma causa de muerte, asfixia. Las tres victimas presentaban también signos de violencia sexual y se encontraron sin ropa ni pertenencias, la policía capitalina no se ha pronunciado oficialmente al respecto y la sociedad, tanto en las calles de la ciudad como en las redes sociales se han manifestado temerosos, pues aseguran que se trata de un asesino en serie.

Este medio informativo solicitó hablar con la Comandante Sandra Rivera, la encargada de la división de homicidios de la policía de la Ciudad de México sin embargo al momento de este tiraje no se ha obtenido respuesta.

La conmoción en redes sociales no se ha dado a esperar, después de que se dieran a conocer los detalles de la muerte de estas tres personas, aún sin identificar, no se dio tiempo de espera para comparar estos crímenes con otros del pasado, México no ha sido un país que se quede detrás de las grandes urbes, y además de desarrollo, nuestro país ha tenido su escena criminal, se ha comenzado a comparar al perpetrador de estos homicidios con el llamado "Estrangulador Solitario" un asesino en serie que estuvo activo entre 1969 y 1970, cuyo móvil era ahorcar a sus victimas con objetos comunes hasta quitarles la vida, sus víctimas eran siempre hombres, y muchos de ellos identificados como homosexuales, el "Estrangulador Solitario" jamás fue encontrado, a pesar de que se detuvo a varios sospechosos, nunca pudieron resolver los casos, dejando más de quince asesinatos sin un culpable condenado. Tendencias en redes sociales se han formado y los usuarios se encuentran expectantes, esperando sin mucha paciencia a que la policía tome cartas en el asunto y que lo que pasó hace cincuenta años, no se repita. 

—¿Qué es esto, Diego?– preguntó Joaquín con voz seria, devolviéndole el periódico a su amigo —¿es verdad?– le preguntó de nuevo, Diego miró hacia los lados.

—Es de lo que hablé ayer con mi papá, Joaco– le murmuró —Rivera no creía que era un asesino en serie pero yo si, wey, de hecho era lo que te quería enseñar antier– aclaró, Joaquín asintió, recordando la escena con Rivera —y justo hoy en la mañana encontraron el tercer cuerpo– Joaquín rememoró el día anterior y tenía sentido —Joaquín, Rivera me llamó y quiere que trabaje el caso con ella y dos detectives más– le dijo, Joaquín miró a su amigo, estaba más pálido de lo normal y miró una fina capa de sudor en su frente, Diego le quitó el café de la mano y dio un trago largo, haciendo una mueca, el café a Joaquín le gustaba muy dulce —no voy a poder con esto, Joaco– aseguró, negando con la cabeza —no voy a poder, seré un fracaso, seré un fracaso y más gente morirá si fallo– dijo, hablando rápido, Joaquín le puso una mano en el hombro —Joaquín, vidas dependen de que encontremos al asesino y yo no me siento listo– le dijo.

—Diego, cálmate, relájate, respira, por favor– le pidió, Diego trató de obedecer, dos oficiales caminaron a su lado, guardaron silencio un momento hasta que les perdieron de vista —te metiste a homicidios porque estabas seguro de que podrías detener monstruos como los que estudiamos en la academia– le dijo, apretando el agarre de su hombro con seguridad —siempre has sido muy confiado de ti mismo, Diego, es algo que admiro mucho de ti– aseguró, Diego le sonrió —es tu primer caso que además de horrible será mediático– le dijo enarcando las cejas, Diego abrió los ojos y Joaquín sonrió un poco por lo gracioso del gesto —pero algún día iba a suceder algo así, tu vas a poder, vas a ver– le dijo, Diego le sonrió e imitó el gesto de Joaquín, subiendo una mano a su hombro y apretando —además no vas a estar tú solo, tienes a Rivera y a los otros dos.– se mofó, Diego asintió.

—Gracias, wey– le dijo —y neta espero que mi papá me ayude porque estoy que me cago de nervios– Joaquín soltó una risotada seguido por Diego.

-

Joaquín estaba sentado en su nuevo escritorio, se encontraba re-ordenando la computadora de la oficina de evidencias, frustrado porque era un desastre y tratando de encontrar por donde empezar.

Tocaron la puerta, era un oficial que reconoció y recordó haberle visto junto a Diego en varias ocasiones, el chico se extraño.

—¿Ya no está Don Ponciano?– preguntó, entrando con dos bolsas de plástico con tiras rojas de seguridad, Joaquín sonrió y negó.

—Don Ponciano se jubiló– aclaró, el chico enarcó las cejas y le extendió a Joaquín las bolsas, Joaquín revisó que tuvieran la información correspondiente y le extendió una tablilla con hojas de clasificación que el chico llenó enseguida —gracias– le dijo, el chico salió de la oficina.

Joaquín revisó los números de clasificación y los revisó en el sistema para saber en qué caja de todas las que aguardaba la oficina que fungía como bodega guardar las bolsas, se sorprendió al notar que el sistema arrojaba el expediente completo del caso al que pertenecían dichas evidencias, entonces se permitió curiosear, era un homicidio, la víctima se llamaba Javier Chávez, había sido asfixiado y abusado sexualmente, Joaquín alejó sus ojos de la pantalla, un tanto perturbado, reconoció el nombre de su amigo Diego en el apartado de A cargo del expediente  y sintió un ápice de orgullo al notarlo, entonces se permitió curiosear otro poco, pero se arrepintió al instante.

Había una fotografía de la victima, y Joaquín sintió la sangre de su cuerpo caerse hasta sus pies, el rostro de Javier Chávez tenía un color violáceo, moretones en el cuello, los ojos semiabiertos y la boca azul, pero Joaquín pudo jurar, aún con todas las marcas y cicatrices, que Javier Chávez y él, lucían muy parecidos.




°°°°°°°°°°Cuentenme sus teorías, que les pareció el nombre del asesino? Uy jajajaja

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Carnada (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora