II (tiempo)

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La alarma de su teléfono sonó y Joaquín soltó un quejido, con ojos cerrados se movió con lentitud sobre el acolchado, deshaciendo el fuerte agarre de los brazos de Emilio sobre su cintura desnuda y se estiró para detener el sonido.

Soltó un suspiro y se incorporó en el colchón, abrió los ojos y miró el reloj, seis de la mañana.

-¿A dónde vas?- habló Emilio detrás de él mientras se levantaba.

-A bañarme- dijo Joaquín, volteando a ver a su novio, cubierto simplemente por una sábana delgada hasta la cintura, Joaquín le sonrió.

-¿Quieres que vaya contigo?- preguntó Emilio, incorporándose en la cama, dejando que la sábana que le cubría se resbalara y le permitiera a Joaquín ver su piel desnuda, el menor soltó un suspiro y negó con la cabeza.

-No quiero llegar tarde a trabajar- murmuró y salió de la habitación, Emilio se dejó caer de nuevo en la almohada sin cubrirse, escuchando la regadera abrirse.

-

-¡Emilio!- gritó Joaquín desde la habitación que compartían, el rizado se encontraba en la cocina preparando el desayuno de los dos -amor, ¿viste mis zapatos?- preguntó Joaquín caminando hacia la cocina con la camisa abierta y la corbata negra colgada en el cuello, el cabello aún estaba húmedo y Emilio volteó a verlo sin soltar el sartén sobre la hornilla mientras Joaquín tomaba un pedazo de jamón de la tabla de picar y se lo llevaba a la boca.

-Los escondí- dijo Emilio sin dejar de mirarle, Joaquín giró los ojos y miró a Emilio con expresión cansada -no me mires así, quiero que te quedes todo el día conmigo- dijo solemnemente y volvió su mirada a la comida que preparaba.

-Emilio- llamó Joaquín, abotonando su camisa -¿dónde están?- preguntó, con aire paciente, el rizado no volteó a verlo y encogió los hombros, Joaquín se llevó una mano a la cabeza y rascó el cuero cabelludo, soltando un suspiro -amor, por favor, no tengo ganas de discutir ahora- murmuró, acercándose a Emilio y rodeando su cintura con los brazos, Emilio pasó una mano por los brazos de Joaquín mientras sentía al chico recargar su rostro en su espalda -te había pedido que dejaras de esconder mis cosas- le susurró Joaquín muy cerca del oído, Emilio soltó una sonrisa.

-No quiero que te vayas, no quiero quedarme solo todo el día- respondió Emilio serio, apagando la hornilla y volteándose para encarar a Joaquín, le tomó la cara con las manos y le dio un beso suave en los labios

-Emilio- reprochó Joaquín -es que estás solo porque quieres- le dijo, Emilio dejó caer sus manos a los costados de su cuerpo -puedes salirte a caminar, puedes visitar a tu papá, puedes regresar a dar clases- Emilio se deshizo del agarre de Joaquín y caminó hacia el gabinete donde guardaban los platos -tienes muchísimo tiempo libre, lo puedes usar en muchas cosas.-

-Tengo mucho tiempo libre porque tú nunca estás en la casa- Joaquín giró los ojos al escuchar el reproche -te la pasas todo el día trabajando-

-Y ¿para qué me quieres en la casa, Emilio?- le preguntó Joaquín con una sonrisa triste en el rostro -¿para verte componer todo el día y no hacer nada?-

-Joaquín, no me hables así- le dijo Emilio en tono firme, caminando hacia la estufa para tomar el sartén.

-Hemos tenido esta discusión por meses, Emilio, me está cansando- el rizado giró hacia él -primero te molestaba que me la pasara patrullando todo el tiempo y ahora que trabaje en la comisaría hasta tarde, ¿cuándo vas a estar feliz por verme hacer lo que me gusta?- le dijo Joaquín en tono suave, sin reproche, con absoluta sinceridad, Emilio le miró y relajó los hombros, Joaquín se acercó de nuevo a Emilio y le rodeó por la espalda, Emilio apoyó uno de sus brazos en la cintura de Joaquín y su barbilla en uno de los hombros del chico.

Carnada (Emiliaco)Where stories live. Discover now