42. ¿Qué has hecho conmigo?

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Considerando lo mucho que el Alpha de Hell amaba a su Omega, claro que no iba a poder matar a la diosa Luna con la forma de su adorada Omega.

— ¡Vuelve a tu forma! — Pidió con voz fuerte y molesta. Amenazandola aún y sosteniendo su cuello fuerte.

— Alpha. No me hagas daño. — Pidió con voz ahogada, imitando los pucheros de Tawny a la perfección.

— Tú... Me amas. — Susurró con la voz ahogada. El Alpha si se lo pensó un momento. Tuvo que soltarla sin poder hacer mucho más que caer ante los encantos de una figura que era la de su Omega.

La Luna sonrió al saber que casi tenía en sus manos la vida del Alpha, estaba por llamar a la muerte cuando quiso arrancar el corazón del Alpha... Pero de pronto observó la oportunidad que conllevaba ser alguien tan poderoso como él lo era.

— Sólo dame algo y te dejaré en paz, dame un hijo. — Pidió sin vergüenza alguna, cayendo tan bajo.

Pero el Alpha al sentir a su Omega por la conexión tan sensible a su espera lo recordó, trajo a Cole a la realidad y lo supo, claro que amaba a su pareja, a su Omega. Por eso no había posibilidades de enloquecer por alguien más que no fuera su Omega. Ni siquiera había posibilidades de que volteara a ver a la Luna. Porque a pesar de que tuviera la forma de Tawny no tenía su delicioso aroma.

— Es una lástima que una "diosa" muera así. — Se levantó del suelo donde casi se doblegó a la Luna, en donde un dios de la muerte no llegó, porque la Luna había olvidado que él había vencido a la muerte antes.

Él era la muerte ahora. Y se encargó de hacer sufrir a la Luna cuando terminó matando a su forma humana. Arrancando su corazón y triturando su alma.

Los dioses susurraron entre sí esa noche, sabían el destino del Alpha, sabían del destino de su descendencia, sabían que era afortunado por tener a quien lo amaba y amar a quien merecía ser amada. Conocían entonces al que pronto sería un dios de la muerte.

La forma humana de la Luna desapareció entre sus dedos, el cuerpo que había hecho trizas con sus dedos parecía haberse esfumado, y el dios del bosque le hizo un favor al Alpha, absorbiendo la energía de la diosa Luna con rapidez, desapareciendo entre la tierra siendo absorbida por las ramas de los árboles y en el cielo fueron conservados sus restos junto a las estrellas.

Una forma de morir hermosa, para alguien que no merecía tanto.


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El viento frío de la noche había golpeado fuerte a la Omega despertándola con escalofríos por todo su cuerpo, lo primero que la pequeña Omega hizo al despertar fue voltear a ver a sus cachorros al otro lado del nido, puso atención a sus latidos, estos eran constantes y tranquilos. Notó de pronto que su Alpha no estaba ahí como siempre. Y quiso saber lo que sucedía.

Se levantó con calma sujetando la tela de seda semitransparente en la que consistía su pequeña vestido de dormir, uno cómodo que su Alpha encontraba hasta erótico en su tibio cuerpo, sujetó a sus cachorros para pasarlos juntos a su pequeña cuna porque eran revoltosos y aunque estuvieran cómodos en el nido, no hacían más que revolotear.

Soltó un pequeño suspiro lleno de amor cuando los vio más tranquilos en su cuna, y colocó una de las camisas de su padre cerca para que ambos estuvieran tranquilos.

Se dispuso a seguir el aroma del padre de sus cachorros, temiendo que algo que no le gustará hubiera ocurrido. Observó la Luna llena en el cielo, y se sintió extraña al enterarse que la diosa Luna no estaba ahí, no sentía su presencia, no sentía los celos y envidia que le tenía, parecía que... Se había ido.

El aroma de su Alpha parecía no estar en el resto del castillo y no iba a mentir aquello le preocupaba, frente al balcón tomó uno de los abrigos de su Alpha y sonrió al saberse dueña de un método que lo traería de vuelta así él quisiera o no.

Inhaló con fuerza el aroma de su Alpha desde su abrigo y aquello bastó para retorcer sus entrañas en deseo, como Omega preparándose para complacer a su Alpha como él quisiera, algo que él amaba.

Sabía que no había un Alpha más celoso que él y por la conexión se enteraría que su Omega estaba sensible y dispuesta a incluso de cuidar de más cachorros que él le obsequiará y pusiera en su vientre.

— Ah Alpha ¿Qué has hecho conmigo? — Se preguntaba la Omega porque sabía que el amor de su Alpha la podría llevar a la locura, una locura que sabría manejar ella como nadie.

Hell ©Where stories live. Discover now