29. Es necesario.

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— No. No puedo hacer eso. — El doctor sabía los riesgos que tendría si le llegaba a sacar una sola gota de sangre a la Omega del Alpha.

— Será para ayudar al resto. —

— Me niego. —

— Otro lo hará, porque igual es necesario. —

— Si una embarazada dona sangre. Un aborto sería seguro. — Habló el doctor, tenía guantes y muchos pacientes por atender, había hecho un doble turno los días anteriores por la enfermedad que azotaba a la manada.

— Solo será como una muestra. Una gota o dos estará bien para cada paciente, y tendrán más esperanza de vida. — Insistió la dulce Omega que ya no podía ocultar su embarazo y todos los pacientes la miraban mal, porque creían que la diosa Luna los estaba condenando por ese embarazo.

— ¿Y el Alpha? — Preguntó el doctor, él no era un tonto, si su Alpha no daba el consentimiento no iba a tocarla. Tocarla sin él presente ya era bastante malo, así que lo era aún más poner en riesgo su vida.

— En las fronteras. — Observó a Jared que era su segundo al mando. Jared estaba a cargo cuando Cole no estaba, y por lo que sabía también estaba a cargo de la Omega. Pero aún así para el doctor eso era demasiado riesgoso.

— No, es demasiado riesgo para la madre de los cachorros. —

— Es para ver si puedo ayudar. Porque sino muchos van a morir. — Volvió a insistir la testaruda.

— Está bien, pero como repito es demasiado riesgo para el cachorro. — Si es que sobrevivía al parto. — Si luego pasa algo más, o el Alpha se enoja, yo no tuve nada que ver. —

Se quejó el doctor rindiéndose. Pero después de todo, si la omega abortaba en realidad eso sería bueno, ya que en teoría no traería al mundo a esa aberración. Así que lo decidió.

— Vamos a mi consultorio. — Le extraería un poco de sangre a la omega en su consultorio porque la sala donde normalmente lo hacían estaba llena de pacientes.

El doctor se puso el doble de guantes, mascarilla y hasta iba a evitar tocarla todo lo que podía, extrajo la cantidad de muestras de sangre, la guardó en una pequeña bolsa.

— ¿Solo eso? — El doctor la vio mal.

— Si sigo tendrás mareos, o otro tipo de consecuencias. Veamos que tal van los pacientes con esta muestra, les pondré un poco en el suero y veremos como reaccionan. —

Luego se levantó a botar los guantes y voltear a ver a la que ahora era Luna de la manada. El doctor era de los pocos que no creían mucho que el embarazo tuviera algo que ver con la enfermedad que se estaba propagando, pero si creía que un hijo del Alpha sería una abominación.

— Debes comer bien, si bien es cierto que tu embarazo es el del Alpha y muchos desearíamos que ese cachorro no nazca, tú eres nuestra Luna, en mucho tiempo no tenemos una. Así que cuida de ti, por favor. Y ya no te expongas al peligro. — Él estaba consciente que haberle sacado esas muestras de sangre era un peligro, al menos el suficiente para causarle un aborto, aunque ellos no lo sabían porque el doctor no se animaba a verlos a los ojos. — Aliméntate sanamente, te veré en una próxima consulta, espero. — Ella asintió, y Jared la llevó con calma al auto. Se sentía mareada, pero era soportable, tenía que comer y descansar para recuperar fuerzas.

— ¿Crees que de verdad se enoje si se entera? — Le pregunto Tawny a Jared en el auto, ella iba muy cómoda y abrigada porque el frió ya se sentía, así como un poco de lluvia, el invierno pronto iba a verse en todo su esplendor.

— La verdad espero que no se entere. —

Jared estaba al tanto de que una de las cosas que Cole más odiaba era que tocaran a su Omega. Eso era un rotundo no. Y sin embargo entendía la necesidad de Luna de querer ayudar a la manada, así que por eso había dejado que donará un poco de sangre.

— Yo también. —

— Tú no tienes mucho de qué preocuparte. — Continuó Jared. — Él a ti no te haría nada. — Ella sonrió, eso era cierto.

— Yo por otro lado, no tendría la misma suerte. — Confesó él. El celular de Jared comenzó a sonar y atendió de inmediato.

— ¿Qué sucede, Alpha? — Él no quitó los ojos del camino.

— Está bien, lo haré pronto. — Suspiró. — Ahora no estoy precisamente en el castillo, pero pronto llegaré. Estoy a unos minutos. —

Jared colgó la llamada y suspiró pesadamente, tenía un mal presentimiento. Su lobo prácticamente le decía que tenía que estar alerta, porque algo podría pasar algo muy mal.

— ¿Qué querías? —

— Los nombres de todas las personas extranjeras que cruzaron las fronteras y se quedaron un tiempo en el pueblo. —

— ¿No pudo preguntar en la frontera? — Preguntó Tawny con una pequeña risita.

— No es lo mismo, los nombres de las personas que se quedaron más tiempo se van anexando a una base de datos. — Comentó Jared, y era más fácil tener acceso a esa base de datos con los códigos del Alpha que estaban en su despacho.

Al llegar al castillo, Jared no perdió tiempo y fue a hacer lo que el Alpha había pedido, envió los nombres y detalles por un mensaje.

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— Él fue Alpha. — La mirada de terror en el otro Alpha en suelo era palpable. Nada menos que tener al que era casi la muerte andante, a punto de cortarte el cuello.

— ¿Fue tu Alpha el que te dio la orden? — El otro Alpha tragó fuerte, y no se atrevió a contestar. No era porque estuviera maniatado, sino que el miedo por ese Alpha paralizaba sus palabras. — Contesta. — Se quedó callado. — No voy a volver a preguntar. —

— Yo lo hice eso no va a cambiar nada. — Soltó en un ataque de valentía, de todas maneras sabía que iba a morir.

— Tienes razón, un par de personas murieron. Y por tu culpa. — Observó al par de betas pertenecientes de la manada vecina. — No va a haber próxima vez, porque sino haré que su Alpha se arrodille, y le daré a Luna como regalo su corazón y un nuevo territorio. — Él podría hacerlo, de eso no tenían duda. — Así que vayan a decirle, que no habrá una próxima vez. — Solo dejó escapar a un par de betas, el resto tendría que esperar una muerte lenta, o tal vez solo por un par de estacas porque ya no habían suficientes para ellos. —

Hell ©Where stories live. Discover now