Capítulo 50 - Final

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Compré una botella de tequila en el camino, de hecho apenas subí al auto la destapé y le di un trago directamente de la boquilla, quizás para armarme de valor. Me miré al espejo de vanidad, estaba nerviosa, sentía mucho miedo de lo que pudiera pasar, de lo que voy a decir, de la respuesta que pueda conseguir, de lo que vaya a encontrar. Le di un trago más al tequila y después de cerrar bien la botella, la puse bajo el asiento del copiloto y continué conduciendo hacia Copilco.

Aquí estaba otra vez después de tanto tiempo. No puedo creer que durante meses evité pasar por aquí, prefería tomar rutas más largas o simplemente evitar los lugares cercanos, como si en verdad evitar la zona fuera a evitar que me encontrara con él. Pero aquí estoy, después de tantos meses. Saludé al guardia del conjunto de edificios, el cual se sorprendió bastante por mi visita porque «hace mucho que no me veía».

—¿Al 1212, verdad?

—Sí. Así es, al 1212.

Vaya que el tiempo hace de las suyas. A pesar de que pasaron unos cuantos meses desde la última vez que estuve aquí, parecía que de repente los años pasaron por ese hombre, dado que su cabello se ha teñido con el gris de las canas. El guardia me abrió la reja para que pudiera pasar, bajé considerablemente la velocidad con la que iba manejando, no pude evitar soltar un suspiro al mirar el edificio y el lugar de estacionamiento habitual vacío, ese lugar que durante muchos viernes me perteneció.

Me estacioné, tomé la botella y me miré en el espejo antes de bajar. ¿Qué pasaría si no estaba? ¿O si no me quiere ver? ¿O si Marisol y Héctor me ponen una mala cara? ¿Y si mejor me voy? ¡No! Ya estoy aquí, no puedo quedarme con la duda. No puedo irme a Madrid sin haberlo visto aunque sea por última vez. Bajé del auto y entré al edificio, el viejo ascensor sigue ahí, presioné el botón para poder subir, quizás la última vez que lo haré.

Golpeé ligeramente dos veces la puerta del apartamento 1212, nadie me abrió. Me quedé parada frente a la puerta cuestionándome si debía volver a tocar o si podía tomar eso como un «no hay nadie, vete». Sostuve la botella con más fuerza. Toc toc. Si esta vez no abren, entonces me iré y lo tomaré como una señal.

—¿Otra vez se te olvidaron las lla... Anette? No te esperaba.

Vi a Dan después de tanto tiempo parado frente a mí, mirándome sorprendido. Esta vez no hubo una sonrisa de su parte ni un abrazo eufórico, solo me veía como si estuviese preguntándose un «¿qué está haciendo aquí?», así que le enseñé la botella y me encogí de hombros.

—¿Puedo pasar?

—¿Qué pasa Anette?

—Quiero platicar contigo.

—No puedo quedarme mucho tiempo, voy a ir a ver a Héctor tocar con su banda en...

—¿Insurgentes Sur? —Complete la oración.

Asintió con la cabeza, finalmente se hizo a un lado para dejarme pasar. Era la primera vez que veía el departamento tan limpio, caminé hacia la mesa de madera para dejar la botella y me percaté del bonito arreglo floral que estaba sobre ella.

—¡Qué lindas flores!

—Son de Melisa, Héctor se las regaló ayer porque fue su aniversario.

¿Su aniversario? Entonces siguen juntos, justo cuando venía para acá me pregunté si aún vivían los tres en este lugar, o si tenía un nuevo roomie o si ya se había mudado aquí y si iba a quedar como estúpida. Pero todo sigue igual salvo que este lugar se ve más ordenado, o eso es lo que pude ver cuando caminé un poco más hacia el pequeño comedor cuadrado.

Por pura inercia, volteé a ver hacia su habitación, por un momento vino a mi mente la primera vez que estuve ahí con él, nos vi en su cama escuchando el Hest de KMF, disfrutando las canciones que próximamente se convertirían en mis favoritas, ahora eso se veía tan lejano. Después, me giré para poder verlo a él, me recargué con ambos brazos sobre una de las sillas y fue entonces que le hice una solicitud:

Solo te quiero para que juegues conmigo [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora