Capítulo 48

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Y entonces pasó la navidad más fría de todas, e inició el año con más expectativas e incertidumbre sobre mi futuro que he tenido. Y es que después de haber entregado mi solicitud, solo quedó esperar. Los días se me hicieron eternos, pero también me dio el espacio suficiente para poder hablar con mi familia y sobre todo convencer a mi mamá de que podía con esto sola. Sí, yo sé que solicité un intercambio de seis meses al otro lado del mundo, pero mi mamá se encargó de hacerme saber todos los días hasta que terminó el mes de diciembre que no iba a poder sobrevivir sin ella.

Fue hasta mediados de enero que la caché, sin querer, escuchando un podcast sobre Madrid. De alguna u otra forma, comenzaba a prepararse para la posibilidad que existía de ese intercambio cuyas noticias no tuve hasta finales de ese mes, cuando me hicieron saber que mi solicitud había sido aprobada pero que estaban en espera de lo que la universidad receptora decidiera, exteniendo la incertidumbre hasta febrero sin una fecha específica.

¿Mi papá? Él me apoyó bastante. Siempre supe que uno de sus sueños frustrados en la universidad era precisamente irse de intercambio, pero no pudo hacerlo. En ese momento, estudiaba por las tardes y por las mañanas ayudaba a mi abuelo en el negocio familiar, cuando la mueblería era todo un éxito y estaban creciendo exponencialmente, por lo que abandonarlo en ese momento que lo estaba apoyando en lo administrativo no le pareció una buena idea.

Las semanas se fueron volando desde que corté comunicación definitivamente con Matías. Saber que había terminado para siempre al principio se sintió raro, pero después vaya que fue liberador. No he sabido mucho de él, solo lo que me ha contado Tristán, que dejó su pasantía en la Secretaría de Relaciones Exteriores por miedo a que su jefa lo corriera, a pesar de que no hice nada ni le conté a mi papá. El papel de perra me lo puse solo ese día en la terraza pero no moví ni un dedo, cuando Tristán me lo contó me reí por dentro, él solito se encargó de ponerse el pie. Incluso supe por ahí que Fátima empezó una relación a mediados de enero con un chico de su carrera, así que supongo que de alguna u otra forma, ella también encontró su final feliz.

¿En cuanto a mí? Bueno, creo que realmente nunca había pasado tanto tiempo sin un interés romántico, se fue Matías y de Dan no he sabido nada. Lo buscaba de vez en cuando en redes sociales pero como siempre, no compartía nada, apenas unos likes a memes científicos en Twitter pero no sabía nada más de él. Y hace mucho que sus amigos dejaron de aparecer en mi lista de followers, por lo que en verdad no tenía acceso a él de ninguna forma. Quise escribirle en navidad pero no me atreví a terminar la oración. Quise escribirle en año nuevo pero no me atreví a mandar el mensaje. Y para el catorce de febrero, eliminé su contacto en la cena que tuve con Ingrid, en la cual comimos un sushi delicioso y bebimos mojitos hasta tarde.

Y entonces comencé a apreciar las pequeñas cosas de la vida, como beber café por las mañanas, manejar sin importar cuánto tiempo pasara en el tránsito, total, siempre había una canción por cantar, comencé a tomar un gusto especial por leer antes de ir a clases y descubrí nuevos rincones de la universidad que no había visitado antes. Además, este semestre particularmente me ha parecido de lo más interesante, un acercamiento más a la industria y la doctora Liliana vaya que sabe explicar la materia, se notaba que le apasionaba el tema de diseño y obtención de medicamentos.

—Vaya, siempre eres la primera en llegar a la Planta Piloto. —Le digo a Julieta, saludándola con un beso en la mejilla—. ¿Llevas mucho aquí?

—Algo, es que pasé temprano por una cofia, ¿me ayudas a agarrar mis cosas en lo que me amarro el cabello?

Le sostuve la carpeta y la bata mientras ella se tomaba el cabello largo y ondulado con ambas manos para amarrarlo en un chongo. Y mientras Julieta terminaba de peinarse, comenzaron a llegar muchas más personas, intentando ser tan puntuales como la doctora Liliana nos pidió. Hoy íbamos a hacer comprimidos y dependía de qué tan rápido trabajáramos por equipos el turno que nos iba a tocar para usar la tableteadora, así que muchos ya empezaban a organizarse para hacer mucho más rápido y eficaz el proceso.

Solo te quiero para que juegues conmigo [2]Where stories live. Discover now