Capítulo 34

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Desde que iba camino hacia el Plaza Condesa sentía que ya había vivido este día antes, quizás era culpa de la banda, nuestra banda. Miré el boleto, poco después de haberle dado un trago a mi cold brew, me negué ligeramente con la cabeza, la locura que ha desatado este boleto, este boleto en particular ha sido el culpable de mi felicidad.

Miré la pantalla de mi celular, falta poco para que sean las seis. Me apresuré a tomar el resto de mi bebida y una vez que quedaron solo los hielos en el vaso me puse de pie y lo tiré en el cesto de basura más cercano. Salí de Starbucks, caminando con dirección hacia el venue, para llegar a las seis justo como me lo pidió en la carta. La fila para entrar al recinto era inmensa, caminé y caminé hasta llegar al final de ella, esperando pacientemente por Dan, quedamos de vernos aquí a las seis, ¿en dónde está?

Tomé mi celular y entré a WhatsApp para escribirle a Dan, para decirle que ya llegué. Fruncí un poco el ceño cuando vi que ni siquiera me contestó el mensaje que le envié hace una hora, ¿en dónde está? Bloqueé el celular, me paré de puntillas y oteé como venadito entre todas esas personas de la fila, ninguna cara conocida. Mi celular vibró, no es Dan, es Matías, que sigue escribiéndome a pesar de que ya nos hemos intercambiado todo lo que sabemos de Tristán hasta ahora.

Matías Licea: ¿Y qué estás haciendo?

Anette Ibarra: Formada, esperando por Dan. Vamos a ver a KMF en el Plaza.

Matías Licea: ¡Qué cool! Al menos vas a distraerte hoy.

Bloqueé el celular, volteé a ver de nuevo hacia la fila, Dan no venía. Vi a un chico vendiendo playeras de la banda, mercancía pirata más creativa que la original, típico de los conciertos aquí en la ciudad, pero para no ser merch oficial esa camiseta de Pish se veía asombrosa. Miré la hora, eran las 6:30 y él seguía sin venir, no lo entendía, parecía que me estaba haciendo lo mismo que la primera vez que los vimos, cuando me hizo esperar un buen rato, cuando llegó high con sus amigos.

Anette Ibarra: ¿En dónde estás?

Uno de los organizadores ha pasado a decirnos que debemos prepararnos para ingresar al recinto, boleto en mano, la fila comenzaría a avanzar pronto y él no contestaba. ¿Qué pasaba?

Matías Licea: De hecho estoy cerca del Plaza, vine a tomarme un café a Tierra Garat con mi profesora de ruso.

Anette Ibarra: ¿En serio?

Matías Licea: Sí, qué cosas ¿no?

Avancé unos cuantos pasos, estaba molesta ya. ¿Por qué me está haciendo esto? ¿Qué es eso de no cumplir con lo acordado? Además no contesta los mensajes y ya llevo un buen rato esperando aquí sola, irónicamente hablando con mi ex de lo desesperada que estoy por su ausencia.

Matías Licea: ¿No ha llegado?

Anette Ibarra: Nope.

Matías Licea: ¿Crees que vaya?

Anette Ibarra: Obviamente, es nuestra banda. Además él me regaló los boletos, no creo que me deje sola, no sé si le pasó algo. Le llamé pero no me contestó.

Regresé el celular a mi pequeño bolso y me salí de la fila, estábamos cada vez más cerca de la entrada y yo continuaba aquí sola. Caminé hacia el pequeño puesto de dulces que se instaló junto a otro puesto de mercancía no oficial, saqué mi cartera y compré un cigarrillo, lo puse entre mis labios y la señora que vendía me prestó un encendedor. Una calada, ¡no puedo creer que me esté haciendo esto! No era lo que prometió en su carta, no era lo que imaginé cuando saqué todo el contenido de la mystery box. Otra calada, el humo salió por mi boca y mi nariz cuando finalmente lo vi caminar hacia acá, ¿es en serio? Quería gritar, quería decirle que ha arruinado nuestro plan por completo. Parecía que la misma escena del 2017 se estaba repitiendo, detrás de él venían Liz, Héctor y su novia, ¿acaso no había dicho que esta vez estaríamos solos?

Solo te quiero para que juegues conmigo [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora