❏ 009 ▪ las damas rosas.

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Nadie de Bangtan había pisado jamás la hermandad de Las damas rosas. No porque no quisieran, sino porque era territorio prohibido. Y aunque Jimin siempre supo que lo prohibido era tentador, cuando puso un pie dentro de aquella casa, descubrió cuán doloroso puede ser también.

Aquello era el infierno llamándolo a pecar con tantas frutas prohibidas y apetitosas...

Y santo Dios, bendito era aquel infierno.

—¿Es que tienen a todas las tías buenas de Claremont recluidas en esta casa o qué?

Jin frunció el ceño.

—Vuelve a subirte la cremallera del pantalón, no estamos aquí de fiesta.

Hoseok chifló al ver a Hirai Momo guiñarle un ojo cuando ésta pasó por su lado, embutida en un vestido de tubo rojo.

—Bueno, un poco de diversión de vez en cuando tampoco es malo, hyung —se mordió el labio, siguiendo con la mirada su figura alejarse a paso sensual.

Yoongi puso los ojos en blanco y centró los ojos sobre Taehyung. Parecía distraído y serio, no hacía nada más que mirar desde una columna el lugar con una expresión de pura indiferencia. Sin embargo, la mente de V nunca estaba en blanco. Siempre tenía algo en qué pensar, aunque nadie más que él fuera conocedor de ello.

En ese aspecto se parecían bastante.

—¿Dónde está la panda de locas? —inquirió Jungkook, con las cejas enarcadas—. Se suponía que debíamos de vernos aquí y ahora.

Hoseok alzó la mirada hacia la escalera y ladeó una pequeña sonrisa.

—Mira por donde, parece ser que invocaste al diablo.

Los chicos de Bangtan alzaron la mirada de igual manera hacia la escalera, aunque no fueron los únicos. BLACKPINK eran bien conocidas por tres cosas: 1, su palabra era la ley absoluta en Claremont Valley; 2, juntas tenían más que influencia y poder suficientes como para crear su propio gobierno; y 3, nadie, absolutamente nadie, podía apartar la vista de ellas una vez que se mostraban. Habían nacido para ser el centro de atención, y eso todos lo sabían.

Incluso desde la distancia, Taehyung pudo reconocer aquel perfume que viajaba en el aire, cada vez más cerca a medida que la portadora bajaba un escalón más.

Chanel n°5, un clásico, pensó Taehyung para sus adentros al verla a tan corta distancia.

Jennie iba vestida en un vestido de seda burdeos de tirantes, fino y elegante que resaltaba la línea de sus hombros y las curvas de su cuerpo, con la tela apagándose a éste como si se tratara de una segunda piel. Llevaba unas botas cortas de tacón negro en los pies y un collar de choker alrededor del cuello.

—Llegáis tarde —recriminó Jimin con el ceño fruncido.

—Tampoco creo que te haya molestado tanto —dijo Rosé—. Parecías estar disfrutando bastante de las vistas hace un rato.

—Ya sé que me quieres para ti sola, Park, pero por favor controla esos celos, ¿quieres? Estamos en público.

Rosé soltó un bufido e hizo una mueca de asco al mismo tiempo que fruncía el ceño.

—Vete al infierno.

Namjoon suspiró.

—¿Ha llegado?

—Aún no, pero lo sabremos.

—Rubita, por si lo has olvidado, la única pista que tenemos de ese tipo es que lleva un tatuaje de dragón en el cuello —replicó Jimin—. Si pretendes que vayamos subiéndole la camisa a cada tío que veamos, lo siento pero paso.

the gang | blackbangtan.Where stories live. Discover now