→ Veintinueve

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—Estamos gastando dinero en enviar a Mikaela a una escuela, aún cuando es un niño pequeño —dijo Krul dando un golpe en la mesa; todos los presentes dieron un brinco, asustados—. Pues déjame decirte, Horn, creí que eras lo suficientemente madura como para entender la manera en la que yo hago las cosas.

—Tal vez es porque no quise hacerlas a tu modo, mamá —se quejó la rubia; los hermanos y el patriarca contuvieron el aliento—. Tú no sabes lo difícil que fue para mí, para Lacus, o para Chess tener que afrontar personas de la noche a la mañana sin que hubiésemos tenido una preparación —le recriminó—. Yo no quería lo mismo para ellos.

—¿Ellos? —repitió la pelirrosa—. ¿Dijiste ellos? Eso quiere decir que no es solo Mikaela, sino también Yuuichirou.

—Sí, no iba a separarlos por nada del mundo —defendió la mayor de los hermanos.

La discusión se estaba tornando acalorada, todos los presentes en la cocina, e incluso los que no —Shizuko, Kei y Yuzuru que escuchaban desde el otro lado de la pared—, estaban conteniendo el aliento; es que era extremadamente extraño que uno de los hijos se alzara de esa forma contra sus padres, especialmente con la ojirubí mayor.

Todos estaban nerviosos, especialmente por la reacción que iba a tener la famosa actriz, durante todas sus vidas tuvieron que lidiar con ello y sabían que tarde o temprano iba a estallar; y que eso no sería algo agradable.

—Yuu-chan y yo nos retiramos —avisó Mika parándose de la mesa y jalando al moreno para que lo imitara.

—Alto —los detuvo Krul—. Ustedes dos se quedan, los demás, no quiero verlos —musitó.

Apenas ella pronunció esas palabras, todos salieron de la cocina menos los dos niños y la misma Horn, que se quedó para defenderlos; la ojirubí mayor los encaró y con la sola mirada les indicó que se acercaran a ella, lo que ellos obedecieron de inmediato.

—Mikaela, no creo que entiendas los límites que hay entre un híbrido y su dueño —empezó la matriarca.

—No, mamá, no los entiendo —le respondió el rubio frunciendo el ceño, y de hecho, interrumpiéndola.

La sonora cachetada que la pelirrosa le propinó a su hijo se encargó de callarlo de inmediato, y de paso, tirarlo al suelo.

—¡Mamá! —exclamó Horn alarmada y agachándose para revisar a su hermanito.

—Yuuichirou, quiero que entiendas algo, ¿sí? —espetó dirigiéndose al ojiesmeralda e ignorando a sus hijos; el aludido dio un respingo y empezó a sudar nervioso.

—No, Yuu-chan no tiene que entender nada —jadeó el rubio soltándose del agarre de su hermana para ponerse de pie y mirando a su adorado amigo—. Yuu-chan, sube a mi habitación, iré en un momento.

—P-Pero, Mika...

—Vete, por favor —le suplicó.

Asustado, Yuu le hizo caso a su dueño y salió corriendo tan rápido como sus piernas le permitieron; ya estando los tres solos en la cocina, Krul apretó su mandíbula con enojo y Horn se mantuvo a la defensiva.

—Mamá, no importa si no quieres que vaya a una escuela, pero no quiero que vuelvas a pegarme en frente de Yuu-chan —pidió Mika observando fijamente los ojos rojizos llenos de furia de su madre—. No quiero que lo lastimes, si tienes algo que decir, por favor dímelo a mí.

—¿Cómo es que si quiera me hablas en ese tono, Mikaela? —reprochó la ojirubí—. Yo solo quiero lo mejor para ti.

Mamá, Yuu-chan es lo mejor para mí —sollozó, ya no podía contener las lágrimas—. Por favor, no me lo quites —rogó con temor—. Si quieres que vuelva a estudiar en casa, lo haré, pero no te lo lleves...

Krul abrió los ojos con sorpresa, simplemente estaba perpleja ante la actitud de su hijito menor, sinceramente, esperaba un berrinche que terminaría en un buen castigo para él; pero que le rogara así que no le quitara a su híbrido le quebró el corazón.

—Mamá, sé que debí consultarte antes de hacer lo de la escuela, pero en serio es lo mejor para ellos —explicó la rubia mayor intentando verse serena y acariciando suavemente el cabello de su hermano—. A Mikaela le hará bien, todos los estudios que he leído indican lo mismo, incluso, él será mejor que nosotros en muchos aspectos.

Entonces la pelirrosa pareció salir de un trance, miró a su alrededor y a sus pies, en donde estaba su hijo menor llorando con una mejilla roja y su hija mayor a punto de llorar de indignación mientras ocultaba a su hermanito tras ella; se llevó una mano al rostro y suspiró demasiado fuerte para su propio gusto.

—Está bien, pueden seguir en esa escuela —autorizó; la rubia no cambió su expresión defensiva—. Y también... lo siento...

Dicho eso, se levantó de la silla en la que estaba y salió de la cocina; definitivamente, su representante sí tenía razón, debía tomar esos cursos para el control de la ira.

[...]

Yuu estuvo esperando y esperando ansioso a que su dueño regresase, pero los minutos transcurrían y él no volvía, lo que lo estaba preocupando; quizás dramatizaba, pero se sintió en la misma situación que con su padre.

Estuvo a nada de salir corriendo a buscarle cuando la puerta se abrió y por ella apareció Mika, tenía una mejilla hinchada, sus ojos rojos y traía una bolsa de hielo apoyada en la cara; su estado preocupó muchísimo al azabache.

—M-Mika, ¿estás bien? ¿qué pasó? —deseó saber el ojiesmeralda abrazándolo con fuerza.

Mucho antes que responder, el rubio soltó el hielo que llevaba en la mano y estrechó con todas sus fuerzas el delgado cuerpo de su híbrido, y se permitió llorar un poco más en su hombro mientras este le acariciaba el cabello con dulzura, pero sin comprender del todo la situación.

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Todo bien complicado ah

Espero les haya gustado

Bye!

Mi pequeño híbrido [MikaYuu] |En Edición|Where stories live. Discover now