→ Dieciséis

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Estuvieron en el hospital casi todo el día, pues a Yuu tenían que hacerle varios exámenes para saber a qué era alérgico, lo que concluyó en que era alérgico a las manzanas; el médico dijo que era un poco extraño eso, sin embargo, había que tener cuidado, porque al fin y al cabo era una alergia como cualquier otra.

Sobra decir que Mika no pudo estudiar ese día, y que cuando regresaron, los dos infantes se quedaron dormidos en la parte trasera del auto, y solo despertaron cuando las dos mujeres los levantaron para que se lavaran las manos para cenar.

Los hermanos Geagles fueron informados del incidente ya en medio de la comida, lo cual generó varias reacciones; a Chess, por su parte, pareció darle igual, Lacus se vio ligeramente preocupado y Horn hizo muchas preguntas para saber lo ocurrido, se le veía muy atenta con el pequeño híbrido.

Urd también se notó distante pero preocupado a su manera, y la comida supo mejor, pues el ambiente familiar, al menos esa noche, fue cálido y ameno, como hacía varios años había dejado de ser.

[...]

La mañana llegó y con ella, el cantar de las aves, Mika y Yuu dormían en la cama aún, estaban abrazados, y sus mentes descansaban en el mundo de los sueños; Krul intentó despertar a su hijo para sus clases, pero se le derritió el corazón al verlo tan gentil con su adorada mascota, por lo que prefirió cancelar las clases de la mañana y permitirle dormir.

Aparte, era mejor que descansara por el día tan ajetreado que habían tenido ayer, seguro tenía los nervios de punta pensando que al moreno le había pasado algo grave; así que los dos chiquillos durmieron plácidamente hasta, quizás, las diez de la mañana.

Pasadas las diez y quince, Yuu abrió sus ojos ligeramente, primero acostumbrándose a la luz y luego fijándose en cómo su dueño lo apretujaba entre sus brazos, cosa que lo avergonzó, pero que no negaría que le gustaba mucho; en lugar de quitarse, se acurrucó más contra él y frotó suavemente su cabeza en el pecho ajeno.

—Mnh... Yuu-chan... —murmuró el rubio entre sueños.

El aludido sonrió y, aún atrapado en el abrazo del de tez pálida, se dedicó a mirarlo; notó que Mika era un chico lindo, con unas pestañas largas y rubias, su carita era suave, su nariz era muy bonita y tenía una boquita color cereza muy tierna.

Yuu, al observarlo detenidamente, sentía nuevamente esa sensación de vacío en su estómago, y sus pómulos se tornaban rojizos; su corazón latía más deprisa y sentía ciertos nervios, no entendía muy bien ese sentir, pero cuando lo comprendiera, se aseguraría de comunicarlo a su dueño.

El ojizafiro se removió soltando el agarre, y el azabache se sintió desprotegido, así que decidió recostar parte de su torso sobre el pecho del más alto para poder seguir mirándolo; había descubierto una nueva actividad favorita: mirar a Mika dormir.

De repente, las ganas de abrazarlo y mimarlo le llenaban más que antes, como si solo necesitara eso para ser feliz; se inclinó un poco para acercar su rostro al contrario y lentamente, cuidando de no despertarlo, le brindó un sutil beso esquimal.

Segundos después, el Geagles rió y el ojiesmeralda supo que lo había despertado, lo que logró hacer que se avergonzara y se alejara.

—Buenos días, Yuu-chan —lo saludó en un bostezo—. ¿Te sientes mejor hoy?

—S-Sí... —respondió bajito.

—Oye, Yuu-chan —llamó.

—¿Q-Qué?

—¿Qué era eso que hacías cuando me despertaste? —inquirió.

Yuu se puso rojo a más no poder y ocultó su carita en medio de las almohadas, la verdad no sabía porqué le daba tanta vergüenza, si solo copió lo que vio a sus padres hacer unas vez y cuando les preguntó porqué lo hacían, ellos le dijeron que era un mimo que demostraba cariño; pero no iba a decirle eso a su dueño.

—Yuu-chan —canturreó—. Anda, dime —pidió pinchando la espalda ajena.

El más bajo se negó a hablar, y Mika decidió atacarlo con cosquillas, las risotadas de Yuu no se hicieron esperar, seguido de los movimientos bruscos en la cama; era una mañana divertida.

Era, pues a los segundos, Krul aclaró su garganta y los hizo detenerse; ella estaba parada en la entrada y los miraba tranquilamente.

—Bajen a desayunar —les ordenó—. Vayan a bañarse y vestirse adecuadamente.

—Buenos días, mamá —saludó el rubio.

—B-Buenos días, Krul-san... —saludó también el azabache.

La pelirrosa les devolvió el saludo y luego regresó por donde había llegado, dejándolos solos nuevamente; entonces el ojizafiro se bajó de la cama y se estiró.

—Yuu-chan, vamos a bañarnos —informó sonriendo—. Ven conmigo.

Siguiendo la orden, el moreno siguió al más alto y se bañaron juntos en medio de risas y pláticas llenas de alegría; quizá tardaron más de lo normal, porque incluso Marie tuvo que ir a llamarlos nuevamente.

Sin embargo, el tiempo que pasaban juntos era algo que ambos atesoraban, era como aquello que ellos necesitaban para poder ser felices, esa parte de sus corazoncitos que habían perdido en algún momento; tal vez decirlo de esa manera es un poco exagerado, pero pese a sus edades, los dos chiquillos pasaron muchas cosas solos, y ahora tenían a alguien con quien iban a pasar muchas más cosas.

Mika, cuando miraba a Yuu, también sentía maripositas en su panza y se sonrojaba levemente; así que, el cariño y el afecto que se brindaban no era solo porque sí, sino que en realidad les nacía.

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Los bebés se quieren mucho mutuamente :3

Espero les haya gustado el cap uwu

Bye!

Mi pequeño híbrido [MikaYuu] |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora