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Kei no tardó en aparecer para ayudar a cargar las compras en el auto y prometió recogerlos luego, así, mientras ellos comían y finalizaban la lista de compras, él llevaba todas esas bolsas de mercado a casa y le pedía a las sirvientas que las acom...

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Kei no tardó en aparecer para ayudar a cargar las compras en el auto y prometió recogerlos luego, así, mientras ellos comían y finalizaban la lista de compras, él llevaba todas esas bolsas de mercado a casa y le pedía a las sirvientas que las acomodaran. Cuando el castaño se fue del centro comercial con el carro lleno, Mikaela, Yuuichirou y Marie se dirigieron a la plaza de alimentos.

El rubio llevaba al azabache agarrado de la mano: "no vaya a ser que se me pierda", le decía su mente, pues su nana los había soltado, pero iba detrás de ellos, a apenas dos pasos de distancia. Y el híbrido pensaba en lo extraño que se sentía que le tratara de una forma tan cálida.

—Sentémonos por allá —sugirió la mujer, señalando una mesa cercana en una pizzería.

Los tres se sentaron ahí, y no tardó en aparecer un mesero preguntando qué comerían. La nana pidió una porción de pizza hawaiana, Mika pidió de jamón, y Yuu, al no saber qué comer, pidió lo mismo que su pequeño dueño.

—Yuu-chan, ¿te estás divirtiendo con nosotros? —interrogó. Su sonrisa parecía brillante. Casi de inmediato se sintió contagiado por ella y le imitó.

Sí, estoy muy feliz.

—Me alegra mucho que te haga feliz estar con nosotros, Yuu —intervino Marie, también sonriendo.

Yuu no mentiría al decir que no le gustaba esta nueva vida, pero no podía evitar desconfiar de ella, porque habían tantos lujos y cosas que nunca antes habia visto o experimentado, y sonaba tan loco que de un día para otro, mágicamente su dueño le quisiera tanto. Hubo un pequeño silencio, antes de que hablase en voz baja:

—Mika, ¿por qué me elegiste a mí?

—¿En el albergue? —asintió. Sus orejas se inclinaban hacia él—. Bueno... Solo pensé que era extraño que alguien que podía ser adoptado se estuviera escondiendo y me dio curiosidad, ya sabes, porque todos esos híbridos eran muy amables y juguetones.

—¿Quieres decir que yo no? —hizo mala cara.

—Yo no dije eso —rió divertido, llevando su mano a la cabeza azabache para acariciar sus orejas, sonrojándolo—. Además, apenas te vi supe que debías ser tú.

—Hm —infló las mejillas.

—¿Estás molesto conmigo?

Marie solo los veía y pensaba lo tiernos que podían llegar a ser esos dos niños; mira que hacer un berrinche tan adorable. Mikaela se río y bajó su mano de sus orejas a su mejilla y la pellizcó.

—Vamos, no puedes enojarte conmigo —murmuró risueño—. Con lo mucho que yo te quiero.

Yuu se puso muy rojo por lo estaba avergonzado que se sintió, tanto por las acciones como por las palabras del rubio. ¿Cómo era capaz de decir tales cosas sin siquiera parpadear? ¿acaso realmente sentía lo que dijo? Bajó las orejas un poco. Deslizó su mano hasta tomar la del rubio, quien lo observó y se sonrojó un poco, pero sonrió apretando el agarre.

Mi pequeño híbrido [MikaYuu] |En Edición|Where stories live. Discover now