→ Veintiocho

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El día siguiente llegó, y con él, una nueva jornada académica que Mika y Yuu tuvieron que ir a cumplir; esta vez, no fue tan incómodo ni tan vergonzoso para ninguno, antes, tal vez fueron los nervios del primer día.

El rubio fue capaz de platicar un poco con Scarlett y el azabache logró conversar con Yoichi y los otros tres chicos, no había sido un enorme avance, pero algo era algo, así que era un progreso lento pero seguro; quizá se sintieron más relajados porque había otro motivo más importante por el que preocuparse: las reacciones de los progenitores Geagles cuando se enteraran que estaban yendo a la escuela.

Ninguno pensó mucho en ello hasta que finalizó el horario escolar y Kei los recogió, ya en el auto, ambos se miraban sin saber muy bien qué esperar o qué decir durante el almuerzo en el que Horn iba a contarles sobre el incidente que ocasionó todo; el par de infantes suspiró nervioso.

[...]

—Estamos en casa —anunció el Geagles menor entrando a su hogar y tomando la mano del híbrido.

—Bienvenidos —les dijo Marie desde la cocina—. Vayan a quitarse esos uniformes y a lavarse las manos para que almuercen.

Obedeciendo, los dos subieron corriendo las escaleras derechito a la alcoba del rubio, ya ahí, cerraron la puerta, sintiéndose refugiados.

—¿Qué te pareció la clase de literatura, Yuu-chan? —preguntó el de tez pálida acercándose al aludido para ayudarle a quitarse la ropa y tras ya haberse sacado la propia camiseta.

—Creo que debo aprender a leer y a escribir —rió levantando los brazos para sacarse la camisa—. Pero eso que me leíste fue muy genial.

—¿El cuento? —cuestionó con una sonrisa; el más bajo asintió—. Entonces te enseñaré a leer y a escribir para que puedas leer y también hacer todos los cuentos que quieras.

Avergonzado ante aquellas tiernas palabras, el moreno se sonrojó y se abalanzó sobre su dueño para abrazarlo como solía hacerlo; no obstante, al hacerlo, la piel de ambos se rozó suavemente entre sí, provocando que los jóvenes e inocentes pezoncitos de Yuu se irguieran.

Fue una sensación tan extraña que el ojiesmeralda no pudo evitar alejarse sintiéndose incómodo y confundido al tiempo que miraba su par de botoncitos tratando de descifrar qué les ocurría;  por su parte el más alto ladeó la cabeza cuando su adorado amigo se quitó de sus brazos antes de estrecharlo y lo observó esperando una respuesta.

—¿Estás bien? —preguntó el ojizafiro notando que el moreno no dejaba de verse el pecho.

—E-Eso creo —sinceró levantando la mirada y señalando su pecho.

Mika lo inspeccionó con la mirada, concluyendo que no había nada raro, así que ignoraron el asunto y terminaron de vestirse para bajar a comer.

[...]

En la cocina había un ligero bullicio, lo que indicaba que la matriarca y el patriarca de la familia ya habían regresado, el par de chiquillos no podía estar más nervioso; tomados de la mano caminaron dentro del lugar y observaron que toda la familia estaba presente y los esperaban para comer.

—Hola, mamá, papá, nee-san, nii-san, Rene-san —saludó el rubio menor una vez las miradas se fijaron en ellos; el azabache más bajo solo atinó a hacer una reverencia.

—Se tardaron un poco —mencionó Krul enarcando una ceja.

—Sí, es que tomamos un baño —mintió el ojizafiro.

Marie se encargó de servirles la comida, y mientras todos estaban disfrutando del delicioso sazón de la nana, Horn decidió que era tiempo de lanzar la bomba de información.

—Mamá, papá, el grupo de docentes que estaba educando a Mikaela se rehusó a seguirlo haciendo —espetó ella masticando un trozo de carne delicadamente; la pelirrosa la observó inquisitivamente.

¿Por qué? —indagó la matriarca empezando a fruncir el ceño.

Los infantes pasaron saliva, nerviosos.

—Bueno, hubo un incidente y... —estaba explicando la hermana mayor.

—¿Qué incidente? —le interrumpió Krul parando de comer y haciendo que todos lo hicieran también; entonces miró a su hijo menor esperando una respuesta—. Mikaela, ¿qué fue lo que sucedió?

—Mamá, yo puedo explicarte y... —trató de mediar Horn, pero con un gesto de mano, su madre la mandó a callar y repitió su pregunta.

—Yuu-chan me llevó un vaso de limonada a la clase, así que le pedí que se quedara conmigo —empezó a explicar el rubio menor mientras sostenía la mano del aludido por debajo de la mesa—. Solo le pedí eso, Yuu-chan estaba tranquilo y callado, fue el sensei el que se molestó y empezó a insultarlo.

—¿Y por qué no le pediste a Yuu que saliera del estudio simplemente? —gruñó Urd esta vez.

—¿Por qué iba yo a hacer eso? Yuu-chan no estaba haciendo nada malo —se quejó Mika—. Solamente le dije que se limitara a darme clases y que no le prestara atención a que Yuu-chan estaba ahí, pero él se enojó y se fue.

—Entonces, durante casi toda una semana, ¿has estado en casa sin hacer nada más que jugar con Yuu? —cuestionó Krul acariciando con fuerza el puente de su nariz, parecía a punto de empezar a gritar.

—No, yo me encargué de todo —intervino Horn—. Entre los grupos educativos se esparció el rumor de lo que sucedió, así que tuve que recurrir a la opción de una escuela...

—¿Qué? —dijeron a la vez ambos progenitores.

—Mikaela necesita educarse y consideré que la mejor opción, dado que ya no tendría clases particulares, era una escuela —musitó la rubia—. Fui muy cuidadosa al elegirla, han estado yendo por dos días y les va muy bien, incluso hicieron amigos.

La cocina se quedó en silencio, casi no se oía a la miembros de la familia respirar, era como si la tensión fuese tanta que se los impidiese; definitivamente, Krul estaba enojada y cuando eso sucedía, no resultaba en algo bonito.

Para nadie.

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Ay no, los nenes están en problemas xD; y sobre la escena de los pezoncitos, resulta que el celo en los perros machos puede iniciar desde una corta edad, por si no lo sabían, así que, eso uwu

Espero les haya gustado el cap de hoy

Bye!

Mi pequeño híbrido [MikaYuu] |En Edición|Where stories live. Discover now