→ Cuarenta y ocho

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Después de tan tierna y dulce confesión, ninguno quiso alejarse del otro o separar el contacto entre sus cuerpos; apenas lograron moverse un poco para poder verse a los ojos, completamente embelesados.

—Y-Yuu-chan... —susurró, hipnotizado con sus ojitos brillantes—. Eres tan hermoso...

—¿Q-Qué cosas dices, Mika? —se rió avergonzado, rompiendo el contacto visual—. E-En cualquier caso, t-tú eres muy lindo también...

—Pues sí, sé que lo soy, pero no hay quien pueda ganarte —elogió bajando sus manos hasta sujetar las contrarias—. Tú eres perfecto —aseguró y besó una de ellas.

Sonrojado a más no poder, Yuu sonrió y jaló su mano para poder enredar sus brazos al cuello de su amado amigo, robándole un beso de un impulso sin esperar a nada; incluso hizo que Mika se cayera hacia atrás en la cama, dejándole completamente encima suyo.

Volvieron a verse una vez más, jamás se cansarían de ello, estaban seguros; la expresión contraria era un poema maravilloso y único que solo ellos podían apreciar. Y lo más especial es que solo ellos mismos podían provocarla.

—D-Deberíamos dormir... —sugirió el rubio completamente rojo también mientras se volteaba para lograr que Yuu cayera a la cama—. Tenemos que preparar el reporte del viaje.

—Oh, lo había olvidado... —sinceró una vez estuvo en el colchón.

—Lo supuse —se burló—. Pero bueno, cuando lo terminemos podemos ir a donde quieras, o podemos decirles a los chicos para salir todos juntos.

Inesperadamente, el azabache infló las mejillas y bajó la mirada; Mikaela no entendió qué habia dicho mal.

—¿Qué pasa? ¿no quieres salir?

—Quiero estar solo contigo... —dijo bajito, sin verle.

Casi se muere de la ternura, dios, Yuu era tan dulce que le provocaba querer morderlo; ¿cómo pudo mentirse a sí mismo tanto tiempo? ¿cómo controló sus impulsos de besarlo? Ya no lo sabía, y era una suerte que ya ni tuviera que contenerse. Así que sujetó sus infladas mejillas y le plantó un beso; seguido, juntó sus frentes.

—Iremos a donde quieras, solos, tú y yo —aseguró—. Nadie nos molestará y estaremos juntos.

—E-Entonces hay que dormir para poder terminar ese reporte y poder salir...

—Tienes razón —sonrió viéndole embelesado una vez más—. Buenas noches, Yuu-chan.

Acurrucándose contra él para que le abrazara, pudo escuchar el rápido latido de su corazón y se sintió tranquilo, lleno y feliz.

—Buenas noches, Mika.

En la mañana, el par de tortolitos bajó a desayunar y para su mala suerte, toda la familia estaba reunida; así que tuvieron que actuar como normalmente lo hubieran hecho, pero para Marie y Krul era evidente que algo había cambiado.

Mientras comían, la pelirrosa los observaba analíticamente hasta que decidió soltar la bomba:

—Mikaela, ¿no crees que Yuu es lo suficientemente mayor para dormir en una cama diferente? ¿hasta en una habitación distinta? En esta casa hay de sobra.

Fue como si el tiempo se hubiese detenido un instante, porque todos pararon de comer inmediatamente y les miraron. Yuu se sintió atacado y sujetó la mano de su dueño bajo la mesa, nervioso.

—Mamá, Yuu-chan es mi híbrido, él puede dormir conmigo —respondió tranquilamente, apretando la mano ajena suavemente.

—Oh, de poder, puede, pero ¿no crees que ya son mayores para eso? Pronto conseguirás pareja y no creo que le agrade que...

—Mamá —la detuvo; ella le observó—. Como dije, Yuu-chan puede dormir conmigo, estamos acostumbrados a estar en la misma cama, no creo poder conciliar el sueño si no lo siento ahí.

—Tu madre tiene un punto, Mikaela —opinó Urd mientras daba un trago a su café—. Está bien que sean tan unidos, pero ambos están creciendo y no deben ser tan dependientes del otro.

—Yuu-chan y yo somos independientes, que nos guste estar juntos no tiene nada que ver —defendió, frunciendo el ceño—. ¿Por qué insisten tanto con eso? Lacus-nii y Rene-san comparten habitación también, ¿por qué no les dicen nada?

—¡Oye!

—Lacus y Rene duermen en camas separadas —explicó la matriarca y giró a ver a su hijo, el cual sintió un corrientazo pasarle por el cuerpo—. ¿Verdad, cariño?

—Sí, mamá —contestó automáticamente.

—¿Y qué? Ellos ya son mayores —continuó discutiendo el ojizafiro, frustrado.

No iba a dejar que le obligaran a dejar de dormir con Yuu, si era de sus partes favoritas del día; amaba poder abrazarlo toda la noche y ver su precioso rostro al despertar. ¿Quitarle eso? Jamás.

—Oh, querido, eres imposible —suspiró ella—. Tú mismo te darás cuenta de que estar así de atado a Yuu no es útil.

—Mamá, eso fue grosero —regañó Horn, bebiendo de su té—. Yuu es un híbrido muy listo, y es amable con todos, por favor no lo ofendas así.

—Está bien, está bien —rodó los ojos y se enfocó en el moreno que casi tiritaba de los nervios—. Lo siento, Yuu.

—N-No se preocupe, Krul-san...

Viendo el estado en que su madre le dejó, Mikaela pidió disculpas y se retiraron de la mesa juntos. Ya en su habitación, le abrazó y consoló.

—No necesitas preocuparte, no voy a dejar que nos obligue a separarnos —le decía mientras acariciaba su cabello y su espalda—. Tampoco eres inútil ni nada parecido, eres inteligente, amable y muy lindo; las personas morirían por tenerte con ellos, ¿sabes? Creo que debo empezar a cuidar con quien salimos...

—Oye —se rió levantando el rostro, ya un poco más tranquilo—. N-No hay nadie con quien quiera salir que no seas tú...

Ah, mami Krul y sus prejuicios n.n

Espero les haya gustado uwu

Bye!

Mi pequeño híbrido [MikaYuu] |En Edición|जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें