Cpt. 31- Venganza.

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Narra Ruggero

Volví a llamarla, una y otra vez, pero no contestaba.

Tire el teléfono a la pared, me senté en la cama e hice lo mismo que hace unas horas, estire mis dedos y luego hice un puño, como si estuviera presionando una pelota anti-estres. Joder, necesito una de esas.

Mire la mesita de noche, mi huracancito había dejado las pastillas ahí y en el mismo lugar seguían. Las agarre y bufé, esto era lo que había iniciado todo esto, ¡pastillas de mierda! ¿Por qué tiene que ser esto así? ¿Por qué conmigo? ¿Por qué no puedo ser una persona normal como cualquiera? Tal vez así mi situación con mi huracancito hubiera sido diferente, todo lo seria.

Mire los cajones de la mesita, me alegro que no haya agarrado otra cosa que no fuera las pastilla, por ejemplo droga, tengo que botar esa mierda o ella terminara descubriéndola.

Debí cerrar la caja con llave pero no es de sorprenderse, con todo esto que tengo con Karol, cerrar una maldita caja seria de lo ultimo que recordaría.

Frunci el ceño y me arrodille frente a las cajas, abrí la tercera que era donde había más pastillas, drogas y condones, suspire y saque todas las pastillas y las puse en la cama, cuando saque la ultima tableta agarre una bolsa de droga, negue con la cabeza y volví a meterla, cuando iba a cerrar la caja las mire nuevamente, volví a negar y la cerré, está vez con llave.

Mire las pastillas un momento más antes de levantarme, fui a la cocina, no había rastro de Nana así que esto seria más fácil, cogí un vaso y la llene de jugo de naranja, la deje en la isla y saque una pastilla de la tableta, la puse en mi lengua y luego tome el jugo.

Mi respiración que antes era agitada se empezó a relajar hasta llegar a ser normal, suspire sentándome en un taburete y cogiendo mi cabeza en mis manos.

Se donde esta, pero ¿por qué no contesta?

Agarre el vaso y me termine el jugo, no me sorprende, si no tomaba la pastilla tal vez hubiera ido por una botella de wodka y me lo terminaba de unos sorbos.

Levante la cabeza cuando escuche su grito.

—¡Rugge! ¡Nana!

Me quedé callado mirando el vaso, fruncí el ceño y tome la tableta de pastillas, cogí una pastilla más y la mire atentamente, no me gustaba esta mierda, jamas me gusto. Bueno, no es como si las pastillas fueran agradables.

Guarde las pastillas rápidamente cuando escuche unos pasos cerca. Era ella.

—Ruggero, te estaba buscando.

Levante la vista para mirarla, traía el pelo algo mojado y la ropa igual, ¿estaba lloviendo?

—Estas mojada —murmure.

Ella se miro la ropa y levantó los hombros, se quitó el abrigo que traía, que casualmente no era mío ni de ella.

—Ahora sí —se sentó en un taburete al frente mío—. Te estaba buscando.

—Ya te había oído.

—¿Y por qué no dijiste nada?

Encogí los hombros, restándole importancia.

—¿A donde has ido? —ladee las cabeza.

—A casa —empezo a jugar con sus manos.

—Esta es tu casa —murmure y sonreí—. Además te dije que no podías ir sin mí.

—Tenia que solucionar cosas, Ruggero —seguia jugando con sus manos.

—¿Cosas como qué?

Mi Huracán De Felicidad [Terminada ✔] Where stories live. Discover now