Cpt. 27- Recuerdos|Parte 1

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(****)

—¿Van a venir? —le pregunto el niño a su bisabuelo, vio que este hizo una mueca y luego le sonrió.

—Claro que sí, muchacho —el hombre le despeino el pelo con la mano.

El pequeño hizo esa típica mueca que hacia cuando algo no le gustaba y gruño.

—Ve con Nana, ahora voy con ustedes.

Asintió y se fue corriendo hacia la cocina, ahí estaba su Nana preparando su pastel, un hermoso pastel de su héroe favorito. Batman.

Suspiro y sonrió, tenía la esperanza que algunos niños vengan a su cumpleaños, no tenía amigos y sólo conversaba con un niño que había ingresado recientemente al kínder, pero aún así, quería que algunos vengan. Sus padres tal vez no lo hagan y no quería festejarlo sólo.

—Quelo, quelo —escucho balbucear a su hermano pequeño, mientras hacía una especie de puño en dirección al pastel.

—Es mío —murmuro Ruggero.

—Quelo, quelo —siguió balbuceando.

Ruggero bufo y lo miro con los ojos entrecerrados.

—Es mío, Leo, mío.

El bebé lo miro y sonrió.

—Lule, lule —extendio sus pequeños bracitos como si quisieran que lo cargarán.

Ruggero aún no comprendia como sus padres habían dejado ese bebé ahí, sabía que era su hermano y tenía algo de aprecio a él, no lo diría en alta voz, pero la tenía, pero aún así no comprendia porque lo trajeron.

—No voy a cargarte —bufo y miro a Nana, ella le sonreía—. ¿Qué?

—Quiere que lo abraces, Rugge.

—Lule, lule.

—Me llamo Ruggero, no lule —murmuro y se sentó en uno de los taburetes.

Nana lo seguía mirando con una sonrisa, sabía que solo estaba fingiendo indiferencia por todo eso, sabía que él estaba nervioso por dentro.

Siguió decorando el pastel hasta que Toño se apareció en la puerta, con un teléfono en la mano y una caja de regalo en la otra.

A Nana se le borró la sonrisa y volteo a ver a Ruggero, él miraba a la ventana, serio. A veces le preocupaba que estuviera así, no era bueno para un niño de su edad.

—Cariño…

—No me importa —salto del taburete y se detuvo al frente de su bisabuelo.

Cuando el hombre se agachó, el niño le miro a los ojos y asintió.

Iba a hacer lo que su bisabuelo le había enseñado desde muy bebé, agarró el regalo y se fue tranquilo, como si nada hubiera pasado.

Toño miro a Nana y negó con la cabeza, luego miro con el ceño fruncido al bebé que estaba tranquilo jugando con un juguete. Él tampoco comprendía que hacía el niño ahí sin sus padres, ese niño no era como Ruggero, ese niño quería que lo abrazaran y cargarán, Ruggero no era igual.

Ruggero era… Ruggero, era igual a él.

Si todo el mundo los conociera a ambos, dirían que no son normales. No eran como las personas tímidas, ni como las personas agresivas, sabían ver las cosas a su modo propio, no veían las cosas como los demás.

Y eso a veces asustaba a Nana, no quería que Ruggero sufriera por eso desde muy niño.

Ruggero había bajado al cuarto del sótano y abrió la puerta bruscamente, dejó el regalo sin abrir en algún lugar y se fue rápidamente a su cuarto.

Mi Huracán De Felicidad [Terminada ✔] Where stories live. Discover now