CAPÍTULO 30

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Robert, ha hecho una pequeña fosa improvisada para enterrar a Mazapán, sé que lo ha hecho solo para hacerme sentir mejor y aunque no soy una niña ya para estas cosas, él, parece no caer en cuenta de ello e intenta a toda costa hacerme sentir bien.

Mamá lleva dos días yendo y viniendo de la policía para pedir más seguridad en nuestra casa, debido a que tiene entre ceja y ceja el hecho de que la muerte de nuestra mascota no ha sido un accidente, sino que corremos peligro.

Estoy tirada en el jardín frente a la tumba de Mazapán resignada a que no lo veré nunca más, resignada a que no escucharé más sus ladridos y que no lo veré corriendo por la casa o haciendo cualquier tipo de desastre.

De mi mente no logra esfumarse esa fatídica imagen de Mazapán.

Ésta se repite una y otra vez como un casete.

Dos manos se posan repentinamente sobre mis hombros, pienso que se trata de Robert para consolarme, pero al voltear, el rostro afligido de Darren aparece en mi campo de visión.

—Jenna me llamó para decirme lo que sucedió— su tono de voz está endurecido y frío como si en vez de estar desanimado por mi pérdida, estuviese enojado. Sin embargo, en lo único que puedo pensar ahora es que necesito estar entre sus brazos, así que no me reprimo y lo abrazo tan fuerte como puedo y desahogo todo mi llanto en su pecho.

Darren no me suelta, se queda en esa posición hasta que todo mi sollozo va cesando de a poco.

—¿Qué fue lo que en realidad pasó? —pregunta con la mandíbula tensa.

Me debato entre decirle la verdad o no, recordando a toda costa que el doctor Martin me había pedido no decir ni una palabra de esto a Darren y aun cuando siento que no es lo correcto y que mi conciencia me dice que él tiene todo el derecho de saber lo que está pasando, opto por callar.

—Intentaron entrar a robar en la casa y Mazapán..., parece que los agredió o se puso a ladrar —mi voz comienza a quebrarse de nuevo—él no merecía eso. —reprocho con culpa en mi voz.

—¿Segura que fue eso lo que pasó? —inquiere adoptando un tono de voz sombrío—Julia, necesito que me digas la verdad.

Niego con la cabeza, intentando remover de mi mente el torrente de voces, imágenes fatalistas y culpas que estaban enloqueciéndome por dentro.

Mi mente da vueltas una y otra vez, y antes de que pueda reprimir la verdad, ésta se me escapa sin que pueda evitarlo. —Fueron ellos, ese tal Víctor hizo esto—estallo en llanto.

—Maldito hijo de perra...—brama temblando de ira— Le voy a partir los huevos a ese maldito perro.

—¡No hagas nada, maldición! — reclamo muerta de miedo—¿Qué no entiendes? No quería decirte nada, porque sé cómo eres y se que irás a encararlo y es lo que menos quiero ahora Darren.

—¿Y entonces que esperas? ¿Qué nos dejemos intimidar por ellos cada que les venga en gana? —me restriega.

Bufo de mala gana y me levanto del césped. —Ese tipo me amenazó con hacerle daño a mi familia si decía algo—le confieso. —Ahora mi perro está muerto. ¿Y después? ¿Quién sigue?, mi mamá, Robert, tu... Yo.

El traga en seco y pasa sus manos por su cara desesperado. —Maldita sea la hora en que me involucré con esos desgraciados. — No digo nada. Simplemente le doy la espalda, pues, comienzo a sentir algo de rabia conmigo misma y con él.

Una parte de mi sabía que sus palabras estaban en lo cierto, si él nunca se hubiese unido a ese montón de enfermos probablemente nada de esto estuviese pasando. Si yo no me hubiese fijado precisamente en el chico que me molestaba en la escuela, mi vida ahora sería completamente diferente.

QUEMA ESTE AMOR  (COMPLETA ✓ ) (editando)Where stories live. Discover now