— Veamos si se puede abrir...–Dijo Seven.

Seven – la mole–, tragó saliva. Junpei asintió y colocó su mano en el escáner. Un asterisco rojo apareció en la pantalla LCD. El dispositivo había registrado el número cinco del brazalete de Junpei.

El suyo no era suficiente, necesitaba, al menos, dos personas más.

— Santa y .... Eh...June... ¿sería posible que me dieran una mano aquí?

Tanto Santa como June levantaros sus manos silenciosamente. Ambos verificaron sus números, uno detrás del otro.

Habían cumplido las condiciones. Solo restaba tirar de la palanca...

— ¿Están listos, chicos? Voy a abrirla.

Junpei agarró la palanca y miró por encima del hombro. Parecía que se hubieran congelado, pero aun así asintieron. Junpei los miró con aprobación y puso su boca en una línea sombría. Entonces, lentamente, bajó la palanca. Se oyó un quejido metálico y la puerta se abrió.

Una brisa de aire se escabullo por entre las puertas, llevando un hedor que casi los hace vomitar. Junpei hizo una mueca y se cubrió la boca con la mano.

— Dios mío...

— Santo Dios...

Loto y Ace se estremecieron. Siete gruñó.

— ¡oh! Eso... se ve bastante mal...

Incluso la voz de Santa temblaba.

— él... él... explotó.

Al parecer Santa tenía razón. El corredor al otro lado de la puerta estaba salpicado con trozos de carne y oscura sangre.

— ¡Ay!

El grito resonó por toda la habitación. Venía de June. Su fuerza la abandonó y se desplomó en el suelo, en el momento en que Junpei se giró para atraparla la puerta se cerró.

— ¿Estás bien, June?

Junpei cayó de rodillas y pasó su mano alrededor de los hombros de June. Tenía fiebre, tenía la cara roja e irradiaba un intenso calor.

— ¿Qué demonios? ¿De dónde salió esta fiebre?

June no respondió.

Su piel parecía de cera, y todo su cuerpo empezó a temblar.

— Vamos a descansar por un momento, ¿te parece bien? ¿Puedes caminar?

Ella asintió débilmente. Junpei la levantó con delicadeza y la llevó a una silla cercana.

— ¿Cómo va todo? ¿Te sientes mejor?

Tan pronto como le dijo que sí, una gruesa lágrima rodó por su mejilla.

— ¿Por qué está sucediendo todo esto?

Su voz se quebró, rota por la miseria y el profundo dolor, que fueron ahogados por los sollozos. Junpei se giró mirándolos con rabia.

— Alguno de ustedes podría decirme ¿qué mierda pasa aquí? ¿Quién es Zero? ¿Qué es esto del Juego Nonario? ¿Qué alguien me diga, que está pasando?

Nadie se atrevió a decir algo: Ace, Snake, Santa, Clover, Seven y Lotus, siete pares de ojos clavados al suelo, siete líneas tensas por bocas. El cuerpo de June se sacudía en silenciosos sollozos. De repente en el frio y pesado silencio que los había envuelto como una gruesa niebla, una campana empezó a sonar. El reloj del pasillo central.

Siete...ocho...Nueve...diez veces. En la décima campanada se detuvo. El sonido de la campanada se desvaneció en el aire. Eran las diez en punto.

999: 9 personas, 9 puertas, 9 horas(adaptación)Where stories live. Discover now