— ¡A-a-a-atrás!

La voz le temblaba, pero el cuchillo que tenía en el cuello de Clover hacía de sus palabras una orden. Ace dio dos, luego tres, pasos atrás.

— No, ¡Más lejos! ¡Más que eso! ¡Hasta donde está el resto!

Lentamente, Ace lo hizo tal como él quería. Los labios del Noveno hombre se curvaron en una cruel, y retorcida sonrisa. Fue entonces cuando Junpei entendió su plan: El cuatro de Clover, el uno de Ace, más el nueve del noveno hombre...

En otras palabras...

— jejejeje... Jejejejejeje...jejejejejejejeje ¡g-g-gracias a Dios que todos c-cooperaron! Ahora puedo salir de esta p-pesadilla.

Presionó su mano contra el escáner. Un tercer asterisco apareció en la pantalla. Dejó caer la mano en la palanca junto al dispositivo y tiró de ella. La puerta con el número cinco se abrió con una pesado y metálico gemido.

Dejó ir a Clover.

— ¡Espera!

Junpei corrió hacia el Noveno hombre, pero no fue lo suficientemente rápido. El hombre empujó a Clover y se metió por la puerta.

— M-m-m-muy bien, que tengan un buen día, caballeros. Yo me largo de aquí... a-adiós.

Levantó la mano y se despidió con una sonrisa triunfal en su rostro. Entonces desapareció tras las puertas que se cerraron de golpe con un sonido sordo al hacer contacto metal con metal.

— ¡Clover! ¿Te encuentras bien?

Snake corrió al lado de Clover mientras que ella yacía en el suelo.

— Sí, estoy bien.

Se puso de pie tambaleándose sobre sus pies, y allí buscó soporte, apoyándose pesadamente en el hombro de Snake. Junpei corrió hacia la puerta, los demás lo siguieron.

Varios pares de manos se apoderaron de las manijas, lanzaron un gruñido forzado, y tiraron, pero...

— ¡Mierda! ¡No se mueve!

En ese momento Loto habló. Su voz estaba tranquila:

— ¿Escuchan algo?

— ¿cómo qué?

— Es como un... pitido...

Junpei apretó el oído contra la fría y metálica puerta, los demás hicieron lo mismo.

— Tienes razón... yo también lo escucho.

— ¿Qué será?

Entonces, escucharon algo más: era el Noveno hombre.

— ¡Mierda! ¿Por qué no se detiene? ¡Maldita sea! ¡M-m-me engañó!

Lo gruñidos enfurecidos, y desesperados, de un hombre que luchaba contra una puerta que se negaba a abrirse, se escuchaban del otro lado.

— ¡No puede ser! ¡Esto no puede estar pasando!

Su voz temblaba por el miedo.

Seguros del otro lado de la puerta, dieron un paso atrás y se miraron unos a otros.

— ¿Qué está sucediendo allá?

Los golpes y el incesante forcejeo se hacían más fuertes.

— ¡A-a-abran la puerta! ¡Por favor! ¡Se los ruego! ¡Ayúdenme! ¡Por favor, sáquenme de aquí! ¡Sáquenme de aquí!

Junpei se apoderó del dispositivo, presionó la mano con fuerza sobre el dispositivo.

Nada sucedió.

¿Por qué no lo registraba? Le dio un vistazo a la pantalla donde habían aparecido los asteriscos. Ahora mostraba un letrero: OCUPADO.

— ¡Ah! D-Dios mío, Dios mío, ¡se acaba el tiempo! ¡Escúchenme! ¡Fui engañado! ¡Él me mintió! ¡Él me puso aquí! ¡Fue él! ¡Él me mató! ¡Fue él! ¡Ahhh!

Una explosión sacudió todo el lugar. Instintivamente, todos se agacharon. Luego, se levantaron muy despacio cuando se dieron cuenta que no estaban en peligro.

Nadie habló. El silencio se cernió sobre ellos. En ese silencio, un sonido electrónico hizo eco con tanta fuerza que sonó como si alguien hubiera disparado un arma de fuego. Todos se giraron hacia él. Éste venía del dispositivo junto a la puerta, la pantalla había cambiado de "OCUPADO" a "DISPONIBLE".

999: 9 personas, 9 puertas, 9 horas(adaptación)Where stories live. Discover now