Junpei saltó las escaleras, directo hacia la puerta. La puerta estalló de golpe y Junpei explotó fuera de ella, solo para congelarse en seco. ¿De qué otra forma pudo haber reaccionado después de lo que vio?

— Pero... ¿pero qué demonios?

Se le había ido la voz y lo único que podía hacer era mirar.

Un suelo bastante elegante y pulido se extendía frente a él, unas escaleras elegantes se elevaban al fondo, equidistantes entre ellas. Las escaleras y columnas eran de madera sólida y los adornos y decoraciones de Art Nouveau cubrían los muros y los pilares. Se veía como la entrada de una lujosa mansión de principios del año 1900. Junpei no podía hacer más que preguntarse ¿de verdad estaba en un barco? El agua que rápidamente llenaba el corredor detrás de él, le sugería que sí, lo estaba.

Mientras miraba, una nueva ola rodó fuera de la habitación de donde él había estado, ganando velocidad a medida que avanzaba hacia las escaleras.

— sí, es como pensé, estoy en un bar... ¡qué! ¡Una ola! ¡Maldición tengo que salir de aquí!

Junpei se dio la vuelta, sus zapatos mojados chillaban en protesta sobre el suelo pulido, y subió por las enormes escaleras frente a él.

Cubierta C.

Cubierta B.

Mientras subía, miraba las placas montadas en la pared, que denotaban la cubierta del barco. Tomaba dos escalones al tiempo, sin estar del todo seguro dónde se encontraba. En el preciso momento que se empezó a preguntar, de hecho, hacia dónde lo llevaban las escaleras...vio a otra persona con el rabillo del ojo. Se detuvo al instante, casi tropezando con el siguiente escalón, y miró. No será solo una persona la que había visto, al final de las escaleras de la izquierda, habían cuatro personas observándolo y en la parte derecha, tres más. En total, había siete de ellos.

Parecía como si ellos estuvieran bajando por las escaleras, se detuvieron también cuando vieron a Junpei, con sus ojos bien abiertos. Él había hecho lo mismo, por supuesto, y ahora estaban parados mirándose entre sí. Junpei no se movió, quedó, con su pie torpemente colocado para dar el siguiente paso, a mitad de una zancada.

¿Quiénes eran esas personas?

Toda esta amplia interacción duró solo unos pocos segundos.

Una mujer le habló a Junpei al tiempo que empezaba a moverse otra vez:

— Supongo que hay otro de nosotros ahora.

La mujer estaba vestida, pensó Junpei, algo así como una bailarina. Su ropa le cubría muy poco y su ostentosa joyería un poco más.

— ¡Hey! ¡Vamos! ¡Apúrate!

Sin más ceremonia, ella corrió pasando, casi por encima de él, hacia las puertas que se encontraban detrás. El repentino acercamiento de una mujer con tales atributos tan llamativos dejó a Junpei algo aturdido. Los demás tampoco perdieron el tiempo y rápidamente siguieron a esa llamativa mujer. El primero en pasar fue un joven con cabello plateado, el joven lanzó una rápida mirada en dirección a Junpei mientras corría, murmurando:

— ¿Uno de nosotros, eh?

Siguiendo al joven había un hombre bastante mayor, su rostro lucía calmado y sin ningún temor. Suaves arrugas brotaban de sus ojos. Se acercó lo suficiente, mientras pasaba, para que Junpei viera mechones grises en su cabello. La serenidad y las sacudidas de su cabello impresionaron a Junpei tanto que le pareció estar viendo a un viejo león.

— ¡Subir no ayudará mucho! Hay dos puertas, pero ninguna de las dos abrirá.

La siguiente en hablar fue una chica de cabello rosa y voz muy bullosa.

— ¿Qué pasa? ¿No vienes? ¡Apúrate entonces!

Su pequeña mano se enredó en la muñeca de otro hombre: sus ojos estaban cerrados, casi hacía pensar que estaba durmiendo. Sus rasgos eran elegantes, casi serenos y estaba vestido de una forma más bien elegante para alguien de su edad. Su postura parecía muy refinada y Junpei no podía dejar de sentir que era noble y solemne, de alguna manera. Seguramente nunca había visto uno, pero este hombre parecía, lo que Junpei siempre imagino que podía ser un príncipe.

— Con esto, hace nueve de nosotros. Todas las cartas están en la mano — dijo el hombre con porte de príncipe.

Qué significaba « Todas las cartas están en la mano », se preguntó. Junpei abrió la boca para preguntarle lo que había querido decir con eso, pero la chica del cabello rosado corrió junto a él. Ya se habían ido.

Se giró justo a tiempo para ver dos personas más corriendo hacia él. Uno de ellos tenía el cabello como un nido de pájaros y parecía como si una fuerte brisa pudiera derribarlo. En cuanto al otro hombre, pues bien, parecía una verdadera montaña. El sujeto escuálido no dijo nada, se escabulló por detrás de Junpei como si estuviera huyendo de algo.

— ¡Oiga! ¿Qué carajos haces parado ahí? ¿Qué no escuchaste?

Pero Junpei quedó paralizado ante la imagen del hombre que parecía una mole, como para poder contestar.

— ¡La puerta de la cubierta A es inútil! ¡Tenemos que revisar las puertas de la cubierta B! ¡Qué estás esperando, andando!

Antes de que tuviera oportunidad de responder, el hombre puso su enorme mano sobre el hombro de Junpei. Sin más esfuerzo del que Junpei podría haber utilizado para apartar una mosca, el hombre lo empujó a un lado. Arrojado casi por los aires por el hombre y los recientes acontecimientos. Le tomó unos cuantos pasos poder orientarse.

Recuperado el equilibrio, fue hacia donde los otros habían estado corriendo. 

999: 9 personas, 9 puertas, 9 horas(adaptación)Where stories live. Discover now