CAPÍTULO CINCO.- instituto de forks

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Después de pasar un fin de semana conociendo más a Paul, el día que Eileen más temía llegó: el lunes.

No todo era diversión y, según le explicó Carlisle, si quería pretender ser una humana normal como todos ellos tenía que asistir al Instituto de Forks con todos los demás.

Carlisle también le mencionó que la había inscrito como su nueva hija adoptiva. Después de todo no era mentira, pensó Eileen, porque de una forma u otra ellos si la adoptaron.

«Se nos hace tarde, lobita», la voz de Rosalie sonó en su mente. Bufó al escuchar el apodo, desde hace varios días había estado llamándola de esa manera y Eileen pensaba que era una especie de castigo por haberse burlado del apodo de Edward.

No quería ir de nuevo a la preparatoria, y menos cuando Jasper le dijo que ese día podría ser el objeto de miradas y habladurías de parte de los demás estudiantes por ser el nuevo miembro de la familia.

Y eso era lo que más temía.

No quería llamar la atención, ya había sufrido demasiado en el pasado justo por ese motivo.

«¡Eileen!», bufó al escuchar nuevamente la voz de Rosalie. «Hay alguien que está esperando por verte», esta vez fue la voz de Alice que se escuchó, sonaba burlona y encantadora.

«¡Baja ya!» «Te va a gustar», en su mente se combinaron las voces de Rosalie y Alice, respectivamente.

Eileen rodó los ojos, terminó de arreglarse y bajó las escaleras para llegar al frente de la casa. Un olor más que conocido llegó a su nariz, sonrió sabiendo que se trataba de Paul.

Paul estaba frente a la casa, sin camisa y con su típico short de jean, parecía que había ido en su forma de lobo. Le dio una sonrisa y él se la devolvió, estaban solos puesto que los demás se habían alejado para darles privacidad, y , según Rosalie, el olor de Paul era asqueroso.

—Paul, ¿qué haces aquí tan temprano?

—Me dijiste que hoy era tu primer día de clases —sonrió, con un leve tono de burla—. Y quería venir a regalarte algo, ya sabes, para que se haga más fácil el día.

Eileen vio a Paul meter la mano en su bolsillo y sacar una cadena con un pequeño colgante de lobo. Sonrió, era verdaderamente lindo.

—Lo hice yo —mencionó en tono orgulloso—. ¿Te gusta?

—Me encanta.

Eileen lo tomó para observarlo más de cerca, y era aún más bonito.

—¿Te importaría colocármelo?

Paul negó, muy sonriente. Parecía genuinamente feliz en hacerlo. Quizás Eileen no lo sabía pero para el lobo era un gesto de aceptación, sabía que debía hablar con ella acerca de la imprimación, pero es que era muy difícil.

Eileen miró al colgante de lobo en su pecho. Debido a su piel blanca, parecía que éste brillaba resaltando aún más.

—Debería darte algo para agradecerte.

—No es necesario…

Las palabras de Paul quedaron en el aire porque Eileen se puso de puntillas para pasar los brazos por su hombros y depositarle un beso en la mejilla.

1. EXTRAÑA IMPRIMACIÓN | paul lahote ✔ Where stories live. Discover now