CAPÍTULO DIECISEIS.- clases prácticas

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Que los Cullen supieran las anormalidades que tenía en cuanto al ser una vampira era algo bueno. Más que todo por el hecho que podía dormir tranquilamente un rato antes de que Alice o Rosalie la levantaran para la clase instructiva de Jasper.

Cuando se levantó, fue rápidamente a cambiarse de ropa, aún continuaba con el vestido de la fiesta y, aunque era hermoso, no era lo que se necesitaba para las clases de lucha en contra de neófitos.

—No soy buena luchando —le dijo a Jasper, una vez llegó a su lado—; pero estoy abierta a poder aprender.

—Con tus poderes no creo que sea necesario que aprendas —respondió él.

Era de noche, sin algún rastro de la luna. La instrucción de Jasper para poder pelear contra los neófitos y no morir en el intento se llevaría a cabo cerca del gran claro, aquel donde solían ir para poder jugar béisbol.

El ambiente entre todos ellos era tranquilo, casi como si no hubiera una próxima pelea acercándose. Emmett hacía chistes sin sentidos, soltando su escandalosa risa mientras Rosalie rodaba los ojos en su dirección, con una pequeña sonrisa en sus labios.

Jasper se apartó de manera rápida de su lado, mirando con preocupación a Alice, Eileen no dudó mucho en acercarse a ella. Su hermana permanecía parada, con la mirada pérdida entre los arboles, parecía estar sufriendo.

—¿Qué te sucede? —le preguntó a su hermana.

—La presencia de los licántropos hace que no pueda ver nada —respondió Jasper, estrechando a Alice entre sus brazos—. Esa «ceguera» le provoca malestar.

«¿Crees que esto lo vale?», pensó Eileen, transmitiéndoselo a su hermana. Alice la miró directamente. «Es la única manera de poder salir airosos de esta pelea. Sí, lo vale».

Eileen asintió, sin decir nada más. Hubo unos escasos minutos antes de que Edward llegara, con un enorme lobo rojo cobrizo flanqueando a su lado. Sonrió, era bueno ver a Jacob en su forma lobuna.

«Hey, vampirita», pensó Jacob en forma de saludo. Eileen se acercó a él, acariciándole la cabeza para saludarlo, aunque de manera extrañada, Paul era el único que la llamaba de ese modo.

—Agradecemos mucho su ayuda, Jacob —dijo Carlisle, antes que Eileen pudiera decir algo—. Edward y Eileen servirán como intermediarios con ustedes.

—¿Vendrán como perros? —preguntó Rosalie, con voz ácida. Eileen sabía que lo hacia para molestar—. ¿Tendré que darles en el hocico con un periódico si no se comportan?

Jacob asintió, soltando un gutural gruñido hacia Rosalie. De pronto, se empezaron a escuchar ruidos. La manada estaba cerca de ellos, todos en sus formas lobunas. Era entendible, no se confiaban de ellos.

—Maldita sea —masculló Emmett en voz baja.

Eileen no pudo evitar soltar una risa burlona.

—¿Miedo, hermano?

Decidió ignorar la respuesta de Emmett, cuando observó que, uno a uno, los lobos de la manada comenzaron a aparecer. En total, sin contar a Jacob, era nueve lobos, los cuales eran encabezados por Sam, de pelaje negro e imponente.

Los lobos se detuvieron a una distancia considerable de ellos, fue una sorpresa para ella ver a Paul cruzar la distancia que los separaba hasta posarse a su lado. Había pensado que tal vez iba a quedarse junto a su manada, pero era verdad todo lo que se decía de la imprimación: nada importa, solo tu impronta.

“Hola, vampirita”, una ola de saludos llegó a su cabeza. Frunció el ceño ante el apodo que solo su novio utilizaba con ella, siendo usado por la mayoría de la manada, hasta Leah, aunque ella lo utilizó de manera irónica.

1. EXTRAÑA IMPRIMACIÓN | paul lahote ✔ Where stories live. Discover now