CAPÍTULO TREINTA.- una distracción y un nuevo cachorro

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—¿Por qué Brady si puede dormir en tu habitación?

Eileen solo lo ignoró y pasó la hoja de su libro. Will rió por lo bajo, sentado a sus pies mientras escribía algo en un cuaderno.

—¿Qué te parece? —le preguntó su amigo, mostrándole un dibujo.

—Está bonito. ¿Para que estás dibujando conejos?

—Eileen —volvió a llamarla Paul.

William soltó un gemido de indignación y cerró su cuaderno con fuerza. Alzó una ceja en su dirección, sin entender el porqué de su actitud.

—¡No es un conejo! —chilló—. Se supone que debe ser un lobo.

Paul se inclinó hacia ellos para poder ver el dibujo de William, terminó por soltar una enorme carcajada, sacando el malhumor de su amigo.

—Pues eso no parece un lobo —respondió, volviendo a su lectura—. De todos modos, ¿para que tanto dibujo?

—He decidido que no solo voy a escribir sobre los vampiros, sino además de otras criaturas mágicas que existan y conozca en primera línea —sonrió—. Por ahora solo tengo vampiros, metamorfos lobo e híbridos vampiro-humano.

—Deberías escribir sobre los conejos —aconsejó Paul—. Así no dibujaste un conejo malformado en vano.

William lo ignoró, Eileen ocultó su sonrisa detrás del libro que fingía leer. Leah entró al living, su amigo fue hasta ella para abrazarla. Dejó su libro de lado para observarlos un rato.

—Lee, ¿qué te parece?

William le acercó el cuaderno a Leah. Paul y ella estaban atentos ante su comentario.

—Es bonito —se encogió de hombros—. Pero creo que los caballos tienen las patas más largas.

Esta vez, Eileen si dejó escapar una ruidosa carcajada ante la indignación de William, el cual volvió a cerrar su cuaderno con fuerza, se dio media vuelta y caminó escaleras arriba.

—No era un caballo, ¿verdad? —les preguntó Leah, sentándose al lado de Paul.

—Se supone que es un lobo —respondió Eileen—. Está haciendo un libro informativo sobre criaturas mágicas. No lo sé, la verdad es que no le prestaba atención.

Leah miró en dirección a las escaleras, suspiró y siguió el camino que había tomado William. Eileen quizás creyó que su amiga iba a ir a decirle que estaba jugando con él y que en realidad era un dibujo de lobo bastante bonito. Lo cierto es que tanto Leah como William se tenían ambos a los pies del otro.

—Tú deberías hacer los dibujos para el bestiario de William —dijo Paul, tratando de ganar su atención—. Ya sabes, eres una excelente pintora.

Eileen ya se estaba cansado de alzar sus cejas, pero justo en ese momento era bastante necesario.

—Halagarme no te hará volver a la cama. ¿Y cómo sabes que pinto?

Paul le dio una sonrisa burlona mientras se acercaba a abrazarla por los hombros. Peleó con él durante unos segundos, antes de rendirse y aceptar su abrazo.

—Llenaste todo el ático de nuestra casa con pinturas y cuadros que tienen tu nombre. Y, a menos que Brady tenga un talento oculto, supuse que serían tuyas.

—Bien, eso significa que no las oculté lo suficiente. ¿Por qué estabas en el ático de la casa?

—Estaba buscando algunas cosas viejas que guardé ahí. ¿Por qué intentaste ocultarlas? Cuando volvamos a nuestra casa te aseguro que las colocaré en el living, para que todo el mundo las vea.

1. EXTRAÑA IMPRIMACIÓN | paul lahote ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora