CAPÍTULO TREINTA Y SIETE.- defender a la familia

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La nieve cayó en un abrir y cerrar de ojos en todo el pueblo de Forks, cubriendo los suelos por completo y anunciando la próxima llegada de los Vulturi. Los últimos días se habían tratado en presumir su anillo de compromiso a cualquier persona que se cruzara en su camino, ocultar su embarazo y practicar con Derek sus hechizos de protección.

Durante dos días, Edward y Carlisle estuvieron en el claro, aquel donde tuvieron que enfrentarse a los neófitos creados por Victoria. Era extraña la familiaridad que sentía por eso, ahí estaban de nuevo, poniendo en riesgo sus vidas para proteger a alguien que amaban (solo que aquella vez lo había hecho obligada por su hermano).

Por un momento se sintió tranquila, solo se había despedido de Theo, más que todo porque lo había dejado en casa de Sam junto a Emily y Rue, para que cuidara esa zona junto a otros de los novatos que no iban a participar en la batalla. De llegar el momento, le indicaría a Brady que huyera y que lo amaba.

Para ese momento fue más difícil ocultar su abultado vientre, fue por ello que aceptó la oferta de Derek de ocultarlo con un hechizo temporal, nadie más lo notaría salvo ella. Justo en esa situación, no había ninguna otra persona, aparte de Derek y Carlisle, que supiera acerca de su secreto y estaba bien por eso.

Ahora ya no había nada más que hacer, salvo esperar.

Todos supusieron que los Vulturi se guiarían por el rastro de Edward y Carlisle, pensaron que posiblemente estarían confundidos por el hecho de estar ahí para enfrentarlos y no de haber huido.

Es por ello que colocaron una tienda cerca del lugar del encuentro, a modo de proteger a Lizzie, del frío, y a Collin, que no quería separarse ni un milímetro de ella, durante la última nevada de noche vieja, aquella que daría paso al momento exacto de la visión de Alice sobre la llegada de los Vulturi.

Una vez amaneció, Edward les informó que el claro estaba justo como lo había visto en la visión de Alice, es por ello que en el transcurso de la temprana mañana, acudió junto a William, Derek y los demás testigos para poder reunirse en el lugar. Algunos de ellos tenían sus ojos brillando en un color dorado, otros de color escarlata intenso.

Una vez estuvieron todos reunidos, Eileen, que aún conservaba su excelente sentido de la audición, escuchó a los lobos desplazarse por el bosque invisibles a la vista.

Vio como Carlisle y Esme disponían a los otros en una formación abierta, con los testigos alineados a los lados. Como no vio a Edward, supuso que estaría en la tienda aún dentro de la tienda junto a Lizzie, quizás dándole las últimas indicaciones.

—¿Estás bien?

Asintió ante la pregunta de Alec, escuchó como Derek bufaba a su otro lado, parecía que seguía sin poder soportarlo.

—Pase lo que pase hoy, me quedaré en Forks —afirmó Derek, echándole una mala mirada a Alec—. Así que es mejor que salgamos de aquí con vida.

—Así será, tú eres nuestra arma secreta —sonrió—, estaremos a salvo por ti.

Derek la abrazó de costado, algo bastante reconfortante para ella. Cuando se separaron, su vista se dirigió a Edward, que se aproximaba a ellos mientras cargaba a Lizzie.

Con él, ya estaban completos. Ahora sí, todos se encontraban en sus puestos, la linea frontal estaba conformada por Carlisle, Edward, Emmett, Rosalie, Tanya, Kate y Eleazar. Eileen estaba solo a unos pasos por detrás de ellos junto a Derek, Alec y Esme. Seguido de ellos se encontraban Zafrina, William y Benjamín, tres de sus mejores armas. A estos últimos, Derek tenía el deber de proteger por sobretodo.

Justo es ese momento, Eileen estaba por completo segura que pudo adquirir los dones de todos los vampiros. Hasta había aprendido a mejorar su don principal, sabía deshacerse de dones que no necesitaba y solo buscaba adquirir los que ella quería. Sabía que iban divertirse mucho cuando saliera de su embarazo y pudiera usarlos todos al mismo tiempo.

1. EXTRAÑA IMPRIMACIÓN | paul lahote ✔ Where stories live. Discover now