Epílogo

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Había pasado un mes desde que rompimos la maldición, un mes desde que mi cuerpo era habitado por una única alma. Me costó superar al ángel y al demonio, pero después de algunas visitas en las que ambos solo me deleitaban con sus presencias como muestra de gratitud y señal de respeto, pude sobrellevar mi dolor.

Marilyn nos explicó que la maldición moriría con nosotros y que nuestros descendientes no la heredarían; fue un alivio saber que mis únicos poderes serían los cuatro que descubrí después de cumplir los dieciséis, no tenía nada que me conectara con el infierno directamente. Trevor estaba muy contento, ya no volvería a pisar el inframundo y, entre toda su felicidad, juró servirme hasta el día de mi muerte, para luego rogar por el perdón de Dios.

Me encontraba en el suelo de mi habitación jugando con Kira y un pequeño toque a las puertas de mi balcón se robó mi atención. Me levanté, caminé a ver qué pasaba y me encontré con el castaño; le abrí y me dio un fugaz beso sacándome una sonrisa.

— ¿Tienes algo que hacer? — negué y tomó mi mano haciéndome desaparecer junto a él.

Aparecimos en un parque en el que habían muchas personas, un show de fuegos artificiales eran la fuente de entretenimiento de los espectadores. Era precioso como el cielo adornado por el crepúsculo era mezclado con el espectáculo. Me sorprendí al ver pasar a una familia y no entender nada de lo que decían.

— ¿Dónde estamos? — pregunté mirándolo y me sonrió ladinamente.

— En Rusia.

Agrandé los ojos y volví a mirar al cielo. Nos sentamos en el pasto y una caricia en mi mejilla me desconcentró.

— Oye Kami — me llamó y volteé a verlo —. Bueno, estuve pensando y... — se le notaba nervioso. Tomé su mano y suspiró —. Hemos estado conociéndonos por mucho tiempo y estoy... Muy enamorado de ti. — Mi corazón latió con rapidez y no pude evitar sonreír, obteniendo una sonrisa de su parte — Te amo como a nadie he amado, y lo sabes — asentí contenta —. Me preguntaba si estabas dispuesta a dar un gran paso.

— ¿A qué te refieres? — Alex miró hacia arriba y extrañada imité su acción. Abrí la boca y me entraron ganas de gritar.

En el cielo podía leerse un "¿Quieres ser mi novia?" y corazones lo acompañaban. Volví a mirar a Alex quien sonreía tan hermoso que no me contuve y lo besé, queriendo transmitirle mi felicidad. Me tomó de las caderas y lo rodeé con mis piernas. Al separarnos reímos como idiotas.

— ¿Eso responde tu pregunta?.

Ésta vez fue él quien apresó mis labios y la gente a nuestro alrededor comenzó a aplaudir.

Ay, Alex. Me vas a matar de amor.

(...)

Vagaba por el bosque con algo de nerviosismo; después de pensar tanto, me decidí a pedir un deseo. Pasaba árbol tras árbol y aún me faltaba para encontrar al que buscaba. Rendida, corrí hasta el de la vida y la muerte.

Me paré frente al gran tronco y tragué grueso, he ensayado mucho estas palabras. No debe ser tan difícil.

Abrí la boca y el labio inferior me tembló.

— Deseo... deseo que mi padre vuelva a la vida humana — pedí en un susurro.

Cerré los ojos con temor.

¿Y si no se me cumple?.

Al no sentirme sola los abrí. Las lágrimas comenzaron a correr sin freno y el nudo en mi garganta estaba muy crecido. Solté un fuerte sollozo y llevé mis manos a la boca.

— ¿No me darás un abrazo?.

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Krístals: El fin de la maldición [A.C. II]Where stories live. Discover now