Capítulo 1

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Abrí mis ojos de golpe y me paré de un brinco de la cama. Alguien acaba de gritar desde la planta baja, como si le hubiesen apuñalado o algo. Bajé las escaleras corriendo y me encontré a todos en el comedor. Becky sostenía una hoja en sus manos, la apretaba contra su pecho mientras lloraba y sollozaba fuertemente. Finn la abrazaba por detrás y dejaba besos en su cabeza. Tom miraba al suelo, Raquel lloraba en silencio, Zack y Lucas tenían los ojos vidriosos y Anastasia tenía la mirada perdida.

Cuando se percataron de mi presencia voltearon a verme, lucían algo asustados.

— ¿Qué está pasando? — pregunto y siento como el miedo se va instalando en mí.

Es... Kamila — musitó el pecoso con la voz cortada y baja la mirada. Comienzo a ponerme aún más nervioso de lo que ya estaba.

— ¿Qué pasa con ella? — pregunto. Mi corazón late sin control.

— Ella se...

— ¡Ella se suicidó! — gritó Becky histérica interrumpiendo al italiano — ¡Se suicidó! ¡Nos abandonó! ¡Nos dejó! ¡Ya no está aquí! ¡Ella está muerta! — grita y rompe a llorar más fuerte —. Ella está muerta — susurró y ocultó su rostro en el cuello del oji gris mientras abrazaba al papel.

Caí al suelo de rodillas. Se formó un gran nudo en mi garganta, impidiéndome respirar. Mi corazón comenzó a doler demasiado. Retenía tantas lágrimas que mis ojos no pudieron contener por más tiempo y cayeron por mis ojos como cascadas.

— ¿Por qué? — susurré con la voz quebrada y tapé mi cara con ambas manos —. No, ella no. No pudiste irte. No puedes hacerme esto — susurraba una y otra vez.

— Alex... Ella está en un lugar mejor — me dice Raquel arrodillándose junto a mí y sobándome la espalda.

— Sí, pero ya no volveré a verla nunca más — contesto y la veo a los ojos —. No volveré a verla sonreír. No podré abrazarla. No volveré a escuchar su voz — digo atropelladamente y lloro con más fuerzas.

— Ella está bien — habla para reconfortante.

— Pero yo ya no estaré bien, no sin ella — sollozo.

— ¿La amabas? — pregunta y yo asiento frenético.

— Aún la amo — digo y la veo a los ojos —. La amo tanto como Dios ama al mundo. La amo con la misma intensidad que Lucifer nos odia. La amo tanto, que no creo que vuelva a amar a alguien como a ella.

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Desperté con los ojos hinchados, las mejillas empapadas de lágrimas y la almohada mojada por el llanto. No paro de soñar con lo que sucedió la mañana en la que me enteré. Hace tres meses que la de ojitos avellanados partió y cada noche lloro por ello. La extraño demasiado, no puedo creer que haya decidido suicidarse para no destruir el planeta y no pensó que con eso me destruiría a mí.

Todos los días leo la carta que me escribió antes de... eso, para sentir que por lo menos no está tan lejos. La carta en la que me confesó que me amaba. En la que me pedía que aprendiera a vivir sin ella y continuara con mi vida. Talvez termine suicidándome por la falta de felicidad al estar sin ella.

Kamila se llevó mi felicidad.

Me lavé la cara, me vestí con ropa abrigada y bajé a desayunar. Me senté frente a la mesa, Raquel me sonrió y me tendió un plato con tres empanadas. Ella le dió la idea de preparar empanadas. A los segundos, llegaron el resto de los chicos y se sentaron a comer.

Krístals: El fin de la maldición [A.C. II]Where stories live. Discover now