Capítulo 7

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Kamila.

Sentí algo húmedo sobre mi rostro, pasaba por mi nariz y mejilla. Abrí los ojos despacio y me encontré a Kira parada en dos patitas afincándose de la cama. Le sonreí y le dí un pequeño beso en la cabeza.

— ¿Quieres que te saque a pasear? — le pregunté en apenas un susurro y la vi mover la cola con rapidez —. Está bien. Deja y me alisto.

Me levanté y me dirigí al baño a lavar mis dientes.

¿Por qué le hablas a tu cachorra? Ni que te fuera a responder — aparece la doñita y yo suelto un bufido.

Ya vienes tú a amargarme — le contesto irritada.

Para eso estoy ¿No? — no le respondí.

Me puse un atuendo deportivo y bajé las escaleras junto a Kira. Hoy hace un día espléndido para salir a trotar, tengo tiempo sin hacer ejercicio, ni usar mis poderes. En la cocina me encontré a Marilyn con una taza de café en mano. Pasé a su lado y le dí un beso en la mejilla. Cogí una banana y comencé a comerla mientras la pudder devoraba su tazón de perrarina.

— Hoy es la fiesta de disfraces — dije más para mí misma que para mi abuela.

— ¿Ya tienes tu traje? — preguntó y asentí —. Mucho cuidado por ahí — me dijo y yo le sonreí.

Boté la cáscara en el cesto de basura y le abroché a Kira su correa.

— Tranquila, estaré bien — le contesté y salí de casa.

Me puse los auriculares y dejé que la música inundara mis oídos. Me quedé un rato parada en el porche viendo a la casa de al lado. No pude evitar preguntarme cómo estaría Laura y Sofía, sí las cosas entre Julián y Alex habrían mejorado. Y la que más me aterraba: Si Alex estuviera allí ahora mismo.

Tengo demasiada intriga en saberlo. Quiero tocar el timbre y preguntarles, pero sería demasiado arriesgado. El haber huido a aquí fue demasiado arriesgado. Debí suicidarme de verdad, aún estoy a tiempo, pero... No creo que esté preparada psicológicamente.

Me puse la capucha y pasé trotando disimuladamente frente a la casa y traté de echar un vistazo. No vi mucho, solo a Lulú saliendo de la sala, pero de igual modo no pude evitar ponerme nerviosa, y como reacción ante eso, troté unos cuantos metros con mayor velocidad hasta que la perdí de vista. Me calmé un poco y comencé a trotar a un ritmo normal. Cuando ya había pasado alrededor de una hora, decidí descansar un poco. Llegué hasta un parque y me senté bajo un árbol. Debí traer una botellita de agua.

Solté la correa de Kira y ella se fue un poco lejos a hacer sus necesidades.

Desde que hui de Greenland he estado evitando a la familia Espinoza a toda costa. No he dejado que me vean, y he sido tan paranoica que dejé de usar mi moto, mi maravillosa y preciada moto. No es por dármelas de debilucha, pero estoy que agarro mi celular y marco el número de Alex. Cambié de número cuando llegué aquí, pero me sé su número telefónico, al igual que el de Becky y mi madre. A veces no soporto estar tan lejos de ellos, que me he descubierto revisando boletos de avión con destino a ese pueblo americano por internet en más de una ocasión.

Tenía el contacto de Alex marcado en mi teléfono, y estaba debatiendo entre presionar o no el botón de llamar. Gracias al cielo que Kira llegó corriendo a mí y me saltó encima y por el impacto solté el celular. Le coloqué la correa a la pudder, tomé mi teléfono y le enchufé los auriculares de nuevo. Me levanté y emprendí mi camino de regreso a casa.

Otra vez pasé frente a la casa de Alex. Traté de ver por la ventana desde el otro lado de la calle como lo había hecho temprano. Solo vi a la pequeña Sofía jugando con unas muñecas de espaldas a mí. Pasé rápido y entré a la casa. Solté a Kira y subí a mi habitación a ducharme. Cuando acabé, bajé a la sala vestida con un camisón y me encontré a Marilyn sentada en un sillón mordiéndose las uñas.

Krístals: El fin de la maldición [A.C. II]Where stories live. Discover now