Capítulo 8

511 78 10
                                    

Becky en multimedia
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Me quedé un par de minutos allí parado como idiota, sin moverme, hasta que mi celular volvió a sonar. Tardé un poco en reaccionar, y al hacerlo, descolgué sin siquiera mirar quien me llamaba y me puse el celular lentamente en la oreja.

— ¿Hola? — hablé medio shokeado.

— ¡Catire! ¡Al fin atiendes, carajo! — habló mi primo.

— ¿Qué pasa, Fred?.

— Vendrás a la fiesta, ¿Cierto? ¡No me vas a dejar morir, mano! — chilló un tanto histérico. ¡Cielos! Lo había olvidado por completo.

— ¡Ah, sí! Claro — traté de responder con calma —. ¿A qué hora era que tenía que estar allá?.

— A las 9pm estaría bien. ¿Te llegas solo o tengo que ir por tí?.

— Voy solo — respondo cortante. Volví a mi yo habitual.

— Bien, con verte allí me conformo. ¡No me falles!.

— Calma. Ahí estaré — dije rodando los ojos —. Ni que fuera una misión.

— Te puedes guardar tu asqueroso sarcasmo que sabes bien que así no me gustas, Espinoza — me reprochó —. ¡Adiosito! — chilló a lo marica y colgó.

Fui hasta el cuarto de mi madre para avisarle que iba a salir. Después de decirle, aparecí en el cuarto de mi hermana. Ella estaba jugando con sus juguetes en el suelo. Al verme, sonrió y me hizo un gesto para que me sentara junto a ella, cosa que no dude en hacer. Mis pensamientos se volvieron nulos mientras la veía jugar, me mente abandonó mi cuerpo y me dejó allí plasmado como una estatua.

— ¿Y Kamila? — preguntó la pequeña devolviéndome a la vida.

Su pregunta me dejó estupefacto, no tengo ni la menor idea de que contestarle; no podría ser tan brusco al decirle, pero tampoco le voy a mentir.

— Pues... Sinceramente no lo sé — le contesté y ella volteó a mirarme, penetrándome con su dulce miradita pardosa.

— Yo sé dónde está — dijo y dejé de respirar un momento. Ella puso su pequeña mano sobre mi pecho y sonrió con inocencia —. Está aquí.

"Está aquí". Esas simples palabras fueron suficientes para hundirme en depresión otra vez. Sentía una gran presión sobre el pecho y mi garganta comenzaba a impedir el paso del aire a causa de contener un sollozo. Sentí como con gran velocidad mis ojos se iban cargando con lágrimas. Le di un beso en la frente a Sofía, quien me miraba con sorpresa y preocupación, y me teletransporté directo a mi cuarto.

Entré en el baño y me dejé mojar por el agua de la regadera, la que se mezclaba en conjunto con mis lágrimas. Sollocé débilmente, esto de llorar ya me da vergüenza de mí mismo. Debo de olvidarla, o talvez eso no, pero sí superarla. Tengo que hacerlo, no puedo seguir así. Ella no volverá. Jamás la volveré a ver. Tengo que continuar con mi vida y encontrar a alguien que llené mi vacío. Ella misma me lo pidió, y tiene toda la razón.

Me quedé un rato más allí en la ducha, tratando de estabilizarme y ordenar mis pensamientos. Cerré el grifo y salí de ahí. Sequé mi cuerpo con la toalla y me puse el disfraz. No me queda nada mal, admito que el gargajo de sangre tiene buen gusto. Me eché colonia y me miré al espejo, inspeccionándome. Me veo realmente bien. Sí me lo propongo, hoy hecho unos cuantos polvos. No se me pueden olvidar los condones, pero solo por si acaso, también existe la posibilidad de que no haga nada o me aburra y me vaya.

Tomé mi celular y me di cuenta de que ya se me había hecho la hora. Y sin pensarlo mucho, me teletransporté a la discoteca. Aparecí detrás de un carro, nadie me veía. Caminé y pasé por la entrada. Me pareció extraño que no hubiese nadie allí, pero me despreocupé al ver a dos guardias besándose. Ellos están demasiado entretenidos como para notar el entorno que los rodea. Entré sin más, paseé mi vista por todo el lugar, localicé el pasillo de los baños— que estaba cerca de la pista—, la barra, algunos sillones en los que la gente se caía a lata. Todo parece normal.

Krístals: El fin de la maldición [A.C. II]Where stories live. Discover now